¿Por qué somos los seres humanos tradicionalmente monógamos? ¿Se debe a la necesidad de cuidados parentales, como sugería este estudio de 2013? Engels y el psiquatra Wilhelm Reich optan por ofrecer explicaciones de corte sociológico y lo atribuyen a una necesidad de control social. Pero la pregunta retórica inicial es cuestionable, ya que la poligamia se practicaba en varias sociedades alejadas de la tradición judeocristiana. Además, en la actualidad grupos sociales plenamente integrados en la sociedad como los mormones practican sin tapujos este tipo de relaciones. A la poligamia se le suman nuevos conceptos del siglo XXI como el poliamor o la crianza de hijos mediante una tribu colectiva, una práctica defendida por ciertos políticos españoles.

Aproximadamente el 90% de las especies de pájaros practican la monogamia mientras que lo mismo sucede en solo el 3% de los mamíferos, según datos de la CNN. En un hito para el análisis de este apartado antropológico, un grupo de científicos defiende la preponderancia de los genes a la hora de determinar si ciertas especies son monógamas o poligámas.

Se trata de un nuevo estudio realizado por varios departamentos de Biología en universidades europeas y norteamericanas y coordinado por la Universidad de Illinois (EEUU). "Existen ciertas tácticas genéticas para desarrollar la monogamia que la evolución ha empleado en repetidas ocasiones", afirma el biólogo evolutivo Hopi Hoekstra, que no firma el trabajo, en declaraciones a la revista Science. El estudio se ha publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.

Los coordinadores de la investigación decidieron comenzar sus pesquisas tras plantearse cómo es la transición de una especie tradicionalmente polígama a la monogamía. Su teoría era que los genes podrían influir, por ejemplo, en la tolerancia o rechazo hacia una posible tercera o cuarta pareja. Para ello seleccionaron varias especies animales y las categorizaron según su comportamiento afectivo-sexual a lo largo de su vida.

Tras años de trabajo de campo, finalmente surgió un patrón en los laboratorios respecto a las parejas monógamas. Ciertos genes en estos animales se activaban o desactivaban con mayor frecuencia. Esto provocaba ciertos patrones de conducta que afectaría, entre otras variables, a las relaciones entre especies. Algunos de estos genes tendrían relación con el desarrollo cognitivo, la comunicación intercelular, el aprendizaje o la memoria. 

Una de las especies que dio resultados más prometedores fue Ranitomeya imitator, una rana endémica de las regiones de interior de Perú, cercanas al Amazonas. Un gen inactivo en el resto de las parejas animales monógamas dio resultados diferentes en el caso de la rana peruana. Según los investigadores, esto se debe a que los machos acostumbraban a criar solos a sus retoños antes de evolucionar a un modelo de paternidad compartida.

Aunque los investigadores son conscientes de todas las implicaciones socioculturales que sostienen a la monogamia, consideran, en palabras del neurocientífico Hans Hoffmann que "estos patrones genéticos podrían afectar así mismo a los seres humanos".

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