Junto a la muerte de un ser querido o la pérdida del trabajo, un divorcio es uno de los acontecimientos más estresantes de la vida de cualquier persona. Sucesivos estudios han establecido que tanto las separaciones como los despidos, e incluso las discusiones continuas en el hogar, pueden provocar daños neurológicos a largo plazo que aumentan a su vez el riesgo de padecer demencia. Asimismo, otros estudios han vinculado el divorcio con un aumento de riesgo de muerte prematura.

Ahora, un nuevo trabajo publicado en Annals of Behavioral Medicine sugiere cuáles serían las dos razones mayoritarias para aumentar dicho riesgo de muerte: un mayor riesgo de acabar fumando y un menor nivel de actividad física. Ambos factores aunados provocarían una significativa reducción de la esperanza de vida.

Como comenta Kyle Bourassa, estudiante de doctorado en psicología de la Universidad de Arizona y autor principal de este trabajo, es de sobra conocida la relación entre el estado civil y la salud física y psicológica. Y también es conocido que el divorcio empeora ambas, aunque las causas por las cuales se produce tal reducción de la salud no estaban del todo claras hasta ahora.

Agosto, el mes con más divorcios

Bourassa hace hincapié en el concepto de satisfacción con la vida, una importante variable psicológica que alteraría los comportamientos. Para llegar a estas conclusiones, los investigadores usaron datos del Estudio Longitudinal Inglés del Envejecimiento, un estudio de salud a largo plazo realizado en adultos de más de 50 años de Reino Unido en el cual se incluyen datos de participantes recopilados cada dos años desde que se inició el trabajo en 2002.

Se analizaron datos de 5.786 participantes, de los cuales 926 estaban divorciados o separados y no se habían vuelto a casar, mientras que el resto estaban casados. Se analizó la satisfacción con la vida, la realización de ejercicio físico y el tabaquismo de todos los participantes mediante encuestas autoinformadas, y se midió su función pulmonar y sus niveles de inflamación.

Además, también se registraron las muertes durante el período de estudio, descubriéndose que aquellos individuos separados o divorciados tenían hasta un 46% más de riesgo de morir de forma prematura que los participantes casados.

Según los resultados extraídos del estudio, los participantes divorciados o separados, sobre todo las mujeres, afirmaban poseer una menor satisfacción con la vida en comparación a los individuos casados. Además, dicha insatisfacción a su vez provocaba menores niveles de actividad física, algo que se sabe que tiene relación con un mayor riesgo de muerte prematura. Por otro lado, los divorciados o separados también tenían más probabilidades de fumar, dando lugar a una nociva disminución de la función pulmonar.

Una pareja pendiente de tí

Aunque el estudio sí detecta relación entre los divorcios y el consumo de tabaco y la menor actividad física, las razones para que se produzcan tales riesgos se desconoce. Una posible explicación, según los investigadores, es que los individuos divorciados ya no tienen parejas que los hagan sentir responsables por sus hábitos en general y de su salud en particular. En otras palabras, los divorciados se echarían a perder sin un "control" externo.

Bourassa pone el ejemplo del tabaco, donde uno de los cónyuges no fuma y el otro sí, algo que suele provocar que el individuo no fumador anime al otro a dejar el hábito. Sin embargo, tras el divorcio, este control sobre la salud se pierde. Por ello, los investigadores sugieren que en futuros trabajos debería tenerse en cuenta estos roles sobre los comportamientos de la salud, al mismo nivel que la dieta o el consumo de otros tóxicos como el alcohol.

Así mismo, también consideran que sería importante determinar si estos hallazgos sobre tabaco y actividad física se extrapolarían a parejas divorciadas más jóvenes, dado que el trabajo actual tan solo tuvo en cuenta a individuos de más de 50 años.

Además, el divorcio no siempre acaba conduciendo a resultados negativos sobre la salud, dado que existen relaciones tóxicas que producen precisamente el efecto contrario: una mejor calidad de vida y la satisfacción con la misma tras la ruptura de la relación.

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