A finales de febrero los amigos de Eduardo López-Collazo, director del Instituto de Investigaciones Sanitarias del Hospital Universitario La Paz, en Madrid, le aborrecían, dice, por las predicciones que hacía sobre cómo se iba a desarrollar la entonces epidemia de Covid-19. 

Seis meses después, este físico nuclear y experto en Inmunología, sigue siendo una rara avis para el grueso de los españoles: se quita los zapatos cuando llega a casa, no se desprende su mascarilla por mucha distancia social -o calor- que haga ["Trabajo en un hospital", se disculpa] y queda habitualmente con un único grupo de amigos, con los que decidió juntarse tras el desconfinamiento reduciendo al máximo el contacto con el resto. 

El científico de origen cubano ha escrito junto al doctor en Microbiología del Instituto de Salud Carlos III José Alcamí el libro Coronavirus, ¿la última pandemia? (Oberon, 2020), en el que ha pretendido "poner cordura" sobre la situación previa, durante y posterior a la gran pandemia del siglo XXI. Lo han hecho, además, sin criticar ni insultar y, sólo en un momento de nuestra entrevista se atreve a hacer algo parecido a un guiño publicitario. "La editorial ha decidido venderlo a mitad de precio, por la situación", apunta. 

Es atrevido escribir un libro sobre el coronavirus cuando sabemos tan poco sobre el virus y la enfermedad, ¿no?

La verdad es que al principio teníamos muchas dudas, pero nos animamos cuando empezamos a ver la gran cantidad de información mala que había y decidimos poner cordura, contexto histórico, intentar que se sepa lo que se sabe hasta el momento y cómo buscar información más fiable entre la gran cantidad de texto que se puede leer en internet. Aunque fue difícil escribirlo -Pepe enfermó de Covid y ambos estábamos trabajando muy duro en la pandemia y con mucha presión-, para mí fue un momento de liberación: tratando de reflejar con palabras sencillas cosas que parecían complejas, pero sin simplificarlas. Haciendo que el lector estuviera lo más al día posible y que se se sensibilizara con la ciencia.

Para ello, intentamos hacer una historia personal, que atrapara al lector, que no se quede sólo en cifras o en conceptos difíciles de digerir. No hay que tener nombres ingleses para hacer ciencia. 

De hecho, hemos utilizado historias reales, que se diferencian porque están impresas en cursiva. Por ejemplo, el personaje del científico hipocondríaco soy yo [ríe]. Ese toque hace que el lector quiera saber más de lo que ocurre y a su vez aprende. 

El libro demuestra que la historia no sólo se puede contar a través del arte, las disposición de las fronteras... También se puede narrar a través de las epidemias y las pandemias. El mundo era distinto antes de los 80, una cosa tan esencial como el sexo cambió a partir del VIH. 

Y ahora ha llegado una nueva normalidad...

Calificar esta etapa de nueva normalidad como algo transitorio es una tontería, ha venido para quedarse, aunque intentemos por todos los medios seguir rescatando la forma anterior de vivir. Esta ya es la nueva forma de vivir, lo que implica que vamos tener que usar durante mucho tiempo o casi siempre la mascarilla o por lo menos en los picos estacionales aunque haya vacuna, porque así se evita un nuevo brote y así se evita una nueva propagación. Eso es así, y nos burlábamos de los asiáticos, pero ellos sufrieron una pandemia que no llegó a ser mundial, vieron que con el uso de la mascarilla se reducía mucho la propagación y con ella se quedaron. Y la mascarilla, que es el condón del siglo XXI, se va a quedar aun cuando tengamos vacuna, si es que tenemos. 

Calificar esta etapa de nueva normalidad como algo transitorio es una tontería, ha venido para quedarse

¿Si es que tenemos? ¿Cree que hay alguna posibilidad de que no llegue a haber vacuna?

