Después de observar a varias mujeres masturbarse hasta llegar al orgasmo, el ginecólogo Ernst Gräfenberg reportó que algunas de ellas expulsaban un líquido a través de la uretra, citando sus propias palabras, "a borbotones".

Para referirse a este fenómeno, los ingleses usan la voz squirting, equivalente a chorreo, y los franceses hablan de femme fontaine o mujer fuente.  Esto da una idea del poco consenso científico que existe sobre el asunto, pese a que lleva describiéndose en la literatura médica desde tiempos de Galeno. Y además, en todas las culturas, desde la Grecia antigua a la China taoísta pasando por India o África.

Hoy en día, el desconocimiento científico sobre las bases fisiológicas de este tipo de eyaculación femenina se une al auge que la pornografía ha dado al término. Como consecuencia, existe gente como el actor porno retirado Marcus London, que se ha bautizado a sí mismo como el Rey del Squirt y asegura que puede enseñar a los hombres una técnica que provocará a su pareja, a cualquier pareja, un orgasmo de este tipo.

La discusión académica

Hay dos teorías clásicas acerca del squirting. Gräfenberg sugirió en 1950 que se trataba de un fenómeno peri-orgásmico, aunque no relacionado con un exceso de lubricación. Por otro lado, William Masters y Virginia Johnson sugieren que en realidad no es más que un tipo de incontinencia urinaria, estimulada por el placer sexual.

Está la cuestión de fondo de las diferencias fisiológicas. En los años 90, Milan Zaviacic, un médico eslovaco que dedicó su vida al estudio de las expulsiones uretrales femeninas, identificó, tras realizar más de 150 autopsias y exámenes ginecológicos, que algunas mujeres poseían una especie de próstata situada a lo largo de la uretra. Otros estudios, aunque todos con más de 15 años de antigüedad, apuntan también a esta posibilidad.

En 2011, sin embargo, un trabajo llevado a cabo en México por Alberto Rubio Casillas, de la Universidad de Guadalajara, destapó nuevos interrogantes. Este médico analizó a una participante voluntaria de 43 años para demostrar que una cosa era la eyaculación y otra muy distinta el squirting. "La verdadera eyaculación femenina es la liberación de un líquido blanquecino, espeso y muy escaso, mientras que el squirting es la expulsión de un fluido diluido desde la vejiga urinaria", dicen en este texto, publicado en el Journal of Sexual Medicine.

Otros autores también apuntan en este sentido, aunque advierten que el líquido expulsado no debe confundirse con la orina, ya que contiene también secreciones prostáticas femeninas (como el antígeno PSA) y, además, su color suele ser transparente en lugar de amarillo.

¿Puede controlarse el chorro?

En uno de los últimos trabajos publicados al respecto, el ginecólogo francés Samuel Salama sugiere que "las mujeres que no deseen emitir líquido, debido a la molestia o para la gestión de la ropa de cama", orinen antes -o durante una pausa en el transcurso- del encuentro sexual.

Otra de las cuestiones que los investigadores han tratado de responder es cuán común es el squirting. Las cifras al respecto son lamentablemente heterogéneas, probablemente debido a la confusión anteriormente relatada sobre ambos tipos de eyaculación. En una encuesta realizada en los años 90 a más de mil mujeres, un 40% reconocía haber emitido líquido durante un encuentro sexual. ¿Pero de qué tipo?

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Más concreto fue otro estudio de 2007, realizado en Austria por Florian Wimpissinger a 320 mujeres de 16 países que confesaban tener expulsiones de líquido en sus orgasmos. De éstas, el 12% eyaculaban sólo unas cuantas gotas, mientras un 40% reconocía expulsar cantidades superiores a los 150 mililitros. Es decir, cantidad suficiente para rellenar un bote de perfume.

El sexólogo checo Zlatko Pastor, en otro estudio de 2013, documenta cantidades de fluido entre 1 y 900 mililitros, aunque reconoce que las diferencias metodológicas eran bastante dispares. Del mismo modo, este científico checo distingue claramente entre eyaculación femenina e incontinencia coital.

Otro de los resultados destacados es que el 80% de las encuestadas reconocía que, tras las primeras expulsiones de fluido -la media de esta primera emisión estaba en los 24 años- su vida sexual mejoró.

De momento, hay interrogantes sobre el squirting que siguen sin resolverse. El principal, el mecanismo de expulsión del líquido, que sigue siendo inexplicable para los científicos. Para Salama, "existen varias hipótesis", para razonar que el cuerpo permita eyacular y orinar al mismo tiempo, quizá "un mecanismo neurológico central que desactive simultáneamente la zona necesaria para el orgasmo, situada en la corteza fronto-parietal, y una de las que controlan la micción, situada en el lóbulo frontal y adyacente a la primera".

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