No existe un consenso claro a la hora de almacenar plantas en el interior de los hogares. Además de los cuidados obligados, muchos viven con pánico a dormir junto a sus macetas por si les roban el oxígeno existente en el dormitorio. Como explicaba GQ en este artículo de 2015, es un terror infundado: un vegetal consume un 0,022% del oxígeno de una habitación de tamaño estándar durante ocho horas. En cambio, dormir junto a otro ser humano nos cuesta un 1,55% en las mismas condiciones.

Ahora, una nueva investigación desarrollada por la Universidad de Washington (EEUU) añade más motivos para conservar a estos seres vivos en nuestras viviendas. Los científicos del Departamento de Ciencias Ambientales que lideran este estudio afirman que Epipremnum aureum, una planta conocida popularmente como poto, podría funcionar como un agente purificador del aire. En concreto, sería un mecanismo de acción efectivo contra los compuestos orgánicos volátiles (COV). Se trata de hidrocarburos que se presentan en estado gaseoso a temperatura ambiente o que son muy volátiles a dicha temperatura. Suelen liberarse en la quema de combustibles o tras restos de pintura u obras, comunes en el hogar.

Según el estudio publicado por Enviromental Science and Technology, estos elementos pueden encontrarse así mismo en materiales de construcción, tras cocinar o en entornos con presencia de combustibles (garajes) o en los que se fume en exceso. Durante la investigación, los científicos trataron de modificar genéticamente la planta del poto para eliminar el cloroformo y el benzeno del aire. Tras esta modificación, cierta proteína de la planta (2E1) era capaz de transformar estos componentes en moléculas que el poto podía absorber y reutilizar para su propio crecimiento.

Según Stuart Strand, uno de los investigadores de la Universidad de Washington, la gente no se había parado a pensar en el potencial de sus plantas de interior antes de su estudio. "Creo que nadie pensaba que podría usarlas para esto", afirmaba en un comunicado de la institución educativa. "Ahora hemos rediseñado estas plantas para acabar con la polución".

La proteína 21E se encuentra así mismo presente en todos los mamíferos. En nuestro organismo, actúa en el hígado durante la depuración de alcohol; transforma el benzeno en un ácido denominado fenol, entre otros procesos. El equipo de Strand creyó en el potencial de esta modificación dentro del mundo vegetal. "Las plantas hacen uso del fenol para ayudar a sus paredes celulares a crear los componentes necesarios", explica.

El proceso de replicar genéticamente este gen tardó alrededor de dos años. La elección del poto se debió a su alta resistencia en toda clase de entornos y a su gran presencia en el interior de los hogares. El experimento duró 11 días. Las plantas modificadas genéticamente redujeron alrededor de un 80% los COV que se vertieron sobre ellas en los laboratorios. Las muestras de potos que no fueron modificadas no mostraron cambios sobre su atmósfera recreada.

Los científicos recomiendan para aumentar la efectividad de los potos la pervivencia de una corriente de aire sobre la sala, que permita a las plantas capturar estas moléculas contaminantes. El equipo trabaja en estos momentos para eliminar otro compuesto químico, el formaldehído, mediante el mismo método.

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