Son muchas las falsas creencias que rodean a las bebidas alcohólicas: desde la mentira mil veces repetida de que una copa de vino es buena para el corazón hasta que el licor de hierbas después de comer es un magnífico digestivo. Sin embargo, los mitos relacionados con el alcohol no sólo se ciñen a sus presuntas propiedades beneficiosas, sino que existen verdaderos rituales a la hora de jerarquizar su consumo. De hecho, muchas personas piensan que, puestos a mezclar, siempre es mejor tomarse una cervecita antes de pasar al vino ya que nuestras resacas serán mucho menos intensas.

No es verdad. O, al menos, eso es lo que dice un estudio que acaba de ser publicado en la revista American Journal of Clinical Nutrition. El trabajo, realizado por investigadores de la Universidad de Witten / Herdeck (Alemania), pretendía comprobar si el dicho anglosajón "Beer before wine and you’ll feel fine, wine before beer and you’ll feel queer" (en castellano, "la cerveza antes del vino y te sentirás bien, vino después de la cerveza y te sentirás raro"), era cierto o se trataba de otro infundio más sin evidencia científica, que se ha ido extendiendo gracias al boca-oreja.

Para llevar a cabo este trabajo, los científicos alemanes diseñaron una metodología de lo más curiosa. Durante el verano de 2017, reclutaron a 90 sujetos sanos, con edades comprendidas entre los 19 y los 47 años, y con ganas de meterse entre pecho y espalda algunos litros de alcohol. Después, los dividieron en tres grupos distintos de forma homogénea, de tal manera que la distribución de género fue similar, y los índices como el IMC, el peso o la altura fueran comparables en todos los grupos.

Los tres grupos bebieron la misma cantidad y el mismo tipo de cerveza y de vino, aunque lo hicieron en distinto orden. El primero bebió 1,2 litros de cerveza Pilsner (con un 5% de alcohol) y después cuatro copas de vino blanco Edelgräfer 2015 (11% de volumen de alcohol). El segundo grupo hizo lo mismo pero invirtiendo el orden. Así, el tercer grupo, el grupo control, sólo tomó una de las dos bebidas.

Una semana después, volvió a repetirse el experimento pero se cambió el orden de las bebidas en los dos grupos experimentales. Los investigadores tomaron además muestras de análisis de sangre y orina de los participantes tanto antes como después de cada borrachera y se les pidió que rellenaran un cuestionario valorando su estado de embriaguez. Los investigadores pudieron comprobar que, efectivamente, el orden de los factores no altera el producto final, y que la resaca no era más moderada si bebías antes la cerveza que el vino.

La mentira del garrafón

"Ni el tipo ni el orden de las bebidas alcohólicas consumidas afectaron significativamente a la intensidad de la resaca", se puede leer en los resultados del trabajo. "Los análisis de regresión multivariante revelaron la sensación de embriaguez y vómitos como los factores más fuertes para predecir la intensidad de la resaca", añaden los investigadores.

En realidad, los hallazgos de este curioso estudio se relacionan directamente con otra falsa creencia ampliamente arraigada entre el común de los mortales y ya desmentida: la de que el alcohol de garrafón es peor que el alcohol de marca. Tal y como explicó a EL ESPAÑOL Francisco David Rodríguez, profesor de la Facultad de Química de la Universidad de Salamanca y autor del libro Alcohol y Cerebro, "el alcohol es alcohol" y su efecto nocivo en nuestro cuerpo está directamente aparejado con la gradación de la bebida. “No es lo mismo beber una cerveza que cinco”.

Ocurre lo mismo a la hora de mezclar vino y cerveza. No es la mezcla en sí lo que empeora nuestra resaca, sino la cantidad de alcohol ingerida. De hecho, la resaca suele hacer acto de presencia en nuestro organismo cuando casi no queda alcohol en sangre, tal y como explicó Rodríguez. Su aparición se debe principalmente a que se produce una intoxicación, junto a una disminución de la glucosa sanguínea (hipoglicemia) y una deshidratación. "Sólo hay una forma de evitar la resaca: no beber alcohol. Si lo hacemos, debemos tener en cuenta que corremos el riesgo de sufrirla", zanjaba Rodríguez.

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