El ajo (Allium sativum) se utiliza mucho como aromatizante en la cocina, pero ha cumplido un interesante papel como medicina a lo largo de la historia antigua y moderna. Es un alimento estrechamente relacionado con otras especies, como la cebolla, el cebollín, o el puerro, también muy presentes en la gastronomía española.

Sin duda, se trata de un alimento con muchas propiedades, muy nutritivo y bajo en calorías. Es rico en manganeso, vitamina B6, vitamina C, selenio y fibra. En menor medida, también aporta calcio, cobre, potasio, fósforo, hierro y vitamina B1. Con solo un diente al día, lo que equivale a unos 3 gramos, es posible disfrutar de sus beneficios.

Su historia junto al ser humano es muy larga. Se sabe que ya se utilizó en el Antiguo Egipto tanto con fines culinarios como por sus beneficios terapéuticos. También en Grecia, donde Hipócrates -conocido hoy como el padre de la medicina occidental- lo recomendaba, allá por el siglo IV a.C. para tratar problemas respiratorios, parásitos, mala digestión y fatiga.

Toda esta historia le ha hecho merecedor de una gran fama. Si bien es cierto que tiene sus detractores son tan numerosos como sus partidarios, entre los que se encuentra quien escribe estas palabras. Una división de opiniones que tiene mucho que ver con su potente sabor y el fuerte olor con el que obsequia a quien lo come. Para unos y para otros, a continuación, vamos a ver qué le puede ocurrir a nuestro organismo si decidimos comer un poco de ajo cada día.

Atracción o repulsión

Como hemos señalado, para muchos, el olor a ajo resulta insoportable, como si fueran vampiros. Sin embargo, un estudio parece contradecir esa reacción. Según publicó la revista Science Direct, los hombres que consumen ajo crudo o suplementos de ajo tienen un olor corporal que las mujeres perciben como más atractivo que el de los que no comen ajo después de 12 horas. Por tanto, comer un poco de ajo cada día, eso sí, acompañado de algún enjuague bucal que reduzca el olor, puede aumentar el atractivo de los hombres.

Más fuertes contra enfermedades

Algunos trabajos han constatado que el ajo en tubos de ensayo puede matar las células cancerosas. Un estudio con más de 40.000 mujeres de mediana edad encontró que aquellas que consumían ajo con regularidad, tenían un 35% menos de riesgo de cáncer de colon. Si bien algunos estudios sobre las propiedades de refuerzo de la inmunidad del ajo utilizaron suplementos, otros encontraron que sus beneficios se obtienen mejor comiendo ajo fresco.

También, el ajo ayuda a prevenir el resfriado común al aumentar su inmunidad, con una sola dosis diaria que reduce sus posibilidades de contraerlo hasta en un 63%, según un estudio publicado en la revista Advances in Therapy. Este efecto se une a que entre quienes no escapan del resfriado, su consumo puede ayudar a reducir su duración entre un 60% y un 70%.

Un potente antiinflamatorio

Las investigaciones han demostrado que el ajo funciona como antiinflamatorio. Los científicos creen que la inflamación crónica es un impulsor de las enfermedades crónicas, entre ellas, la artritis.

El ajo, por otro lado, ayuda a inhibir la actividad de ciertas proteínas inflamatorias. En un estudio aleatorizado, controlado y doble ciego de 70 mujeres con artritis reumatoide, una enfermedad autoinmune inflamatoria, el grupo que tomó 1.000 miligramos de suplementos de ajo por día durante ocho semanas tuvo marcadores inflamatorios más bajos, menos dolor y fatiga, y menos articulaciones sensibles.

Además, más allá de comerlo, las personas que sufren dolor e inflamación de articulaciones o músculos doloridos e inflamados, pueden frotarse con su aceite para reducir la inflamación.

Mejora la salud cardiovascular

Las investigaciones indican que puede tener un impacto positivo en las arterias y la presión arterial. Los investigadores creen que los glóbulos rojos convierten el azufre del ajo en sulfuro de hidrógeno que expande nuestros vasos sanguíneos, lo que facilita la regulación de la presión arterial.

Algunas prevenciones

Los beneficios para la salud del ajo son abundantes, pero abusar de él puede generar problemas. Entre ellas, hinchazón, diarrea, olor corporal, mal aliento y malestar estomacal.

Ciertos compuestos que se encuentran en el ajo crudo pueden irritar el tracto digestivo, lo que podría causar una sensación de ardor en el pecho o el estómago. Por eso, las personas que sufran enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE) deben limitar el consumo de ajo para prevenir la acidez.

Noticias relacionadas