En las relaciones heterosexuales es él quien la penetra a ella. Puede parecer lógico… pues es él quien tiene pene normalmente. Muchas veces suele ser él también el que lleva las riendas de la penetración, quien decide el ritmo de la estimulación, quien controla la situación y quien proporciona placer.

Mientras, ella suele ocupar un rol complementario a este, en el que se muestra más pasiva y no tiene tanto poder sobre la situación. El hecho de ser penetrados tiene también un gran componente emocional. Que tu pareja entre en tu cuerpo y se una a ti puede ser muy placentero. A veces este placer no es tanto físico, sino más bien psicológico.

Pero, ¿qué pasa si queremos cambiar las tornas? ¿Cómo podemos experimentar estas sensaciones en el rol contrario al que solemos utilizar? Por supuesto, no es necesario tener pene para llevar las riendas de un encuentro sexual pero… ¿y si pudiésemos lograr un efecto parecido?

El pegging nos ofrece esa opción. En esta práctica es ella quien penetra analmente a su pareja masculina, ayudándose de un juguete erótico. Susana Ivorra, psicóloga y terapeuta de parejas, lo tiene claro. "Para una mujer puede ser muy excitante llevar las riendas del encuentro erótico de este modo. La sensación de controlar, tener el poder de dar placer, observar a tu pareja esperando tu penetración, puede ser muy empoderador, excitante y novedoso".

Además, añade que "los hombres heteros están cada vez más abiertos a explorar el placer a través del ano. Es una opción que se va desvinculando de las prácticas homosexuales".

Para ellos puede ser también muy excitante el hecho de ser penetrados. Recibir placer, colocarse en un rol más pasivo y no responsabilizarse del placer de la pareja durante un rato, puede ser muy liberador. Tanto, que esta excitación les lleve al orgasmo.

No debemos olvidar que el punto P –la próstata- se encuentra en el interior del ano, y que con esta práctica podemos estimularlo. Antes de ponernos a jugar, hay que tener algunas cosas en cuenta. "Los dos tienen que desearlo, no sólo consentirlo" comenta Esperanza Gil, psicóloga y sexóloga. "Escoger un buen lubricante y un dildo –un juguete erótico de forma fálica- especialmente diseñado para esta práctica es fundamental."

La sexóloga añade también que "aunque él vaya a tener un rol más pasivo en esta práctica, suele ayudar mucho que sea él quien marque el ritmo y la intensidad de la penetración, sobre todo las primeras veces. De este modo, aumentamos las probabilidades de que el encuentro sea placentero para ambos".

Si queremos aumentar aún más la sensación de penetrar y ser penetrado, podemos usar un arnés que sujete el dildo al cuerpo de la mujer. Nieves Guerra y Judith Hebra, creadoras de la marca de arneses eróticos veganos Lulú Lafem, lo tienen claro. "Era necesario diseñar un tipo de arnés bonito, fácil de poner y quitar, con el que la mujer se sintiese sexy y poderosa".

El pegging puede ser también una práctica muy terapéutica. Esperanza Gil comenta que tuvo una pareja en su consulta "en la que él tenía dificultades de erección. El pegging le ofrecía la libertad de poder experimentar el sexo sin la presión de complacer a su pareja con su pene erecto."

La psicóloga añade que, además, "esta práctica animó su vida sexual, amplió el repertorio de cosas que hacían en la cama y reforzó el vínculo entre ellos".  Muchas personas asocian el sexo anal al dolor. Es cierto que, si no se hace en las condiciones adecuadas, las prácticas anales pueden causar molestias.

El uso de lubricantes, estar muy excitados y una excelente comunicación en la cama son fundamentales para poder disfrutar del pegging. Y si aún te quedan dudas de cómo practicarlo, siempre puedes acudir a un taller de sexo anal –hoy en día ya hay talleres para casi todo- en el que te expliquen todo lo que necesitas saber para disfrutar de esta práctica.

*Ana Lombardía es psicóloga y sexóloga. 

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