Los yogures se han visto envueltos en algunas polémicas por sus valores nutricionales. Es cierto que, en principio, estos productos lácteos son unos alimentos saludables y aconsejables, y que, en consecuencia, su consumo no entraña riesgos. Sin embargo, existen estudios que han puesto en tela de juicio esta afirmación, al menos en lo que a las versiones industriales de este popular postre se refiere.

Una de las principales causas de ello, que encendió las alarmas, la encontramos en un estudio realizado en Reino Unido hace algunos años. Tras analizar una amplia variedad de yogures, llegó a la conclusión de que en su mayor parte contenían una cantidad de azúcar muy por encima de lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), es decir, más de 5 gramos por cada 100 gramos de producto.

Este hecho, junto con otros factores, tales como el aumento de población que ha adoptado el veganismo, así como la existencia de muchas personas intolerantes a la lactosa, ha dado lugar a que hayan surgido alternativas veganas al yogur convencional. "Para aquellas personas intolerantes a la lactosa, alérgicos a la proteína de la leche o veganos, se recomienda escoger otros alimentos que puedan sustituir nutricionalmente a los lácteos, u optar por leche baja o sin lactosa", afirma la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición.

Así pues, la aparición de alternativas a los yogures convencionales elaborados sin utilizar lácteos es una realidad que se ha consolidado con una amplia variedad de opciones. Una de ella, cada vez más popular, es la elaborada a partir del coco. Un buen ejemplo es el producto lanzado al mercado por la marca Abbot Kinney, que irrumpió lanzando una variedad denominada Coco Start. "Una textura cremosa y delicado sabor de la leche de coco mezclado con los tonos ácidos del yogurt nos conquistaron inmediatamente", afirman en su página web.

Sus ingredientes poco tienen que ver con los yogures convencionales, todos de origen vegetal, y, además, sin azúcares ni edulcorantes añadidos. Algo, esto último, que podemos considerar como un punto positivo con respecto a la gran mayoría de yogures que podemos encontrar en los supermercados. Además, Coco Start contiene menos azúcares naturales que los yogures convencionales. Esto debe de ser el mejor extra posible.

Sus valores nutricionales difieren bastante de los yogures elaborados con leche. En este sentido, tiene contienen más calorías (158 kcal por cada 100 gramos), más grasas (15,8 gramos, de las cuales saturadas 14,8 gramos) y más proteínas (17 gramos); en cambio, contienen menos hidratos de carbono, con solo 2,8 gramos por cada 100 gramos, de los cuales azúcares, 1,4 gramos.

¿Tiene beneficios para nuestra salud?

Como hemos ya mencionado, tanto su bajo contenidos de azúcar, para quienes son conscientes de los perjuicios de este ingrediente; como la ausencia de lactosa, para personas intolerantes a esta sustancia, son dos de sus principales bazas para posicionarse en el mercado como un producto saludable. Pero no son los únicos, ya que un yogurt vegano a base de coco también puede proporcionar otros beneficios nutricionales.

Los azúcares fermentados y los probióticos resultan menos agresivos para el estómago, por lo que pueden ayudar a regular la salud digestiva al proporcionar una amplia dosis de bacterias saludables al intestino. Las bacterias intestinales adecuadamente equilibradas también se correlacionan con una función inmune mejorada. Además, también aportan una buena dosis de calcio y vitamina D, dos nutrientes muy importantes para el desarrollo de nuestros huesos.

Un último elemento que podemos destacar es su alto contenido en grasas saturadas, aproximadamente el doble que un yogur convencional, que podría ser, en principio, señalado como un valor negativo. Sin embargo, cada vez más los últimos estudios demuestran demostrado que estas no son perjudiciales para la salud.

¿Es realmente yogur?

Este producto se comercializa como una alternativa vegana al yogur, pero no como yogur. Esto tiene una explicación legal, ya que para poder ser comercializado como tal en muchos países, como los de la Unión Europea y Estados Unidos, es necesario que cumpla una serie de requisitos que no cumple.

En este sentido, la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) define el yogur como un producto estrictamente derivado de los lácteos. En nuestro país, esta regulación viene recogida en la Norma de Calidad para el yogur o yoghourt, aprobada por el Real Decreto 271/2014, de 11 de abril, que establece define el yogur como "el producto de leche coagulada obtenido por fermentación láctica mediante la acción de Lactobacillus delbrueckii subsp. bulgaricus y Streptococcus thermophilus a partir de leche o de leche concentrada, desnatadas o no, o de nata, o de mezcla de dos o más de dichos productos, con o sin la adición de otros ingredientes lácteos".

La compañía es consciente de esta regulación legal, motivo por el cual ha evitado etiquetar su producto como yogur, aunque no sin reivindicar el derecho a utilizar el término. "Nos gustaría, pero la palabra 'yogur' está protegida en Europa. Solo puede usarlo para productos elaborados con cultivos de leche de vaca y yogur. Si bien estamos de acuerdo en que esto es un poco extraño, ya que son las culturas las que le dan al yogur su sabor fresco y ácido y no la leche de vaca (o la leche de nuez), no somos los únicos en discutir. En el futuro, podríamos intentar cambiar esto, pero por ahora, nos vamos a concentrar en hacer productos deliciosos, como quieran llamarlos", señalan.



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