La ciencia ha evolucionado muchísimo; antes de diciembre no conocíamos este virus y sabemos mucho de él, la ciencia ha progresado y la forma de investigar también. Pero asegurar que vamos a tener una vacuna 100% efectiva es jugar a la ciencia ficción de la dura. 

En 1986, Robert Gallo, uno de los descubridores del VIH, dijo que la vacuna del VIH estaría en meses y llevamos casi 40 años sin ella. Tenemos unos magníficos antirretrovirales y medicación que mantiene a los seropositivos como enfermos crónicos, pero no hay vacunas. 

Entonces, ¿es posible que con el coronavirus Sars CoV-2 pase lo mismo que con el VIH?

Apostar a que vamos a tener vacuna 100% eficaz es crear unas expectativas muy altas. Yo espero y creo que alguno de los prototipos actuales puede llegar a buen puerto, pero eso no quiere decir que vaya a ser 100% efectiva o que no tengamos que ir cambiándola todos los años porque mute el virus. No podemos poner todos los huevos científicos en una sola cesta. Por eso hay que seguir buscando medicación. 

¿Y las noticias que hablan de la eficacia de los distintos prototipos actuales de vacuna, como la de Moderna, Cansino o la de Astra Zeneca en colaboración con la Universidad de Oxford?

Las primeras versiones de las vacunas nunca son 100% efectivas y, de hecho, generalmente ninguna vacuna es eficaz al 100%. [Se calcula, por ejemplo, que la vacuna de la gripe estacional, tan establecida, puede alcanzar una protección del 60%]. Lo que sabemos hasta ahora de los ensayos de los prototipos actuales es que producen anticuerpos, pero fíjate que casi nunca hablan de anticuerpos neutralizantes, que son los que neutralizan. Aún tiene que comprobarse la efectividad en personas que están en contacto con el virus, demostrar que no se infectan. Eso se verá en la fase 3 y con tiempo, pero como no tenemos mucho tiempo probablemente se lanzarán sin tener todos los datos que en condiciones normales se exigirían. Se autorizará como uso compasivo y todo el mundo estará de acuerdo, sobre todo para las poblaciones de riesgo, pero el éxito real no se sabe, entre otras cosas porque no es ético exponer a una persona a un virus para el que no hay tratamiento. En los ensayos en fase III sí se probará en personas que tengan posibilidades de infectarse y veremos si no se infectan. Va a ser muy difícil medir la efectividad y no creo que se publique, se autorizará si ofrece una protección relativa. 

Las primeras versiones de las vacunas nunca son 100% efectivas y, de hecho, generalmente ninguna vacuna es eficaz al 100%

Sin embargo se habla mucho más de la vacuna que de la búsqueda de nuevos tratamientos...

Mediáticamente el foco se ha puesto en la vacuna, pero científicamente no. Por citar un ejemplo, en nuestro grupos nos enfilamos a buscar a una herramienta clínica para poder clasificar al paciente en cuanto llega al hospital. Es en ese momento cuando hay que saber si se puede mandar a casa o hay que tenerlo ingresado aunque no tenga grandes síntomas. También tenemos que saber en aquellos que están más graves qué punto débil hay que reforzar para que el sistema inmune siga trabajando. Y eso es una medicina personalizada y en eso está todo mi laboratorio. 

Sé que hay muchos grupos buscando puntos débiles de virus, porque ya la estructura de las proteínas del virus se conoce. Pueden ser anticuerpos, moleculas que puedan bloquear la entrada del virus a las células. O simplemente moléculas que puedan interferir en ese proceso. Es un trabajo más a largo plazo pero va a ser exitoso sobre todo si las vacunas no son del todo eficientes, y no van a serlo; las primeras versiones de las vacunas nunca son 100% efectivas.

Pero sí hay un tratamiento autorizado específicamente para la Covid-19, el rendesivir, y otros que se utilizan en los hospitales...

