No hay discusión posible: el ejercicio físico es un ingrediente indispensable, a cualquier edad, para mantenerse saludable. Con todo, hay quien se sigue resistiendo desplegando la coletilla de excusas clásicas de tono jocoso: que "hacer deporte cansa", que "sudar es desagradable", y la guinda, alegar la "alergia al ejercicio".

Sin embargo, esta última excusa tiene base científicas. La alergia a hacer ejercicio es un fenómeno totalmente real, y lo describe el reciente caso del joven Joe O'Leary del que se hace eco el portal Popular Science.

Reacción alérgica en el gimnasio

Según la publicación estadounidense, O'Leary acudió a cenar una pizza con sus padres el pasado marzo de 2015. Después acudió al gimnasio a hacer un poco de ejercicio en la bicicleta elíptica. A la media hora de llegar, el joven empezó a sentir lagrimeo, problemas respiratorios y finalmente hinchazón de ambos ojos que se extendió a parte de su cara.

O'Leary tuvo que acudir a urgencias, donde recibió una dosis de corticoides y antihistamínicos por vía intravenosa tras ser diagnosticado de una reacción alérgica. Se pensó en un momento en que se trataba de la sintomatología secundaria provocada por algún alimento consumido, pero la realidad resultó ser más extraña.

El joven había sufrido una reacción alérgica a causa de la combinación entre los alimentos y la realización de ejercicio físico, algo que los médicos diagnosticaron como anafilaxia inducida por el ejercicio. Dicha condición suele asociarse al consumo de alimentos como tomates, pimientos, soja y frutos secos antes de hacer ejercicio.

De hecho, esta condición médica no es nueva. Ya fue descrita en el año 1979 y se sabe que puede afectar a 50 de cada 100.000 individuos. Sin embargo, aún no se sabe por qué se produce tal reacción alérgica al combinar determinados alimentos con el ejercicio físico.

Pero hay hechos conocidos. La anafilaxia inducida por el ejercicio puede producirse al combinar ciertos alimentos con el ejercicio físico en el 30-50% de los casos. También puede llegar a ocasionarse por la realización de un ejercicio intenso tras tomar fármacos como la aspirina.

Por su parte, algunas mujeres tan solo experimentan el trastorno en determinados momentos de su ciclo menstrual, cuando existen elevados niveles de estrógenos en sangre. Todos los casos comparten algo en común: el ejercicio físico.

La desconocida conexión entre esfuerzo y alergia

Por otro lado, se desconoce qué cantidad aproximada de ejercicio físico es necesaria para desencadenar una reacción alérgica de estas características, aunque si parece que las personas que se encuentran en mejor forma física suelen tardar más en sufrirla. Asimismo, el tipo de ejercicio realizado es indiferente, pues tanto correr como bailar o hacer bicicleta han demostrado poder desencadenar el cuadro clínico.

Aunque no se sabe por qué el ejercicio causa alergia, existen algunas teorías al respecto. El aumento del flujo sanguíneo podría estimular a las células del sistema inmune, o puede que las proteínas intestinales cambien su comportamiento durante dicho ejercicio al interactuar con algunos alimentos. Otra posibilidad: el ejercicio aumenta la absorción intestinal, y las sustancias capaces de desarrollar una reacción alérgica tendrían más fácil el camino hacia la sangre en este estado.

Saber la causa cierta es complejo, pues actualmente no se dispone de modelos animales ni humanos donde estudiarla. Aunque, eso sí, el diagnóstico es relativamente sencillo si se conoce la entidad, por lo que el tratamiento es también fácil una vez se sabe cómo se ha producido la reacción. Consiste en evitar determinados alimentos y/o medicamentos, o bien no combinarlos con el ejercicio físico, además de llevar siempre medicación anti-alérgica encima por si acaso.

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