Durante años, las diferentes investigaciones científicas han ido llegando a conclusiones dispares. En el pasado, los estudios llegaron a culpar al huevo, fuente básica de proteínas en poblaciones ancestrales (y también en poblaciones actuales), del gran aumento de grasa y colesterol dietético en los países occidentales.

Sin embargo, hoy en día sabemos que el colesterol alimentario no modifica de forma significativa el colesterol sanguíneo, sino que es la dieta en su conjunto la que produce estas alteraciones metabólicas.

En su momento ya repasamos en EL ESPAÑOL una serie de alimentos que durante años se creyó que eran dañinos para la salud, pero que ahora sabemos que no lo son tanto, o que los mirábamos desde un enfoque equivocado. Ahora repasamos algunos alimentos más.

El pan

Actualmente existen multitud de variedades de pan, algunas más saludables que otras. Si bien es cierto que el típico pan blanco basado en harinas refinadas no es la mejor opción, existen muchos otros que sí deberían formar parte de la cesta de la compra; aunque como siempre, sin caer en el exceso.

Si se opta por pan integral, basado en granos enteros, las ventajas nutricionales crecen, dado que contiene todas las vitaminas, minerales, proteínas y fibra que debería. Aunque, de nuevo, cabe recordar que el pan es en gran parte una fuente de hidratos, por lo que estos nutrientes tampoco se encontrarán en cantidades desorbitadas. Pero sí los encontraremos, algo que no ocurriría con el pan blanco.

Además, se sabe que los carbohidratos integrales mejoran el control del azúcar en sangre, por las mejoras a nivel de la sensibilidad a la insulina, algo que a su vez reducirá el riesgo de caer en enfermedades cardiometabólicas.

Patata blanca

Como ya sucediese con el pan, la típica patata blanca, o simplemente patata, se ha visto siempre como una enorme fuente de carbohidratos. El problema, sin embargo, siempre ha sido su preparación en forma de patatas fritas de diversos tipos, patatas excesivamente saladas, o bien patatas hervidas pero cubiertas de diferentes tipos de salsa.

Pero, si se cocina la patata de forma saludable, ya sea al horno, hervida o al microondas, el resultado es muy diferente: se trata de un producto rico en vitamina C y B, fibra y potasio. Además, la patata contiene almidón resistente, siendo más difícil de procesar por parte de la insulina, y mejorando su sensibilidad. Finalmente, dicho almidón también dota a la patata de un punto de saciedad, lo que impediría los excesos al consumirlas, algo que no sucede si se cocinan en forma de patatas fritas por ejemplo.

Verduras en lata

Aunque suelen consumirse comúnmente en su forma fresca, congelada o en escabeche, las verduras en lata son una opción muy saludable y con un buen índice de conservación a largo plazo, como también sucede con las legumbres y otros alimentos.

En lata, las verduras contienen la misma cantidad de vitaminas y minerales que sus formas frescas. Además, suelen ser económicas, ya vienen preparadas y pueden usarse en el momento sin necesidad de demasiada preparación. Aunque, por otro lado, cabe destacar que la solución que suele usarse para los alimentos enlatados suele poseer un exceso de sodio, algo que debería remediarse enjuagando las verduras con agua previamente a su uso, o bien buscando la versión enlatada más baja en sodio.

Aderezos de ensaladas

Son muchos los que creen que, para que una ensalada sea más saludable, debe evitarse cualquier tipo de aderezo. Si bien es cierto que las salsas "sin grasa" suelen ser menos calóricas, en multitud de ocasiones están saturadas de azúcar y sal con el objetivo de otorgarles sabor.

La grasa es necesaria para nuestro organismo, y los aderezos de ensalada se basan precisamente en dicha grasa, porque ayuda a absorber algunos nutrientes y vitaminas de las verduras. Sin embargo, hay que saber elegir: la mejor opción es un aderezo de ensalada basado en aceite de oliva, algo de sal, especias al gusto, y vinagre si es de nuestro agrado. Se pueden usar salsas, siempre y cuando sean preparadas de forma casera, como ya explicamos en EL ESPAÑOL, y sin excederse.

Carne seca

De nuevo, se trata de un tipo de alimento que ha ido mejorando su preparación a lo largo de los años. En el caso de España, el jamón es el ejemplo más claro de "carne seca", aunque en Estados Unidos suele consumirse más la cecina, basada en carne curada de ternera y otros animales, dado que allí el jamón español suele tener un precio más elevado.

Con el paso del tiempo, la forma de curar y deshidratar estas carnes ha mejorado, y cada vez se añaden menos aditivos artificiales como forma de conservante, disminuyendo además su contenido de sodio. Así mismo, cabe destacar que las carnes deshidratadas son unos alimentos muy ricos en proteínas, y bajos en calorías, siendo a su vez ricos en hierro y zinc. Pero, una vez más, aunque una porción del alimento sea saludable, los excesos no son buenos consejeros.

Pasta

De la misma forma que sucedería con el pan blanco, la pasta blanca o pasta procesada no es una opción nutricionalmente interesante; sin embargo, la pasta integral sí puede ser una buena opción. Hace unos años su textura dejaba mucho que desear, pero durante los últimos años esto ha mejorado, y su alto indice de nutrientes respecto a su contraparte procesada da que pensar.

Si se consume pasta basada en harinas de sémola o trigo duro, se pueden consumir más proteínas que en otros tipos de pasta. Además, existen pastas completamente integrales, o basadas en mezclas de harinas integrales de diferentes orígenes.

Palomitas de maíz

Pedir palomitas en el cine no es una opción saludable. Se trata de palomitas ricas en grasa y sobre todo sal, pudiendo llegar a consumir 1.000 calorías de una vez sin darnos cuenta. Y las palomitas ya precocinadas del supermercado tampoco suelen ser una opción mejor, pues también se enriquecen con mil aditivos diferentes y un exceso de aceite, que suele ser de girasol u otros orígenes, y no aceite de oliva como debería ser.

Sin embargo, preparar palomitas caseras sí puede ser buena opción. Los granos de maíz son ricos en fibra, y solo contienen 31 calorías por porción. Se les puede añadir un chorrito de aceite de oliva y sal al gusto, y prepararlos en el microondas con un recipiente adaptado al mismo. Se podrá disfrutar así de palomitas igualmente, pero mucho más saludables que en cualquier cine.

Chocolate caliente

Finalmente, está el chocolate caliente. Una vez más, las opciones preparadas del supermercado no son las mejores, y suelen ser ricas en azúcar y otros aditivos saborizantes. Sin embargo, se sabe que el chocolate negro, tanto en su versión en tableta como en su versión en polvo, tiene diversos beneficios para la salud general y sobre todo para la salud cardiovascular.

Su versión en taza, en forma de chocolate caliente, también otorgará los mismos beneficios; eso sí, siempre que se prepare a base de cacao en polvo y sin azúcar. Aunque, como siempre, se le puede dar un toque dulce con un poco de azúcar o edulcorante en cantidades escasas si se prefiere. Siempre sin excesos.

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