Una de las primeras cosas que se hace es reciclar fármacos que ya se habían utilizado o se habían descartado, que tienen cierto potencial. Hasta ahora el éxito es muy relativo, el rendesivir sólo baja el tiempo de hospitalización de aquellos enfermos graves. La hidroxicloroquina no hace absolutamente nada por mucho que Trump diga que sí. Ahora mismo no hay nada, las moléculas de nueva generación tardan muchísimo, sería genial que estas hubieran tenido éxito porque se pueden saltar ciertos pasos de seguridad. Pero han fallado. 

Ahora mismo no hay ningún medicamento que funcione, las moléculas de nueva generación tardan muchísimo; sería genial que las ya existentes hubieran tenido éxito, pero han fallado

Hablando ya de la gestión de la pandemia, veo en el libro mucho sosiego y poco ataque como a los que estamos acostumbrados desde que se empezaron a disparar los casos de Covid-19

En primer lugar, cuando terminamos el libro, ni ahora,  no teníamos un punto final de la pandemia; por tanto decir que una gestión ha sido buena o mala sin tener el resultado final no es muy científico. Pero hay otra razón para ese tono y es el hecho de que nuestro ánimo es que un grupo de población lo más amplia posible lea el libro a gusto, sin sentirse atacado. Las críticas hay que hacerlas contructivas y no atacando. 

De todas formas, en la historia paralela -la que cuenta situaciones reales- sí decimos  lo que se hizo mal, las cosas que no funcionan, este tipo de inercia burocrática que tenemos en España... ahí no hemos sido nada amables, pero bueno, lo situamos en ese parte del libro para no ser tan taxativos y que nadie se sintiera atacado. 

¿Los errores son todos del Gobierno, de las comunidades autónomas o hay errores endémicos del país?

Uno de los primeros errores que casi nadie apunta, pero yo sí tengo que decirlo porque es esencial no afecta al Gobierno, es endémico de la sociedad española. Y es la escasísima o nula creencia, el escaso crédito que se le da a la ciencia. Es algo extraño, porque si hacemos una encuesta todo el mundo va a decir que apoya a la ciencia, pero nadie se cree la ciencia. Porque si alguien se hubiera creído la ciencia, los derroteros hubieran sido otros. No se creyó la potencia que teníamos para poder detectar positivos desarrollando PCR nacionales. No se creyó en la potencia de los científicos y los centros nacionales que podrían transformarse para dedicarse a estudiar la Covid. Lo primero que hizo España fue cerrar los centros de investigación. Empezaron a abrir los bares, pero los centros de investigación seguían cerrados, mis estudiantes de master pueden ir a discotecas pero no pueden asistir todavía al laboratorio.

Yo no creo que ni Pedro Sánchez ni Isabel Díaz Ayuso tengan en su ADN destruir España ni hacer el mal ni destruir al español medio. No, es que simplemente no se percatan porque la sociedad en general no se percata de la potencialidad de la ciencia.

Esto se traduce en una financiación ridícula para la ciencia. Los primeros 30 millones que se anunciaron con bombo y platillo, eso es una ridiculez; la Comunidad de Madrid no ha sacado ni una sola convocatoria de ayuda y subvenciones de la ciencia para Covid. No hay un comité de expertos real e independiente para que asesore al Gobierno central, pero tampoco lo hay para el Gobierno regional y yo lo he propuesto mil veces… No se confía en que los científicos puedan decir hacer algo. Creemos que esas personas científicas capaces son extranjeras. 

