Aunque hoy en día se conocen muchos de los factores de riesgo que pueden acabar sobreviniendo en una demencia a largo plazo, aún se cuentan por millones los casos de individuos con dicha dolencia y los que corren el riesgo de sufrirla.

Ahora, según un nuevo estudio publicado en el Journal of Neurology, Neurosurgery & Psychiatry, podría añadirse un nuevo factor de riesgo más a la ya abultada lista, o más bien un factor protector. Según este análisis llevado a cabo con alrededor de 800.000 personas, contraer matrimonio reduciría el riesgo de demencia hasta un 42%.

Si bien es cierto que casarse o no es una decisión muy personal, y que no todos los individuos están a favor de dicha unión a largo plazo, este nuevo trabajo aseguraría que más allá del terreno personal el matrimonio tiene implicaciones cognitivas significativas.

La investigación, a cargo del psiquiatra Andrew Sommerland y sus colegas del University College de Londres, analizó datos de 15 estudios que reunieron a un total de 812.047 participantes de Estados Unidos, Europa, Sudamérica y Asia. El objetivo en este caso fue analizar las consecuencias del estado civil de todos estos individuos, detectando que permanecer soltero toda la vida aumentaba el riesgo de demencia en un 42% respecto al estado civil opuesto, teniendo en cuenta factores como la edad y el sexo, entre otros.

Asimismo, los individuos viudos también aumentaron su riesgo de demencia, en este caso un 20% más que aquellos que permanecieron casados durante todo el periodo de estudio. Sin embargo, según este trabajo, las personas divorciadas no mostraron ninguna asociación con un aumento del riesgo de demencia; aunque los investigadores sugieren que esto podría deberse al hecho de que había pocos individuos divorciados dentro del total de participantes analizados.

¿Es el matrimonio una protección contra la demencia?

Aunque en un primer momento pueda parecer que el simple hecho de unirse en matrimonio pueda otorgar un beneficio o protección para la salud del cerebro, los investigadores sugieren que dicha relación sería un poco más compleja, ya que la protección antidemencia vendría otorgada por todo lo que se asocia a la vida conyugal.

Por ejemplo, según afirma Sommerland, las personas casadas tienden a adoptar estilos de vida más saludables y son más comprometidos socialmente, lo que explicaría su menor riesgo de demencia.

Por otro lado, los investigadores no han podido sacar conclusiones causales respecto a los resultados de su estudio, ya que sólo se trata de un estudio observacional y no un ensayo clínico como tal. Sin embargo, dichos resultados se mantendrían en la misma línea que los de otros trabajos donde se aseguraba que el aumento de la participación social y familiar puede evitar o reducir la demencia, e incluso reducir el riesgo de muerte prematura.

Desde hace tiempo se sabe que poseer redes de interacción social potentes disminuyen el riesgo de demencia en comparación a aquellos individuos que sienten soledad. Sin embargo, las razones por las cuales sucede esto aún se desconocen, aunque las hipótesis que se barajan implican que el disfrute de la vida en general, y de la vida en pareja en particular, darían lugar a un estímulo cognitivo no tenido en cuenta anteriormente cuando se pensaba en el matrimonio.

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