La acerola, conocida también como Malpighia punicifolia L., es una pequeña joya de la naturaleza que ha captado la atención de la comunidad científica y las compañías farmacéuticas en los últimos años por su asombrosa concentración de vitamina C. Aunque se asemeja a una cereza en tamaño y forma, esta fruta de otoño, cuando madura, se llena de color rojo o amarillo y posee un sabor agridulce y una textura carnosa.

Originaria de la región mediterránea, Oriente Medio y Asia occidental, la acerola ha encontrado su hogar en América del Sur, especialmente en Brasil, que lidera la producción mundial de esta fruta. Su fácil cultivo en lugares soleados o semisoleados, su resistencia al frío y la escasa necesidad de riego la convierten en una joya de la agricultura.

Beneficios nutricionales de la acerola

La verdad es que la acerola es una verdadera potencia nutricional, y su mayor atractivo reside en su contenido de vitamina C. Esta fruta contiene entre 695 y 4.827 mg de vitamina C por cada 100 gramos, tal y como revela este estudio. Esto la sitúa en un nivel sorprendentemente superior al de la naranja o el limón, que contienen aproximadamente de 15 a 30 mg por cada 100 gramos.

La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) reconoce el papel fundamental de la vitamina C en la reducción del cansancio y la fatiga. Además, contribuye al funcionamiento normal del sistema inmunitario, especialmente durante y después del ejercicio físico intenso, siempre que se consuman 200 mg de vitamina C al día en adición a la ingesta recomendada. A partir de los 18 años, la EFSA aconseja una cantidad diaria de 110 mg para los hombres y 95 mg para las mujeres.

Acerola. Pexels.

La vitamina C es esencial para el organismo, ya que contribuye a la formación normal de colágeno, vital para el funcionamiento de los vasos sanguíneos, huesos, cartílagos, encías, dientes y piel. También desempeña un papel clave en el metabolismo energético, el funcionamiento del sistema nervioso y la protección de las células contra el daño oxidativo. Además, ayuda a la regeneración de la vitamina E en su forma reducida y mejora la absorción de hierro.

Pero la acerola no solo destaca por su vitamina C. También es una fuente de otros nutrientes esenciales como hierro, calcio y fósforo. En concreto, contiene aproximadamente 0,24 mg de hierro, 11,7 mg de calcio y 17,1 mg de fósforo por cada 100 gramos. Además, aporta proteínas, grasas y vitaminas del grupo B, como la tiamina (vitamina B1) y la riboflavina (vitamina B2).

De igual modo, esta fruta contiene 0,21 gramos de proteínas por cada 0,23 gramos de grasa y 8,7 mg/100 g de piridoxina, también conocida como vitamina B6. En menor medida aporta otros nutrientes como la tiamina (vitamina B1) y la riboflavina (vitamina B2). La primera es un nutriente esencial que desempeña un papel fundamental en el metabolismo de los carbohidratos; convertir los azúcares y los carbohidratos en energía utilizable para el cuerpo. En otras palabras, sin tiamina, nuestro cuerpo no podría obtener la energía necesaria a partir de los alimentos que consumimos.

En cuanto a la riboflavina, o vitamina B2, esta desempeña un papel crucial en el metabolismo, ya que también está involucrada en la conversión de los alimentos que ingerimos en energía. Además, juega un papel esencial en el mantenimiento de la piel, los ojos y las membranas mucosas saludables. La riboflavina también actúa como un antioxidante, ayudando a proteger nuestras células del daño causado por los radicales libres. Esta vitamina es esencial para el crecimiento y la reproducción celular, lo que la convierte en un componente esencial para la regeneración de tejidos.

Una deficiencia de tiamina puede llevar a una enfermedad conocida como beriberi, que causa síntomas como debilidad muscular, fatiga, pérdida de apetito y daño al sistema nervioso. En casos graves, la falta de tiamina puede incluso afectar el corazón. Por lo tanto, la tiamina es esencial para mantener un sistema nervioso saludable y garantizar que nuestras células obtengan la energía necesaria.

Otros trabajos destacan distintos componentes de la acerola como el ácido ascórbico como antioxidante y cicatrizante; y la pectinmetilesterasa, a la que se la atribuyen beneficios como el de la disminución de los niveles de glucosa y colesterol en sangre. "Aunque sea algo desconocida en España, siempre la recomiendo como postre, aunque debido a su acidez, hay gente a la que no le parece gustosa, por lo que se lo permito en zumos. Aunque se pierdan nutrientes por el camino, tiene tanta vitamina C que es más que suficiente", señala Concepción Martínez, nutricionista-dietista.

Cómo tomar la acerola

La versatilidad de la acerola la convierte en un alimento perfecto para incorporar en nuestra dieta diaria. Su sabor agradable y su textura refrescante la hacen ideal para el consumo directo después de las comidas, como aperitivo o incluso para elaborar dulces.

En América del Sur, la acerola es muy popular y se utiliza para hacer zumos, mermeladas, helados, compotas, gelatinas, confituras, dulces y licores. También se puede tomar como complemento alimenticio, siguiendo las indicaciones apropiadas.

Es importante tener en cuenta, sin embargo, que la vitamina C es un compuesto que se oxida con facilidad. Los tradicionales zumos de naranja o limón tienden a perder su contenido de vitamina C en cuestión de horas, especialmente si se desecha la cáscara, donde se encuentra la mayor concentración de este nutriente. En promedio, solo consumimos el 26% de la vitamina C al exprimir una naranja o acerola.

En períodos de mayor actividad física o cuando necesitamos un impulso adicional de vitamina C para combatir el cansancio y la fatiga, los complementos pueden ser una solución adecuada. Es aquí donde la acerola ofrece una fuente natural y potente de vitamina C que puede ayudar a mantener niveles óptimos de este nutriente en cualquier época del año.