Yo no creo que ni Pedro Sánchez ni Isabel Díaz Ayuso tengan en su ADN destruir España ni hacer el mal, es que no se percatan de la potencialidad de la ciencia

Pero sí hubo un comité de expertos, al menos al inicio de la pandemia

¡Pero no hicieron nada! En España tenemos un problema endémico que es que el político y el gestor sólo escuchan a un comité de expertos cuando le dicen lo que quieren escuchar, si ya te dicen "abre aquí o cierra allí" y eso no va con su línea política, deja de existir el comité de expertos. Acaba de salir una carta en The Lancet, yo tengo mandada otra, donde se exige esa evaluación independiente para España y eso lo estamos diciendo hace siglos. Puede haber economistas, humanistas, personas de otras áreas científicas y que los gestores y los políticos se dejen asesorar. Un gestor o un político no tiene que saber de todo, pero sí tiene que tener un asesor para ello, pero uno que le diga exactamente la verdad y que no tema que diciendo lo que no quiera escuchar vaya a perder su trabajo. 

Después de esta frase, es inevitable preguntarle por Fernando Simón

Yo de Fernando Simón te puedo decir que admiro algunas cosas, admiro su talante, su ecuanimidad, su forma calmada y reposada de hablar. Pero también hay que decir claro que se equivocó de medio a medio al principio, y probablemente por el medio, fue una gran equivocación y esas características positivas, que no quiero dejar de resaltar, ahí hacen aguas. Ante todo hay que creer en la ciencia y decir desde el principio que esto no nos iba a afectar cuando alguien como yo que no soy epidemiólogo me convertí en punto de crítica de todos mis amigos, que me aborrecían por las predicciones que hacía..., pero yo no tenía una bola de cristal, simplemente es que estaba claro lo que estaba pasando. Había unas señales muy claras desde china y luego transparentes desde Italia. ¿Por qué no iba a llegar aquí el coronavirus en un mundo superglobalizado, cómo no iba a llegar?. Ahí se equivocó y nos equivocamos todos al no decir que había que frenar las manifestaciones, los conciertos y las reuniones políticas aquel fin de semana fatídico. Pero una de las cosas que no perdono es decir que no había que usar la mascarilla. Eso es un total sinsentido, si hay algo que sale por la nariz y tú le pones algo por el medio, infecta menos. 

Una de las cosas que no le perdono a Fernando Simón es que dijera que no había que usar mascarilla; eso fue un total sinsentido

Pero la Organización Mundial de la Salud también lo dijo

Yo realmente es una de las cosas que no entiendo, es algo que supe desde el principio.No lo digo por orgullo, es que estás respirando partículas y están saliendo elementos de tu nariz, hay que usar cualquier cosa para evitarlo. Es mejor si filtra que  si no filtra, claro, pero era algo totalmente lógico y detrás había un problemón, que es que en España no se estaban produciendo mascarillas.

¿Cree que ese es un problema endémico de España?

Eso es un problema gravísimo, en España no producimos cosas. Esta es la segunda crisis que vive nuestra generación y se ha vuelto a ver que el tejido productivo que tenemos, el modus operandi, no es el mejor para salir de una crisis. Yo no digo que dejemos de tener turismo, ni todo el atractivo que tiene España, sino que también hay que fortalecer otros sectores. Es que Alemania quedó destruida  física y moralmente en dos guerras y se levantó porque apostó siempre por la tecnología y la ciencia, España tiene que aprender eso. Si aquí se hubiera incentivado la biotecnología, las empresas con I+D importantes seríamos un país más fuerte, sin dejar de tener turismo y sol. No hay que dejar de ser alegre para ser serio. 

Es llamativo que desde hace décadas se lleve avisando de que podía venir una pandemia como la de la Covid y que, cuando finalmente ha llegado, nos ha pillado desprevenidos, en mayor o menor medida en todos los países

Es cierto. Ya en la novela La guerra de los mundos (H.G. Wells, 1898), los extraterrestres que habían invadido la tierra no morían por la acción de los humanos, sino por bacterias. Hace mucho tiempo que sabemos que esto iba a pasar, pero la desidia nos hace pensar que no va a pasarnos, que le va a pasar al otro. Ya teníamos un primer aviso con el SARS, con el MERS y aún así pensamos que no nos iba a pillar a nosotros. Ese sentido nuestro de la superioridad relativa (cada uno se cree superior a otros) no nos dejó ver las señales que venían de Asia. 

