Desde hace no mucho, en España nos estamos familiarizando con nuevos conceptos en torno a la nutrición. Como si estuviéramos haciendo una especie de cursillo avanzado de alimentación, en el que aprendemos casi a marchas forzadas lo que realmente significan términos como "productos light", "producto ecológico", "alimentos 0% grasas" o bajos en sal y cómo no, la famosa palabra de "etiquetado nutricional".

Y es que, cada vez más, nos preocupamos por lo que comemos y por ende por nuestro peso y salud. Ya saben ustedes, la obesidad es la gran epidemia de este siglo XXI.

Por todo esto, intentamos cada vez hacer una compra lo más sana posible, pero para ello es necesario saber leer la etiqueta de los alimentos. No es tarea fácil pero una vez pillado el truco, seguro que aprendemos no solo a comprar sino también a comer más saludable. Porque ¿sabemos realmente leer correctamente la etiqueta nutricional de un producto?

La herramienta Nutri-Score

Oficialmente, el Ministro de Consumo anunció la implantación del sistema Nutri-Score para el primer cuatrimestre de 2021; un semáforo que nos informa de la calidad nutricional de los productos que compramos en el supermercado. La clasificación va desde la letra A (producto saludable) hasta la letra E (el menos saludable)

El pasado mes de agosto, un equipo de investigadores del CIBER de Obesidad y Nutrición (CIBEROBN), adscritos a la Universidad de Navarra y bajo la coordinación del catedrático de Salud Pública Miguel A. Martínez‐González que "el sistema usado para Nutri‐Score funciona en España, pues cuanto peor era la puntuación nutricional (menor calidad nutricional) más aumentaba el riesgo de mortalidad prematura".

Este sistema no obstante, tiene también sus detractores, pero como aseguró

el pasado mes de octubre la Organización de Consumidores y Usuarios,"es una herramienta desarrollada por un grupo de científicos independientes para dar respuesta a una necesidad real del consumidor y de las sociedades modernas".

Por su parte, y según afirma a EL ESPAÑOL Indira Paz Graniel, dietista-nutricionista y miembro adscrito a CIBEROBN, "el hecho de encontrar una minoría mal clasificada no es argumento para decir que no nos podemos fiar de este sistema ya que hay mucha ciencia detrás de este algoritmo, que sin duda mejorará con el avance de la ciencia y los puntos débiles que tiene y que puede mejorar".

Las claves de las etiquetas

A pesar de este sistema que es sin duda una gran ayuda para los compradores, es importante que tengamos en cuenta algunos aspectos básicos de la etiqueta de un producto. Eso sí, según aclara Paz Graniel, "lo primero que hemos de tener presente es que nuestra alimentación debe basarse en alimentos no procesados o con un mínimo procesamiento (frutas, verduras, legumbres, cereales integrales, frutos secos, aceite de oliva virgen extra, pescado, carnes de ave, lácteos sin azúcares añadidos y agua)".

Una vez dicho esto, vayamos ya con las dos-tres claves del etiquetado nutricional. "En el momento de leer las etiquetas de los productos debemos prestar atención por un lado a lista de ingredientes y por otro, a la información nutricional y nutrientes que nos están aportando", sostiene esta experta.

Cuantos menos ingredientes, mejor

En primer lugar, "el listado de ingredientes de un producto nos da una idea del nivel de procesamiento del mismo. En este sentido, cuanto menos extensa es la lista, menos procesado es el producto. Además aquellos ingredientes que aparecen al principio de la lista son los que están presentes en mayor porcentaje", explica Paz Graniel. También es importante recordar que "el nivel de prueba más elevado en términos de impacto sobre la salud concierne a los aspectos nutricionales (limitar el azúcar, la sal, favorecer las fibras, las frutas y hortalizas, las legumbres, etc.)".

Y en segundo lugar, "para aquellos que aún quieran analizar más, la tabla de composición nutricional obligatoria nos podrá dar información, por ejemplo, del contenido en azúcares", indica la nutricionista. Por ejemplo, en este artículo de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición, "se considera que el alimento contiene mucha sal si aporta más de 1,25g por cada 100g". Esto se puede ver en el etiquetado nutricional del producto.

Azúcares, grasas y harinas

"Es aconsejable evitar productos con azúcares añadidos", tal y como explican desde la Unidad de Obesidad de Quirónsalud Alicante, así como fijarnos en el tipo de grasa y harinas que contiene el producto. Según el informe, es mejor evitar los productos que tienen grasas trans (las llamadas grasas malas), siendo la mejor grasa el aceite de oliva.

Por detrás de éste "estarían los aceites refinados de oliva, girasol o coco, y las menos recomendables serían las trans (aceite de palma o palmiste y grasas hidrogenadas o parcialmente hidrogenadas)". Y por último, en cuanto a las harinas, según explica esa unidad de Quirónsalud, es preferible elegir "cereales y harinas 100% integrales o con elevado porcentaje de cereal integral".

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