Una cita casual que termine 'castamente', con un intercambio de besos -alias morreo- y nada más, no excluye una serie de riesgos que normalmente asociamos únicamente a la práctica del sexo sin protección. Concretamente, es un vector de contagio de la gonorrea, una Enfermedad de Transmisión Sexual (ETS) que preocupa sobremanera a los profesionales sanitarios. No por su letalidad (Hepatitis y VIH/SIDA siguen siendo las amenazas más graves) sino por la resistencia a los antibióticos que han desarrollado las bacterias que la provocan, disparando los casos también en España.

La gonorrea, efectivamente, también puede presentarse como una infección de garganta, la faringitis gonocócica. Y las cepas bacterianas orofaríngeas son tan difíciles de tratar como las de los genitales. Pero, para las autoridades sanitarias, la principal vía de transmisión para esta ETS ha sido el sexo oral, y las campañas de prevención han ido en este sentido, recomendando el preservativo también para estos actos cuando se realizan con parejas cuyo estado de salud nos es desconocido.

Esto, sin embargo, ha llevado a ignorar otra vía de contacto, el del beso con lengua, y a bajar la guardia, alertan investigadores australianos en base a un estudio publicado en la revista Sexually Transmitted Infections. Las comunidades más afectadas serían las de hombres homosexuales o bisexuales, precisamente en las que más se ha incidido en el mensaje de que las felaciones deben ser con condón para frenar un mal del que cada año se diagnostican 78 millones nuevos casos en todo el mundo.

Para determinar cuál es el riesgo de transmisión de esta ETS como infección de garganta tanto a través del beso como mediante el acto sexual en general, los investigadores del Centro de Salud Sexual de Melbourne recopilaron los datos de varones que habían sido atendidos de esta metrópoli australiana entre 2016 y 2017. Se localizaron 11.442 pacientes a los que se les solicitó que rellenasen un formulario sobre sus relaciones sexuales mantenidas en los últimos tres meses.

Las prácticas se categorizaron en tres niveles: el primero, besos sin sexo; el segundo, sexo sin beso; y el tercero, relaciones sexuales completas en las que la pareja también se besó. Solo 3.091 hombres terminaron completando los informes hasta el final, pero proporcionaron un volumen de datos relevante: los que habían desarrollado gonorrea por vía oral eran algo más del 6%, una cifra similar a los que la habían contraído por vía anorrectal y cerrando con un 3% los afectados por gonorrea genital (uretral).

En cuanto a las prácticas, el 95% había besado a sus parejas sexuales. El 70% de los encuestados reportó haber tenido 'ligues' con los que únicamente hubo besos en los últimos tres meses, mientras que encuentros en los que solo hubo sexo se dieron solo en un 38% de los casos. Uno de cada cuatro había practicado las tres variedades de intercambio contempladas en el estudio, y apenas un 1,4% había pasado el trimestre solo con besos y sin sexo. Sin embargo, la proporción de faringitis gonocócica en este último grupo, más casto o más romántico por convicción o por circunstancias, era superior que en el resto.

El cómputo global arrojaba una media de cuatro parejas con las que los pacientes solo se besaron, una pareja con la que solo mantuvieron sexo, y cinco con las que hicieron ambas cosas. Y fueron los individuos que o solo se besaban o se besaban durante la relación sexual los que demostraron la mayor probabilidad de dar positivo por gonorrea en la garaganta. Eliminando factores externos, los investigadores determinaron que el riesgo de transmisión aumentaban un 46% en los hombres que habían besado con lengua -pero nada más- a otras cuatro personas.

Sin embargo, si la cosa había ido a más y se había producido el coito con besos, el riesgo se disparaba al 81% para quienes habían tenido al menos cuatro encuentros de este tipo. "Nuestros resultados apuntan a que los besos con lengua, independientemente de si hay relación sexual o no, son un vector de contagio de la gonorrea", concluyen los autores.

 ¿Cuál es entonces la moraleja? ¿Renunciar a la pasión y volver nuestros romances más asépticos y de 'usar y tirar' de lo que ya son en tiempos modernos? No tiene por qué: los investigadores apuntan a que, una vez concienciados del problema, los enjuagues bucales pueden ejercer una función profiláctica. En ese sentido, un estudio publicado en 2016 en la misma revista indicaba que un lavado con el Listerine de toda la vida podía reducir la tasa de contagio de la gonorrea a la mitad.

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