Padecer un ictus es algo que puede tener un final feliz -lo hemos visto recientemente en los casos de Jorge Javier Vázquez y María Teresa Campos- o desgraciado, como ocurrió con el exvicepresidente Alfredo Pérez Rubalcaba.
Pero incluso cuando se acierta, el ictus se diagnostica rápido y el paciente llega a tiempo al hospital y se cura, vivirá siempre con un cierto riesgo de que el accidente cerebrovascular se repita, una espada de Damocles que prácticamente desaparece con el proyecto Optimización del Circuito Asistencial del Código Ictus de los hospitales universitarios Fundación Jiménez Díaz, Rey Juan Carlos, Infanta Elena y General de Villalba, todos públicos de la Comunidad de Madrid.
Esa misma losa la cargan otros pacientes que aún no han sufrido la enfermedad pero por sus características tienen riesgo de sufrirla, y ellos también se benefician de esta iniciativa de los centros sanitarios madrileños.
Una pulsera especial
Se trata de un prototipo de sistema para la detección temprana de ictus en pacientes con riesgo a padecer este accidente cerebrovascular que constituye la primera causa de muerte en mujeres y de discapacidad adquirida en el adulto en nuestro país.
Concretamente, el proyecto, liderado por el especialista y desarrollado por el IIS-FJD, con el soporte del Departamento de Sistemas y TI de la Fundación Jiménez Díaz, dirigido por Alberto Pardo, y la colaboración como como partner tecnológico de la empresa IOON Technologies, se basa en el diseño y creación de un dispositivo wearable, en formato pulsera, con los sensores comerciales pertinentes para la detección temprana del ictus, apoyándose en la inteligencia artificial para la evaluación rápida del diagnóstico.
Esto permite alertar en tiempo real al hospital sobre el estado del paciente en el momento del evento y optimizar el tiempo de intervención, y por lo tanto sus resultados.
El proyecto ha sido reconocido recientemente en la última edición de los Quality Innovation Award 2019, dentro de la categoría de Innovación Potencial.
El diploma, con el que la Asociación Nacional de Centros Promotores de la Excelencia-CEX reconoce los proyectos innovadores en las empresas y organizaciones y que avala así la novedad, utilidad, aprendizaje, orientación al cliente y efectividad de la iniciativa, fue recogido por su investigador principal, Javier Pardo, investigador del Instituto de Investigación Sanitaria de la Fundación Jiménez Díaz (IIS-FJD) y jefe del Servicio de Neurología de los hospitales universitarios Rey Juan Carlos (Móstoles), Infanta Elena (Valdemoro) y General de Villalba (HGV), en un acto celebrado en el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
El tiempo es vital
Y es que, en el abordaje de ictus, enfermedad cerebrovascular que afecta a los vasos sanguíneos que irrigan sangre al cerebro, cuya prevalencia está directamente relacionada con la edad y que cada año padecen unas 120.000 personas en España, "el tiempo de intervención es, sencillamente, vital", asevera Pardo.
En este sentido, recuerda que "hay tratamientos cuya ventana de actuación es de tan solo cuatro horas y media y en muchos casos, pasado un tiempo no mucho mayor, ya no hay terapia posible a aplicar, siendo por tanto irreversibles los efectos de la patología, que deja importantes secuelas en la mitad de las personas que la padecen, con el correspondiente elevado riesgo de discapacidad y dependencia".
Por eso, ante la aparición de cualquier síntoma o afectación sospechosa, especialmente en los ámbitos del lenguaje, el movimiento o el equilibrio, "es fundamental no esperar a que se pase, como sucede, lamentablemente, demasiado a menudo, sino ponerse en contacto con los servicios sanitarios, que confirmarán el diagnóstico y valorarán, en caso afirmativo, el tratamiento a administrar para lograr la mayor recuperación posible, no solo vital, sino funcional; un procedimiento en el que el tiempo -insiste el neurólogo- es clave".
Circuito asistencial
En esa carrera contrarreloj el dispositivo desarrollado en este proyecto, cuya iniciativa a nivel clínico partió de la Unidad de Ictus del Hospital Universitario Rey Juan Carlos, de donde son los pacientes con los que se ha desarrollado y validado el prototipo, aportará una ayuda inestimable, ya que detectará el ictus en sus primeros momentos y, lo que es más importante, activará el necesario circuito asistencial para tratarlo lo antes posible.
Así, como explica Pardo, frente a la actual situación, en la que las entidades sanitarias no disponen de un recurso avisador en tiempo real de episodios tempranos de ictus, y dependen por tanto de que, cuando una persona lo sufre, él mismo o un allegado llame al 112, poniendo de esta forma en marcha el envío de una UVI móvil, que valorará al paciente y decidirá si debe ser trasladado a una unidad de ictus, lo que supone una sucesión de etapas que a menudo es fuente de retrasos y posibles incidencias; "la pulsera vendrá a sustituir esta llamada para que el dispositivo active por sí mismo este circuito asistencial".
El proyecto Optimización del Circuito Asistencial del Código Ictus ha finalizado ya su fase de desarrollo, y se encuentra actualmente en la etapa de recogida y análisis de los datos que demuestran su utilidad y eficacia para su intervención efectiva por parte de los servicios de Neurología, tal y como explica el neurólogo, que augura que "su disponibilidad en la práctica clínica será una realidad a lo largo del presente año".