El dolor de cabeza, conocido en términos médicos como cefalea, puede abarcar más de 150 tipos diferentes. Sin embargo, a grandes rasgos, puede diferenciarse entre "cefalea primaria" (90% de los casos) y "cefalea secundaria" (10% de los casos). El primer gran tipo implica cualquier cefalea que, por sí misma, implique una enfermedad; en el segundo caso, la cefalea es un síntoma secundario o acompañante.

Sea del tipo que sea, la realidad es que dos de cada 100 consultas médicas de urgencias son por dolor de cabeza, siendo un problema que afecta a ambos sexos y a cualquier edad, y representando actualmente la sexta causa de discapacidad laboral en todo el mundo según la OMS. Y su tratamiento y prevención, a día de hoy, siguen siendo complejos.

Dentro de los diversos tipos de cefalea, es posible distinguir entre cinco grandes grupos bien diferenciados. 

Cefaleas primarias

Cefalea tensional

El tipo más frecuente, causado por tensión muscular y estrés, y descrito habitualmente como un "casco" que presiona la cabeza.

Migraña

Es, por sí misma, la tercera causa de discapacidad laboral mundial. Se caracteriza por episodios intensos y repetitivos o recurrentes de dolor, pulsátil (como "latidos" en la cabeza), habitualmente en la misma mitad de la cabeza, acompañándose de náuseas, vómitos y empeoramiento con la luz (fotofobia), el sonido (sonofobia) e incluso los olores (osmofobia). Se ha relacionado también con el estrés y con la toma de algunos alimentos, aunque se sabe que también existe una significativa carga genética.

Cefalea trigémino-autonómica

 Se trata de un dolor de cabeza relacionado con el conocido con el nervio trigémino, el cual recorre ambas mitades de la cara. Son dolores de cabeza de hasta 3 horas de duración, repetitivos.

Otras cefaleas primarias

Existen otros tipos de dolores de cabeza relacionados con la tos, el ejercicio físico o el frío.

Cefaleas secundarias

Se trata de dolores de cabeza secundarios a golpes, enfermedades vasculares o consumo de sustancias tóxicas, entre otros factores.

En todos estos casos, cuando la cefalea se vuelve repetitiva, el objetivo médico es intentar prevenir su aparición o al menos reducir la frecuencia de las mismas.

El caso más estudiado es la migraña, donde la mayoría de los fármacos fallan en su objetivo. Incluso se ha sugerido que la dieta baja en tiaminas puede ser de ayuda, aunque se continúa estudiando al respecto. Incluso la psicoterapia ha demostrado ser de ayuda en algunas investigaciones. Aún así, a día de hoy, se especula que lograr un tratamiento totalmente eficaz contra cualquier migraña es imposible, dada la variabilidad de la misma entre individuos.

Durante el último año Sanidad ha financiado dos nuevos fármacos contra esta dolencia, pero solo en pacientes que cumplan una serie de requisitos: sufrir hasta ocho episodios de migraña mensuales, y no haber respondido a ningún tratamiento anterior. No son fármacos de uso directo actualmente.

Respecto al resto de migrañas, la literatura médica sugiere que, a modo preventivo, los fármacos betabloqueantes son de gran ayuda en la migraña. Y, aún así, requieren dos meses de tratamiento para demostrar eficacia. Como siempre, bajo prescripción médica.

Qué tratamientos existen 

Respecto al tratamiento sin fármacos, existen una serie de hábitos que pueden ayudar a mejorar los dolores de cabeza en general y migraña en particular: el reposo durante la crisis de dolor es esencial, en un ambiente sin ruidos, luz ni olores. Se puede estar sentado o tumbado, no existe un claro consejo al respecto, depende de la comodidad de cada individuo. Así mismo, se sugiere que el frío aplicado en la zona de dolor puede ayudar, pero en poca intensidad, y de forma mantenida.

Otro tratamiento que no requiere fármacos como tal, pero sí prescripción médica, habitualmente de urgencia, es el oxígeno: respirar oxígeno puro en mascarilla ha demostrado ayudar a reducir el dolor de algunos individuos. Aunque, según la literatura médica actual, su efectividad general no está clara.

Finalmente, la acupuntura se ha extendido como "tratamiento no-médico" en la cefalea tensional. Supuestamente, las agujas usadas en esta pseudoterapia ayudarían a mejorar el dolor de cabeza. Sin embargo, la evidencia científica es clara al respecto: los ensayos clínicos no muestran beneficios cuando se comparan los puntos de acupuntura con agujas falsas, o bien agujas aplicadas en otros puntos diferentes a los supuestos meridianos. Y, cuantos más participantes hay en los estudios, y cuanta más calidad tienen los trabajos realizados, menos beneficios se identifican en el uso de esta pseudoterapia. Por el momento, no es posible aconsejarla como tratamiento en ningún caso, ni tampoco como prevención.

En cuanto a los tratamientos médicos o farmacológicos, existen tres fármacos estudiados en particular, todos ellos requiriendo prescripción médica previamente:

Paracetamol: es eficaz en las cefaleas agudas tanto moderadas como graves, pudiendo usarse incluso en pacientes con enfermedades renales o hepáticas, pero con precaución. Incluso a dosis de 650 mg cada 6-8 horas es suficiente, con un máximo de 3 gramos diarios. A mayor dosis, el peligro de reacciones adversas graves aumenta exponencialmente, y no está indicado superar dicho limite.

Acido acetilsalicílico (AAS): aunque se suele usar a bajas dosis como tratamiento crónico de prevención secundaria en individuos con enfermedades cardio o cerebrovasculares, una dosis única de aspirina (el nombre comercial original de este principio activo) de 500 mg o 1 g , lo que se denomina uso de rescate, habría demostrado cierto beneficio en la cefalea tensional moderada o grave. De nuevo, con precaución y bajo prescripción médica previa, dado que existen casos donde el uso de este fármaco está totalmente contraindicado.

Ibuprofeno: finalmente, el ibuprofeno a una dosis estándar de 400 mg ha demostrado significativos beneficios en el alivio del dolor de la cefalea tensional, aunque no en todos los pacientes. No está indicado de forma crónica, y se desaconseja su uso en individuos que sufran enfermedades renales, hipertensión, úlcera estomacal o asma.

Como sucede con cualquier tipo de fármaco, y a pesar de que la seguridad de los anteriormente mencionados se ha estudiado suficiente, ninguno de ellos es de uso universal para cualquier paciente: la edad y las enfermedades crónicas previas son factores esenciales a tener en cuenta, y cualquiera de los medicamentos requieren una valoración y prescripción médica previa a su uso.

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