Cuatro universidades estadounidenses han desarrollado un proyecto biotecnológico para mejorar las condiciones de los cultivos agrarios del país. Su objetivo primario es inocular virus modificados artificialmente en ciertos insectos para que éstos se encarguen de su distribución biológica.

El proyecto Insect Allies está cofinanciado por DARPA, una agencia de investigación perteneciente al Departamento de Defensa. El Pentágono ha invertido más de 47 millones de dólares -40 millones de euros- que servirán durante los próximos cuatro años para analizar la viabilidad del proyecto. De acuerdo con sus promotores, el objetivo es impedir que determinadas plagas o condiciones climáticas -sequías, inundaciones- dañen los cultivos.

“Insect Allies proporcionaría una alternativa necesaria a los pesticidas, la selección de cultivos, su tala y quema o cuarentena; métodos que suelen ser ineficientes en caso de emergencia”, afirma Blake Bextine, coordinador del proyecto.

Sin embargo, esta investigación desarrollada por las Universidades de Texas, Pensilvania, Ohio y el Instituto Boyce Thompson (Estado de Nueva York), ha suscitado cierta alarma entre miembros de la comunidad científica. La prestigiosa revista Science publicó el pasado 5 de octubre un artículo en el que cinco expertos europeos cuestionan la eficacia de este estudio. En él, los científicos expresan sus dudas acerca de los verdaderos propósitos del proyecto.

“El programa de investigación puede ser percibido como un intento de desarrollar agentes biológicos con propósitos hostiles. Si esto fuese cierto, constituiría una violación de la Convención de Armas Biológicas”, advierte la reseña del estudio.

Los investigadores emplean una tecnología llamada CRISPR, cuyo desarrollo comenzó en 2012. CRISPR modifica la secuencia de los genomas del ADN y por tanto la función de los propios genes. Se inspira en los mecanismos de defensa de algunos microorganismos, quienes emplean ciertas proteínas para protegerse del ataque de virus externos. De acuerdo con Wired, CRISPR se emplea en la actualidad para producir variedades de tomate y plátano resistentes a algunas enfermedades, o hacer el producto final más atractivo para el consumidor.

El programa se encuentra en fase de desarrollo y solamente se ha probado en laboratorios. James Stack, un asesor del consorcio de investigadores, cree que el artículo en Science es alarmista. "Acusar a DARPA de usar esto como tapadera para crear un arma biológica es escandaloso", afirma en declaraciones a The Washington Post. Stack considera que por el momento solo se quiere comprobar si Insect Allies sería viable en un futuro.

Los críticos del proyecto, provenientes de prestigiosas instituciones europeas como el instituto Max Planck, han creado una web de código abierto para difundir su mensaje. En ella incluyen las coberturas que han realizado los medios sobre su denuncia, e incluyen traducciones –hay dos versiones en castellano- de su trabajo. R.Guy Reeves, coautor e investigador en el Max Planck, considera que incluso si el estudio resultase ser eficaz, el uso de esta tecnología podría pervertirse. "Es mucho más fácil destruir que construir", argumenta. Reeves cree que al igual que CRISPR puede emplearse para erradicar enfermedades, también podía acabar con ciertos cultivos, lo cual lo convertiría de facto en un arma biológica.

Tras la publicación, DARPA emitió un comunicado en el que defendía sus investigaciones: "DARPA ha desarrollado Insect Allies para dar nuevas herramientas que protejan a Estados Unidos. En concreto, proporciona la caoacidad de responder rápidamente a amenazas contra sus suministros alimenticios, entre las que se incluye un ataque internacional".

El proyecto plantea insertar el virus modificado genéticamente en tres tipos de insectos: pulgones, chicharras y aleuródidos. Todos afectan a cultivos y distribuyen virus no modificados de forma natural.

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