Como si les hubiera tocado el Gordo. Así celebraron a mediados de marzo los vecinos de Lecina, una pequeña localidad de 13 habitantes del municipio de Bárcabo (Huesca), el premio al Árbol Europeo del año que ha recibido la encina milenaria (carrasca en aragonés) que echa raíces en esta región que lucha contra la despoblación. El nerviosismo y la emoción se hicieron con los residentes en la ceremonia virtual de entrega de premios que estos siguieron, más acompañados de lo habitual, desde una plaza de la aldea. 

Enfundados en sus correspondientes mascarillas, cada uno de los presentes escuchaba sin perder detalle a la voz en habla inglesa que iba a develar el ganador del concurso. Y sí, su querida Castañera, como le llaman cariñosamente los vecinos, se hizo con el primer puesto. Entonces rompieron filas. Empezaron los saltos, las palmas, los puños arriba y abajo, el champán rociando a todos los presentes... Algunos no se contuvieron y se lanzaron llenos de emoción a abrazar al de al lado. Otros, sin parar de brincar, chocaban el codo del que tuvieran más cerca. 

Toda una fiesta para los residentes, en su mayoría jubilados, de una aldea que ya apenas vive de la tierra o de la artesanía, como así lo hiciera antaño, al igual que otros muchos pueblos de Aragón (y tambien de amplias zonas de España) que se han ido vaciando, principalmente, por la migración de la población rural hacia las ciudades. “Ahora, de la artesanía no queda nada, y de lo otro prácticamente tampoco”, cuentan Maria Jesus y Felisa Arasanz, las propietarias del terreno en el que se encuentra la carrasca. 

Según datos del Comisionado del Gobierno frente al Reto Demográfico, citados en este informe de la CEOE, el 53% del territorio nacional debe calificarse en “riesgo demográfico” o despoblación, esto es, zonas que se acercan al umbral de 12,5 habitantes/km2 que es el límite que marca la UE para que salten las alarmas. Aragón cuenta con una densidad de unos 28 hab/km2, o sea, una de las comunidades con densidad poblacional más bajas del país.

Ahora, tras recibir el premio, esperan que la aldea reciba más visitas, eso sí, “respetando el entorno”. Las hermanas Arasanz tienen muy presente a su padre Nicolás, que mientras vivió cuidó de la encina para evitar que acabara convertida en madera o en carbón. Tras salvarla de la tala, para evitar que la gente trapara por el tronco y dañara el árbol, le untaba manteca de cerdo para que la gente se manchara y se le quitaran las ganas de trepar de nuevo. “A él le debemos poder disfrutarla hoy en día”, cuentan a EL ESPAÑOL a través de llamada telefónica. 

La carrasca de Lecina.

Hermosa y espléndida ha llegado la carrasca a este concurso europeo, que se decide con votos populares y que se celebra desde hace 11 años por Environmental Partnership Association (EPA), una agrupación de seis fundaciones de Bulgaria, República Checa, Hungría, Polonia, Rumania y Eslovaquia, que apoyan proyectos enfocados a la protección del medio ambiente y la movilización de las comunidades locales.

En esta edición, la imponente carrasca de Lecina, que mide 16,5 metros de alto y cuya copa tiene un diámetro de 28 metros, consiguió un total de 104.264 votos, muy por encima del Plátano de Curinga (Italia), que quedó en segundo puesto con 78.210 votos, y el antiguo árbol Sicomoro (Rusia), con 66.026 votos. Hasta la Casa Real  mandó su felicitación a Lecina través de las redes sociales. 

Antes de participar en este certamen, la carrasca, de la que se calcula que su sombra supera los 600 metros cuadrados, fue reconocida como Árbol del año en España 2021. Fue entonces cuando la eurodiputada aragonesa Isabel García se puso en contacto con Carmen Lalueza, alcaldesa del municipio, para proponerle que se presentaran al concurso europeo. “Sin dudarlo un segundo le digo que adelante”, cuenta a este diario Lalueza. Fue entonces cuando empezó la movilización de todos los vecinos, del Ayuntamiento, de la Diputación, para hacer campaña. Había que llegar a la gente para conseguir votos.

“Vimos que había que tomárselo más en serio, había que conseguir más votos (en el concurso español consiguieron 10.000)”, añade la alcaldesa. Así llegaron los animados vídeo promocionales, los perfiles en redes sociales con la encina milenaria como protagonista, hasta que consiguieron hacerse con el primer premio entre otros 13 árboles que se presentaron al concurso. Está ocasión ha sido la primera en que un árbol español se alza con este reconocimiento. 

Ahora, según cuenta Carmen Lalueza, la idea es aprovechar el impulso de visibilidad que ha brindado este evento para que más gente sitúe Lecina en el mapa del turismo y, así, lleguen más visitantes. De hecho la zona donde la encina despliega su abundante copa ya cuenta con baños públicos y aparcamiento para los curiosos y curiosas. Y ojalá, añade, también lleguen las alternativas de restauración y hospedería, que no abundan en este pueblo de la España vacía. 

Pero con lo que sí que cuenta este enclave de la comarca oscense del Sobrarbe es con delicioso un entorno natural y cultural: las pinturas rupestres de los Abrigos de Gallinero, localizadas también en Lecina, algunos de los pueblos más bonitos de España, como Alquézar y Aínsa, al norte el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido… o sea, como apunta la alcaldesa, se encuentran en un eje muy interesante que puede tener muchas posibilidades turísticas. “Sin saberlo, la carrasca ha conseguido unirnos más a todos”, dijo la alcaldesa a la agencia EFE el día de la entrega de premios. 

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Eso sí, que los visitantes lleguen pero que lo hagan como hasta ahora, con mucho respeto hacia el medio natural. “Nos daba miedo que llegara mucha gente y que lo dejaran todo sucio, pero no ha sido así... tratan con respeto y educación el entorno”, valoran las hermanas Arasanz. Desde que no está su padre, además de los vecinos del pueblo, los agentes de Protección de la Naturaleza de Aragón se encargan del cuidado de este árbol tan antiguo y tan vivo, que no deja de crecer. 

Más allá de esta tan peculiar y vetusta, la carrasca es símbolo de esta región, tanto de la comarca del Sobrarbe, cuyo nombre significa “sobre el árbol”, y de Aragón, en cuyo escudo aparece una carrasca, para recordar los Fueros de Sobrarbe y el lema:  "En Aragón antes fueron leyes, que reyes". Quizás ahora, esta joya natural y el espíruto vecinal, consigan echar una mano a la pequeña localidad de Lecina para ir recuperando poco a poco la vitalidad.

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