La manzanilla es uno de los remedios naturales más utilizados en España. Desde que el mundo es mundo, las madres han preparado infusiones con esta hierba de la familia de las asteráceas para curar los más variopintos males. Los más habituales son el dolor de tripa y las náuseas. Pero también suele utilizarse para lavar los ojos a los niños que sufren reacciones alérgicas e incluso para dar brillo al cabello. Lo cierto es que, pese a que la manzanilla lleva utilizándose decenios, las evidencias científicas sobre su eficacia como tratamiento son realmente limitadas. 

Según confirma a EL ESPAÑOL Beatriz Robles, especialista en Seguridad Alimentaria y autora del libro Come seguro comiendo de todo (Planeta, 2020), no existen muchos estudios que hayan analizado sus efectos sobre el organismo de forma aislada. O lo que es lo mismo: no hay trabajos científicos robustos que hayan podido demostrar los efectos beneficiosos que se atribuyen a la manzanilla desde los tiempos de Maricastaña. 

Así lo señala el National Center for Complementary and Integrative Health, dependiente del National Institutes of Health (NIH), que también apunta que "la investigación ha encontrado que productos que contienen determinada combinación de hierbas, incluida manzanilla, pueden tener beneficios sobre los trastornos estomacales, en la diarrea en niños y para los cólicos en menores de un año, pero la manzanilla de forma aislada no ha demostrado ser eficaz". 

Robles también remite al portal Medline Plus, de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, en el que se apunta que la evidencia en cuanto al efecto sobre la indigestión, las náuseas, los vómitos o el dolor de garganta es "insuficiente". En el mismo también se señala que la manzanilla "es segura para la mayoría de personas pero no es probablemente segura tomada en cantidades medicinales durante el embarazo ya que puede producir aborto involuntario", advierte la experta, que también recomienda que se evite durante la lactancia. 

Entonces, ¿de verdad que tomar una infusión de manzanilla después de la comida no es beneficioso, tal y como habíamos pensado siempre? "Puede que tenga algún efecto sobre el malestar gástrico, que es típico de las comidas copiosas, pero con la evidencia disponible no se puede afirmar con rotundidad que sea eficaz", insiste Robles. 

Lo natural no siempre es bueno

Lo cierto es que el ser humano tiene la extraña costumbre de atribuir propiedades que no tienen a los más variopintos remedios naturales. Ocurre con el clásico vasito de agua con limón para "depurar" el organismo o con el diente de ajo en ayunas "para el corazón", entre otros. El asunto también lo trata Gemma del Caño en Ya no comemos como antes, ¡Y menos mal! (Paidós), el libro que esta farmacéutica y especialista en Seguridad Alimentaria e I+D acaba de publicar. 

"El uso de plantas con fines medicinales se denomina fitoterapia", escribe la especialista. "Actualmente la fitoterapia sigue teniendo éxito en herbolarios o remedios caseros para los que optan por soluciones más naturistas, si bien es cierto que dichos remedios son menos eficientes que los medicamentos de síntesis (esto es así, nos pongamos como nos pongamos)", añade. 

Y es cierto. Lo de preparar una infusión de manzanilla o de poleo tiene mucho de místico, de natural y de "toda la vida", pero los beneficios, en la mayoría de los casos, son más que cuestionables. "Muchas plantas medicinales contienen principios activos que tienen una acción biológica y, de hecho, estos principios activos pueden aislarse y concentrarse para producir medicamentos. La corteza de la quina contiene quinina, un antimalárico, y no hay más que pensar en el opio para entender que hay efectos realmente potentes", comenta Beatriz Robles. "Pero esto no implica que ese principio activo consumido a partir de una infusión vaya a tener el mismo efecto porque este depende de la dosis, la pureza, la forma química...".

Por último, la también divulgadora advierte de que este tipo de infusiones "muchas veces tienen más de ritual que de evidencia". Además, pese a su aparente inocuidad, estos remedios no están exentos de riesgos. "Los medicamentos están sometidos a un control que garantiza su eficacia y seguridad, algo que no ocurre con la fitoterapia, con la que no sabemos qué cantidad de principio activo estamos tomando ni si hay alguna contaminación, por ejemplo", finaliza. 

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