Vivimos inmersos en un fenómeno que algunos han denominado la 'muerte del sexo'. Los seres humanos estamos haciendo menos el amor, hasta nueve veces menos que a finales del siglo XX en el mundo desarrollado, con porcentajes de hasta un 25% de personas que nunca han tenido relaciones heterosexuales al cumplir los 40 años y la tendencia es a que la frecuencia sexual siga disminuyendo, según los estudios que han dado la voz de alarma.

Entre los numerosos factores que se citan figura el de los cambios sociales y afectivos que llevan a que se conviva en pareja cada vez menos. Por contraitutivo que pueda parecer en la era de Tinder, son las relaciones estables las que suben la cuenta de las relaciones sexuales a largo plazo. Los cónyuges a la par que amantes cuentan con hábitos creados y la comodidad de su propio domicilio mientras que los resultados de los encuentros casuales, por dispuestos que estén ambos, son inciertos. 

O, al menos, esto era lo que se creía hasta ahora. La idea de que la cama de matrimonio es el último refugio del sexo garantizado se viene abajo con el artículo que publica el British Medical Journal. Realizado en base a datos recopilados sobre la población de Reino Unido, revela que menos de la mitad de los hombres y mujeres de las Islas entre los 16 y los 44 años hace el amor al menos una vez a la semana. Entre 2001 y 2012 la actividad sexual ha declinado, y es precisamente entre las parejas de más de 25 años de edad en donde se ha dado la mayor caída.

Los investigadores de la Escuela de Londres de Higiene y Medicina Tropical tuvieron acceso a datos de más de 34.000 británicos de ambos sexos recopilados en las tres encuestaciones sucesivas del NATSAL, el barómetro de hábitos y salud sexual que realiza periódicamente Reino Unido. Los sondeos tuvieron lugar en 1991, 2001 y 2012, y la actividad sexual reportada abarcaba los coitos vaginales o anales y/o el sexo oral practicado con una pareja de distinto o del mismo sexo. 

En total, los datos reflejan una merma en la cantidad absoluta de sexo a partir del cambio de milenio. Por ejemplo, la proporción de personas que no tuvieron ningún encuentro de tipo erótico en el último mes aumentó del 23 al 29,3% para las mujeres y del 26% al 29,2% para los hombres. Los encuestados que afirmaron haber tenido diez o más relaciones sexuales durante ese mismo mes se han desplomado: eran el 20,6% de las mujeres y el 20,2% de los hombres en 2001, pero para 2012, habían caído al 13,2% y 14,4% respectivamente.

La media sexual mensual en el rango de edad entre los 35 y los 44 se redujo a la mitad en ese periodo para las mujeres, de cuatro a dos. Los hombres por su parte pasaron de tener sexo cuatro veces al mes a solo tres. Y las posibilidades de que una persona estuviera entre los 'sandokanes' de los diez arrumacos mensuales también de había desplomado un 50%, una 'inactividad sexual' que se extendía a las parejas casadas o cohabitantes.

Esta caída no era tan pronunciada entre los solteros, subrayan los autores. Sin embargo, algo más de la mitad de las mujeres encuestadas (50,6%) y casi dos tercios de los hombres (64,3%) declararon que desearían mantener relaciones sexuales más a menudo. Y a menudo se trataba de personas casadas o conviviendo con su pareja, lo que según los investigadores "resulta preocupante". En el cómputo global, los sujetos con mejor salud física y mental, y con mejor situación económica y laboral, eran los que tenían una vida sexual más abundante. 

Se trata de un estudio observacional, insisten los autores, pero se pueden inferir causas. Las mujeres, por ejemplo, ya no se sentirían obligadas a mantener la frecuencia sexual solicitada por sus maridos si no concuerda con sus propias necesidades. Además, ha aumentado el uso reportado de dispositivos como smartphones y tablets en las horas de intimidad, lo que "crea distracciones". Por último, las últimas décadas han estado marcadas por la recesión global, y el bienestar económico está directamente relacionado con el número de encuentros sexuales.

Sin embargo, según concluyen, la explicación "más pertinente" habida cuenta de la edad y el estado civil del grupo más afectado por la 'muerte del sexo' tiene que ver con el "estrés" y el "ajetreo" de la vida moderna, con el "malabarismo de la vida laboral, familiar y el ocio". No se trata de una anécdota, insisten: "Si la frecuencia sexual es un barómetro de hasta qué punto los seres humanos nos estamos desconectando entre nosotros, podemos considerar este declive como la señal alerta de una tendencia inquietante".

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