El táper es uno de esos complementos que acompaña a diario a los trabajadores en sus poco conciliadoras jornadas de turno partido. Éste artilugio que se inventó a mediados del siglo XX le sirve al empleado medio para ahorrarse unos euros del menú del día y, además, para comer platos caseros que, en el mejor de los casos, ayudan a llevar una dieta más sana y equilibrada que si se come fuera. El problema es que no siempre se limpian adecuadamente: vuelven llenos de restos de comida a casa o se olvidan durante días en el maletero. Como consecuencia, no es raro que aparezcan unas manchas complicadas de eliminar, sobre todo las que deja el tomate frito. En este punto surge una pregunta, ¿existe una fórmula para acabar con ellas?

Sobre este asunto reflexiona Beatriz Robles, tecnóloga de alimentos y dietista-nutricionista, en su nuevo libro Come seguro comiendo de todo. Según explica esta experta, si a la vuelta de las ocho horas de trabajo nos olvidamos el táper en el coche no una noche, sino unos días, la misión de conseguir dejarlo limpio, en el caso de que sea de plástico, puede convertirse en misión imposible. Pero este es un caso extremo, para el resto de situaciones hay solución. Éstos son los consejos de Robles para dejar como los chorros del oro la tartera

En primer lugar, cuanto antes se lave el recipiente, mejor. De esta forma será más fácil acabar con las manchas o evitar que aparezcan. Por eso, aunque se tenga que salir volando después de comer de nuevo al puesto de trabajo, no hay que olvidarse de rociar con un buen chorro de agua caliente la tartera, ya que así se facilita la limpieza de unas horas después en casa. En caso de que haya un estropajo comunitario en la oficina, la experta recomienda no usarlo, ya que se trata de un gran foco de gérmenes.

"Ten en cuenta que es probable que nadie se haya preocupado de cambiarlo (de desinfectarlo, ni hablamos) desde que se construyó el edificio", apunta sarcástica Robles en el libro. "Limítate a pasar el recipiente bajo el grifo y ya lo lavarás en condiciones en casa", añade.

Mejor el lavavajillas 

Una vez en el hogar, el mejor sistema de limpieza es el lavavajillas, según esta experta. No obstante, hay que asegurarse de que el recipiente se puede meter dentro de la máquina. Para comprobarlo, hay que buscar el símbolo de unos platos con unos puntitos encima (que representan un lavavajillas) impreso en el envase. 

En caso de lavarlo a mano, se recomienda no utilizar estropajos metálicos. La explicación: "Erosionan la superficie y en esas microgrietas es más fácil que puedan crecer microorganismo", señala Robles en el texto. Si con el jabón normal no se van las manchas de grasa, se puede aplicar algún producto antigrasa concentrado y dejar que actúe unos minutos antes de aclarar.  

Una vez que el táper está limpio, lo mejor es dejarlo secar al aire y aquí, ¡atención!: nunca se debe guardar con la tapa puesta para evitar que el envase absorba la humedad y que aparezcan malos olores. 

¿Y las manchas de tomate?

Éstas manchas pueden convertirse en un quebradero de cabeza. Frotas y frotas y no hay quién las haga desaparecer. Para combatirlas, Robles da un consejo: lo mejor es que nunca aparezcan. Para conseguirlo, o al menos intentarlo, esta tecnóloga de alimentos recomienda extender una fina capa de aceite en las paredes del táper antes de meter la pasta con tomate. 

En caso de que las manchas ya sean un tormento, hay algunos truco para tratar de eliminarlas, son tres: dejar la tartera unas horas con agua caliente y un chorro de vinagre, aplicar una solución de agua con bicarbonato y dejar que actúe durante una noche o llenar el táper de agua y añadir una cuchara de lejía apta para uso alimentario.

Después de unas horas, el recipiente debe aclararse "profundamente" y secar. Si aún después de aplicar alguna de estas mezclas las manchas de tomate no han desaparecido, el siguiente paso es la resignación. Cuando las manchas son permanentes, es que ha llegado el momento de cambiar de táper. También cuando aparezcan grietas, cortes o cuando la superficie interna se vuelva rugosa, ya que esas zonas son susceptibles de que crezcan de microorganismos.

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