Consumir pescado y marisco sigue siendo una recomendación nutricional valiosa pese al problema de la contaminación por metales pesados. Los productos de la pesca están inevitablemente expuestos, por su alimentación y el entorno en el que viven, a acumular materias tóxicas como el mercurio. Dado que el organismo no es capaz de eliminarlo, los peces carnívoros más grandes y longevos, como el atún o el pez espada, serán los de mayor riesgo. Pero al mismo tiempo, son fuentes de ácidos grasos omega 3 y proteínas de calidad a los que no hay por qué renunciar.

Para llevar una dieta saludable reduciendo al mínimo los riesgos, la recomendación oficial tanto del ministerio de Sanidad como de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición es de tomar tres o cuatro raciones semanales. Es preferible alternar las especies entre pescados grasos (azules), pescados magros (blancos), mariscos y crustáceos, y evitar los peces de riesgo cuando el consumidor es un niño pequeño o una mujer embarazada, ya que el mercurio es especialmente dañino cuando el sistema nervioso está en desarrollo.

Estas son, sin embargo, las reglas generales: conocer mejor el nivel de contaminación de las especies más consumidas en España ayudaría al consumidor a tomar decisiones mejor informadas sobre su alimentación, y a llevar una dieta más sostenible a partir de productos de proximidad. Ahora, un estudio del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC) identifica qué pescados del Mediterráneo cumplen mejor los valores límites de metilmercurio recomendados por la UE, y son por tanto más recomendables para el consumo habitual.

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El estudio ha sido publicado en la revista Environmental Pollution, y se basa en el análisis de más de 1.300 ejemplares de 58 especies de pescado y marisco que se comercializan de forma habitual en mercados locales de España, Italia y Francia. Los ejemplares de 13 especies presentaron de forma consistente concentraciones de mercurio por debajo de las recomendadas como seguras por la Unión Europea.

La lista de los trece pescados señalados por su baja concentración de metales pesados es la siguiente: la sardina, el boquerón, la bacaladilla, el caramel (o gerret), el besugo, la dorada, el galán, el salmonete de roca, el serrano, la corvina, la salpa, la lampuga y el calamar. Los mercados de los que procedían se localizaban en ciudades costeras del Mediterráneo: Menorca, Mallorca, Ibiza, Alicante, L'Ametlla de Mar, L’Ampolla, Génova, Civitavecchia, Alguer y Marsella.



"Consumir estas especies minimiza nuestra ingesta de mercurio, que es el precio a pagar al comer pescado. Además, estos peces tienen una buena cantidad de ácidos grasos insaturados, que son más beneficiosos desde un punto de vista nutricional", explica mediante un comunicado el investigador del IDAEA-CSIC Joan O. Grimalt. Estos peces, curiosamente, ocupan distintos niveles tróficos -la cadena alimentaria- en el ecosistema del Mediterráneo, pero coinciden en presentar bajos niveles de metilmercurio. 



Grimalt ha recordado que el mercurio resulta tóxico y dañino para los riñones, pulmones y sistema cardiovascular y nervioso, sobre todo de mujeres embarazadas y población infantil. Debido a sus propiedades físico-químicas, el mercurio puede transportarse a largas distancias y depositarse en ecosistemas acuáticos, donde es absorbido por peces y otros organismos. Sin embargo, restringir el consumo semanal de pescado a estas trece especies lograría reducir la acumulación de metilmercurio a entre el 49% y el 70% del máximo recomendado por la UE.



"La mayoría del mercurio que es ingerido por la población humana proviene, precisamente, del consumo de pescado y marisco", explican los investigadores del CSIC. "Según estos resultados, las autoridades sanitarias deberían prestar especial atención a las especies de pescado y marisco con los niveles de mercurio más elevados y hacer recomendaciones sanitarias preventivas adecuadas, especialmente para las mujeres embarazadas y los niños", ha concluido Grimalt.