Es mejor pasarse de frenada, que nos critiquen porque fuimos muy estrictos a que hayan muerto la cantidad de personas que han fallecido por la Covid, que todavía no sabemos ni cuántos han sido. Con los virus hay un proceso que se llama fitness, que pueden pasar a ser más benignos porque se adaptan al hospedador y no lo matan, pero ese fitness no ha ocurrido con el coronavirus como nos hubiera gustado. 

Sin embargo, y después de todo lo que ha pasado, en España vuelven a subir los casos notificados de forma alarmante, llevamos mascarillas, pero estamos peor que la mayoría de países europeos. ¿Cómo se explica esto?

Hay muchas razones, la primera es que estamos de vacaciones y en España eso influye mucho. Es el único país en el que he vivido, y he vivido en muchos, donde hay cosas que se postergan porque sí, postergamos todo en verano porque ahora tenemos que irnos de vacaciones sí o sí. Pero la naturaleza no entiende esto. 

En cualquier caso, para mí el gran fallo es la enorme falta de rastreadores, si tuviéramos rastreadores profesionales, pagados, que los hay, podríamos establecer confinamientos locales y evitar esa propagación.

¿Cuál sería entonces su receta?

Hay cuatro medidas que ya han demostrado su eficacia. La primera es el uso de mascarillas; la segunda, el mantenimiento de la distancia social; la tercera, el lavado frecuente de las manos y la higiene en general y la cuarta, el rastreo y aislamiento de positivos y sus contactos. 

Pero hay países europeos donde el uso de mascarilla es inferior que en España y tienen muchas mejores cifras, ¿por qué? 

Sí, es así. Pero porque esas cuatro medidas son complementarias. A lo mejor en Europa usan menos las mascarillas, pero mucho más la distancia social. Con respecto a la higiene, ¿cuántas personas nos quitamos los zapatos en España al llegar a casa? En todo caso, creo que ahora lo esencial es rastrear y aislar. Si se encuentra a un positivo, hay que testar a todo su medios y ponerlos a todos en cuarentena y si hay una mínima sospecha de transmisión comunitaria hay que cerrar ese sitio, porque sólo eso va a evitar que cerremos todo el país. 

Hemos hablado de la situación actual y de la forma de evitar que evolucione a peor. Pero, ¿cuál es su predicción?

Económicamente no nos vamos a permitir un nuevo confinamiento generalizado, creo que vamos a adoptar el modelo americano en el que predomina la economía. Espero que lo que pase es que empecemos a hacer confinamientos localizados para evitar la propagación y que, al estar la sanidad más preparada, podamos evitar un colapso. Pero las cifras ya se están disparando de nuevo. Es cierto que estamos detectando muchas más personas porque estamos haciendo muchas más PCR y los síntomas no están siendo tan graves.

En ese sentido es curioso que esta vez no haya tantas personas mayores afectadas, ¿a qué lo atribuiría? 

Hace poco me reuní con unos amigos con los que siempre quedamos -evitamos otros grupos- y fuimos a una terraza. Nos habíamos sentado y todavía no nos habíamos quitado las mascarillas, pero íbamos a hacerlo porque íbamos a consumir. Al lado nuestro había dos señores mayores que llevaban mascarilla e inmediatamente se levantaron y se fueron. La población mayor, que es a la que más afecta este virus, se está protegiendo al máximo, son muy conscientes de que son una diana para el virus y para sus consecuencias más graves y se están protegiendo, cosa que no hacemos los demás. Por eso estamos viendo población más joven y con síntomas y menos población mayor. Y eso demuestra la efectividad de cuidarse. Regla de oro: cuídate y evita que el virus entre, usa mascarilla, no te relaciones con mucha gente. ¡Vamos a tener que hacerlo!

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