Los accidentes domésticos son una causa común de consulta en Urgencias, sobre todo entre los niños. No es infrecuente que, en el transcurso de sus juegos, objetos extraños acaben dentro de sus orejas o de su nariz. Pero el caso de Xavier Cunningham, un niño de 10 años de Misuri (EEUU), fue mucho más grave.

El muchacho fue ingresado tras un aparatoso accidente que, en cualquier otra circunstancia, habría sido letal: un espetón de carne le atravesaba el cráneo por completo. Como en el caso precedente de Darius, un adolescente de 13 años al cual se le clavó un tornillo de 15 centímetros que le rozaba el cerebro, Xavier ha sobrevivido- pero por cuestión de milímetros.

Ambos casos empiezan con una estampa típicamente americana: jugando en una casa del árbol. En el caso de Xavier, la tragedia se precipitó al sufrir el ataque de un enjambre de avispas. Perdió el equilibrio, y cayó sobre la barbacoa que él y sus amigos preparaban el suelo. El espetón fijado al suelo le ensartó a la altura del pómulo y le dejó atrapado, según el medio estadounidense LiveScience.

El niño fue llevado al hospital con el utensilio a cuestas y fue preparado para una cirugía delicada que requeriría horas. Según datos de neuroimagen, la brocheta había pasado justo por debajo de la cavidad craneal y salía por el cuello, cuenta el Dr. Koji Ebersole, director de Neurología Endovascular en la Universidad de Kansas

Según los informes, el pincho no llegó a rozar los vasos sanguíneos más delicados, ni siquiera la arteria carótida o la arteria vertebral. Como ya sucedió con el caso de Darius, tan solo un milímetro de distancia habrían podido significar la muerte del pequeño, explica Ebersole.

Además, la brocheta tampoco lesionó otras estructuras más delicadas aún si cabe, como el cerebro, el tronco encefálico y los troncos nerviosos principales o pares craneales. De hecho, la trayectoria del mismo tan solo podía ser una entre un millón, según el neurocirujano principal que operó al niño.

Finalmente, el espetón pudo ser retirado sin complicaciones. Al día siguiente, el pequeño pudo retomar su vida normal. No precisó nuevas reintervenciones, sino tan solo una pequeña tirita en la zona de entrada.