Una de las consecuencias del cambio climático, provocado por la actividad humana, es que los huracanes son cada vez más intensos y, por tanto, más destructivos. Esta relación entre el aumento de la temperatura global, provocado principalmente por las emisiones de gases de efecto invernadero, y la intensificación de estos fenómenos climáticos extremos es una realidad que han confirmado las evidencias actuales, pero no siempre fue tan clara. No obstante, a finales de los años ochenta, un metereólogo ya predijo esta correlación. El paso del tiempo y los datos le ha dado la razón. 

Se trata de Kerry Emanuel, catedrático del departamento de Ciencias de la Tierra, Atmosféricas y Planetarias del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), cuyo trabajo ha sido galardonado este miércoles con la 12º edición de los premios de la Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de cambio climático. Es autor de más de 200 artículos científicos y de varios libros, entre los que figuran Divine

Wind: The History and Science of Hurricanes y What We Know about Climate Change.

El jurado, que preside Bjorn Stevens, director del Instituto Max Planck de Meteorología con sede en Hamburgo (Alemania), ha fallado que sus contribuciones han permitido entender cómo impacta el cambio climático sobre la capacidad destructiva de los ciclones tropicales. "Emanuel ha desvelado el comportamiento de los huracanes y tifones a medida que cambia el clima", ha concluido el tribunal. 

Los huracanes, junto con los terremotos, son los fenómenos naturales que provocan más muertes y pérdidas económicas, pero cuando Emanuel empezó a estudiarlos, su física apenas se conocía. Fue su trabajo en los años ochenta y noventa el que desveló que son motores de calor:"gigantescas máquinas que transforman el calor que extraen de la superficie del océano en viento".

Más destrucción

Pero además de esclarecer cómo funcionan los huracanes, el galardonado fue el primero en relacionarlos con el calentamiento de la superficie del océano por el cambio climático. En la actualidad, sus modelos predicen un aumento de un 5% en la intensidad – es decir, la velocidad del viento – por cada grado de aumento de la temperatura del océano.

"Un calentamiento de tres grados supondría huracanes en un 15% más intensos, pero el incremento en su capacidad destructiva se mide calculando el cubo de la velocidad del viento, así que nuestra estimación es que con este mismo aumento de tres grados su potencial para provocar daños aumentaría entre un 40 y un 50%", según ha explicado Emanuel a través de videoconferencia desde EEUU. 

Y no vamos nada bien para evitar estas consecuencias. Según el Centro de Estudios Ambientales Del Mediterráneo, la temperatura de la superficie ha subido 1,3ºC desde principios de los años ochenta. A medida que aumenta la temperatura de la atmósfera, también sube la del mar aunque a un ritmo más lento. Esto se debe a que el agua del océano es un gran reservorio de energía y por eso cuesta más. 

Las predicciones científicas apuntan que los esfuerzos actuales de los países no son suficientes para limitar el aumento de las temperaturas a 1,5 grados como fija el Acuerdo de París. De seguir como hasta ahora, se llegará a un aumento de más de tres grados a finales de siglo. 

"Hoy, los huracanes más intensos pueden tener una velocidad del viento en la superficie de 85 metros por segundo, pero para finales de este siglo, si no reducimos las emisiones de gases de efecto invernadero, podríamos ver un aumento de hasta 90-92 metros por segundo. El poder destructivo de un huracán está determinado por la velocidad del viento, así que de hecho aumentaría de forma muy considerable su capacidad para provocar daños a las poblaciones", ha añadido el metereólogo. 

Predicción pionera

Emanuel abordó la relación entre huracanes y calentamiento global ya en 1987. En un muy citado trabajo en la revista Nature planteó que "las alteraciones en el clima a corto plazo inducidas por la acción humana pueden afectar la frecuencia e intensidad" de estos fenómenos, y ya en aquel trabajo predijo un aumento considerable en la capacidad destructiva de los huracanes si no se frenaba el calentamiento global. 

Durante décadas ha sido imposible confirmar sus predicciones, en gran parte porque, según reconoce él mismo, escasean los datos de calidad sobre huracanes a escala global. Sin embargo, en los últimos años, principalmente gracias a las observaciones de satélite, se ha podido alcanzar un consenso científico sobre este tema. 

"La evidencia claramente apoya la hipótesis de que el aumento de la temperatura incrementa la intensidad de los huracanes. Nada en la ciencia es 100% seguro, pero los modelos lo muestran claramente, los datos también están empezando a reflejarlo, y esperamos poder verificarlo en los próximos años conforme obtengamos más observaciones", señala el premiado.

Huracanes en el Mediterráneo

Otra predicción del catedrático que empiezan a respaldar los datos es que los huracanes se expandirán a más zonas del planeta. Algo que ya está pasando. Así se constató el pasado octubre, cuando el huracán Lorenzo alcanzó la categoría 5 en una zona del Atlántico donde nunca antes había sucedido desde que hay registros. 

En el Mediterráneo se producirían los llamados medicanes, que el premiado estudió durante un año sabático en la Universidad de las Islas Baleares (Mallorca) en 2005 junto con el investigador Romualdo Romero. "Hasta cierto punto ya estamos observando una expansión geográfica de los huracanes”, señala.

"Nuestras observaciones indican que, en efecto, conforme el Mediterráneo se caliente, podemos esperar una mayor incidencia de estos huracanes. Se producen en condiciones algo diferentes de los ciclones tropicales, pero básicamente se trata del mismo fenómeno", añade. 

Para el investigador premiado, a la vista de estas predicciones científicas y del riesgo cada vez mayor al que se enfrenta la humanidad, está claro que la comunidad internacional "no está haciendo bastante" para combatir el cambio climático.

"Los huracanes son devastadores. Es nuestra responsabilidad hacer todo lo que esté en nuestras manos para reducir este riesgo. Debemos dejar de hacer caso a las voces negacionistas y escuchar a nuestros hijos, que nos están reclamando que actuemos, y a mí me avergüenza que no lo estemos haciendo”, ha concluido el premiado. 

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