Los embutidos se encuentran entre las carnes menos recomendadas por profesionales de la salud.

Los embutidos se encuentran entre las carnes menos recomendadas por profesionales de la salud.

Nutrición

Este es el peor embutido del supermercado en España: el aviso de los expertos

Aunque pueden ser una fuente de proteínas y disfrutarse ocasionalmente, su ingesta regular ha suscitado preocupaciones entre médicos y nutricionistas.

25 febrero, 2024 01:44

Los embutidos y carnes procesadas, especialmente las salchichas de Frankfurt, se encuentran en el punto de mira de la comunidad científica y de la salud pública. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha clasificado estos productos dentro de la categoría de alimentos potencialmente cancerígenos, provocando una alarma global sobre su consumo habitual.

Este llamado a la acción se fundamenta en estudios realizados por instituciones prestigiosas, como la Universidad de Harvard, que sugieren la necesidad de reemplazar estos productos por alternativas más saludables para asegurar una dieta equilibrada y prevenir enfermedades crónicas.

Aunque estos alimentos pueden ser una fuente conveniente de proteínas y disfrutarse ocasionalmente, su ingesta regular ha suscitado preocupaciones en la comunidad médica y nutricional.

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Uno de los problemas más destacados es el contenido de nitritos y nitratos en los embutidos, incluidas las salchichas de Frankfurt. Estos compuestos se utilizan como conservantes para mantener el color rojo característico de la carne y prevenir el crecimiento bacteriano.

Sin embargo, estudios han demostrado que bajo ciertas condiciones, estos pueden convertirse en nitrosaminas, compuestos potencialmente carcinógenos, tal y como señalan desde la Organización de Consumidores y Usuarios. Incluso un estudio publicado en el International Journal of Cancer sugiere una asociación entre la ingesta de nitrosaminas y un mayor riesgo de ciertos tipos de cáncer, como el cáncer gástrico.

Además, la presencia de compuestos como la L-carnitina y el hierro hemo, así como metabolitos derivados de la digestión como el N-óxido de trimetilamina (TMAO), se ha asociado con un incremento en el riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2 y enfermedad renal crónica.

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El problema de este embutido en concreto es que se encuentra entre los de peor calidad del mercado y entre los más perjudiciales para la salud cardiovascular, ya que contiene un alto porcentaje de grasa. El fiambre puede contener hasta un 50% de sales y aditivos, además de una cantidad de grasa en su composición que oscila entre un 20% y un 27%.

Por eso el alto contenido de grasas saturadas en algunos embutidos, como las salchichas de Frankfurt, también plantea preocupaciones. Estas pueden contribuir al aumento de los niveles de colesterol LDL ('malo') en la sangre, lo cual es un factor de riesgo conocido para enfermedades cardiovasculares.

Algunas investigaciones, incluyendo un estudio reciente en el Journal of the American Heart Association, han encontrado una correlación entre el consumo de grasas saturadas y el incremento del riesgo de enfermedad coronaria.

Carnes procesadas y cáncer

"Si bien es posible que los embutidos y la carne procesada sean deliciosos en ocasiones, es importante no depender en exceso de ellos en la dieta diaria. La incorporación de una amplia gama de alimentos frescos y nutritivos, como frutas, verduras, granos enteros y proteínas magras, puede contribuir a una mejor salud a largo plazo", destaca Concepción Martínez, nutricionista-dietista.

Los estudios epidemiológicos han confirmado estas asociaciones, destacando que un incremento en el consumo de carne roja y procesada está directamente relacionado con un aumento del 22% en el riesgo de enfermedad cardiovascular aterosclerótica por cada 1,1 ración diaria adicional.

En el ámbito del cáncer, investigaciones específicas han revelado un vínculo significativo entre el consumo de carne procesada y un mayor riesgo de cáncer de mama, con un estudio de la Universidad de Glasgow señalando un aumento del riesgo en mujeres que consumían más de nueve gramos de carne procesada al día.

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En realidad, la controversia sobre el consumo de este tipo de carnes comenzó cuando la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC), parte de la OMS, clasificó las carnes procesadas como carcinógenas para los humanos (Grupo 1), basándose en evidencia suficiente de que su consumo causa cáncer colorrectal.

Frente a esta realidad, la recomendación de la OMS de moderar el consumo de embutidos y carnes procesadas y optar por alternativas más saludables se hace más relevante que nunca. La necesidad de una dieta balanceada es esencial para prevenir enfermedades crónicas y promover una salud óptima. La elección de fuentes de proteínas de mejor calidad, como aves, pescado y legumbres, frente a las carnes rojas y procesadas, puede marcar una diferencia significativa en la salud a largo plazo.

Además, el alto contenido de sal en los embutidos es otro factor de riesgo para la salud. La sal (cloruro de sodio) se añade a estos productos no solo por su sabor sino también por sus propiedades conservantes.

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Sin embargo, el consumo excesivo de este componente se ha vinculado con la hipertensión arterial, tal y como señala la Sociedad Española de Cardiología, una condición que incrementa el riesgo de enfermedades cardiovasculares. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda limitar la ingesta de sodio para reducir el riesgo de hipertensión y enfermedades relacionadas.

El impacto de los embutidos en la diabetes tipo 2 es otra área de preocupación. Un metaanálisis publicado en The American Journal of Clinical Nutrition encontró que un mayor consumo de carnes procesadas está asociado con un riesgo incrementado de desarrollar diabetes tipo 2.

Los mecanismos exactos detrás de esta asociación son complejos, pero pueden incluir la inflamación y el estrés oxidativo inducido por componentes de estas carnes, como los nitritos. Un efecto que se potencia por la relación entre el consumo en exceso de este alimento y la obesidad, que es un factor de riesgo conocido para varias enfermedades crónicas, incluyendo enfermedades cardíacas, diabetes tipo 2 y ciertos tipos de cáncer.