Las sardinas en lata son un producto muy barato: se pueden encontrar, incluso, por menos de un euro y las más caras superan, por poco, los dos euros. Esta característica, junto con el hecho de que son conservas y no pescado fresco, puede hacer pensar a algunos consumidores que estas sardinas son un pescado de menor calidad. Sin embargo, esto no es así, este producto es un alimento saludable y muy interesante.

Este pescado es graso, es decir, se trata de un tipo de pescado azul. Estos se caracterizan por tener una buena proporción de grasas cardiosaludables, como los ácidos grasos omega-3. Estos nutrientes reducen el colesterol malo —conocido como lipoproteína de baja densidad o LDL, por sus siglas en inglés— y los triglicéridos que se encuentran presentes en la sangre. Por esta razón, la Sociedad Española de Cardiología (SEC) ha llegado a recomendar que comamos este tipo de pescado dos veces a la semana.

En este sentido, las sardinas en lata representan una manera muy sencilla de hacerlo. En una ración de sardinas se encuentra prácticamente el 100% de la ingesta diaria recomendada de omega-3, según la Fundación Española de Nutrición (FEN). Además, la sardina es fuente de proteínas de alta calidad. Al ser un pescado de pequeño tamaño —la talla mínima de este pescado son los 11 centímetros, según la Organización de Consumidores y Usuarios— acumula una baja cantidad de mercurio.

Los pescados más grandes, al alimentarse de otros pescados más pequeños, adquieren una mayor cantidad de mercurio. Por eso, tal y como se explica en este artículo de EL ESPAÑOL, es importante consumir más habitualmente pescado azul de pequeño tamaño como el boquerón y, por supuesto, la sardina. De todas formas, el contenido de mercurio en España está controlado por la leyes europeas y, por tanto, la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aecosan), asegura que comer en pescado en nuestro país es seguro y recomendable.

Los beneficios de las sardinas

Las sardinas, en general, destacan por contener un buen contenido de vitaminas del grupo B y D, pero, además, contiene minerales como el fósforo, el selenio y el yodo. Las que se venden en lata, sin embargo, tienen una peculiaridad: un nivel de calcio mayor a las demás. Según este artículo de EL ESPAÑOL, el tratamiento térmico que reciben durante su procesamiento hace comestibles las espinas, que son las que estarían cargadas de este mineral.

Las latas de estas sardinas suelen contener, además, aceites vegetales para conservar mejor el alimento. En este sentido, es posible que encontremos en las estanterías distintos tipos de estas sardinas. Estas conservas se sumergen en aceites vegetales y de ahí es donde parten las principales diferencias: unas contienen sólo aceite, otras salsa de tomate, otras escabeche e, incluso, las hay picantonas.

¿Cuáles son las mejores que podemos comprar? Aquellas que se vendan con aceite de oliva virgen extra. Este tipo de aceite se diferencia del aceite de oliva normal en que contiene un contenido de fenoles superior, según este artículo de EL ESPAÑOL. Estas sustancias tienen efecto antioxidante y un beneficio sobre la salud cardiovascular que refuerza el hecho de que este aceite contenga, como el pescado azul, un buen porcentaje de grasas insaturadas.

Las opciones del 'súper'

El aceite de oliva normal es refinado y, durante ese tratamiento, se han perdido en él un gran número de compuestos beneficiosos. Lo mismo pasa con el aceite de girasol que se utiliza también para conservar estos pescados en latas. Se trata de un aceite de menor calidad y con menos sabor que el de oliva virgen extra, contiene menos compuestos antioxidantes y ácidos grasos beneficiosos. 

De todas formas, estas latas destacan por el reducido número de ingredientes que se suelen reducir a las sardinas, al aceite y a la sal. La proporción de este último ingrediente suele rondar el 1% y el 2% del producto total. Es importante optar por las que tengan un menor contenido ya que las dietas que abusan de este condimento pueden favorecer hipertensiones y, en consecuencia, enfermedades cardiovasculares, tal y como explica la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su página web.

Pero, ¿qué pasa con aquellas que tienen sabores? Las latas de sardinas con salsa de tomate no suelen dar muchos detalles sobre los ingredientes que lleva ese líquido. Sin embargo, suelen ser más ricas en grasas saturadas que las que llevan simplemente aceites. El exceso de  grasas saturadas se relaciona con algunos factores de riesgo de la enfermedad cardiovascular, tal y como se explica en este artículo de EL ESPAÑOL.

Por último, las sardinas en escabeche y las picantonas son las que llevan un mayor número de ingredientes. Ambas suelen llevar aceites de girasol, pero las primeras incorporan, además, vinagre y especias; las segundas, por su parte, llevan más ingredientes: tomate, pimiento rojo, zanahoria, pepinillo, cebolla, especias y aromas naturales. Se tratan todos ellos de alimentos reales y saludables, aunque el aceite que llevan es refinado. La solución más saludable sería comprar las sardinas en aceite de oliva virgen extra y, después, preparar nosotros en casa la salsa que lo acompañe. 

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