Cocinar correctamente una tortilla tiene dos momentos críticos: darle la vuelta y, mucho antes, abrir el huevo sin pringarse las manos de clara o llenar el plato de cáscaras.

Cada cual tiene sus trucos para hacerlo: desde dar golpecitos contra la encimera o el borde del plato hasta golpear el huevo directamente con algún utensilio de cocina, pero lo cierto es que, se haga de la manera que se haga, el resultado puede ser un desastre que se solucionaría fácilmente en base a unos pocos principios simples de física.

Por eso, en Popular Science han entrevistado a dos ingenieros, que han utilizado sus conocimientos para describir la forma perfecta de cascar un huevo.

El lugar perfecto y la fuerza adecuada

El primer paso para abrir correctamente un huevo consiste en seleccionar el lugar adecuado de la cáscara en el que deberá concentrarse el impacto.

Para entenderlo es necesario visualizar primero la forma del huevo, que tiene en su centro una zona mucho más plana, enmarcada por los extremos, de morfología cada vez más curva.

Del mismo modo que un puente debe tener una base arqueada para soportar mejor el peso y no fracturarse nada más comenzar a usarse, el huevo se romperá mucho más fácilmente por su zona más plana.

Esto se debe a que las zonas curvas distribuyen mejor le peso, mientras que las planas tienen un límite de absorción de fuerzas menor, fracturándose con un esfuerzo mínimo.

Ya estaría claro el lugar perfecto y, de hecho, ya sea por física o por intuición, la mayoría de personas lo hacen así; pero, ¿cómo debe golpearse?

Según recomiendan los dos ingenieros entrevistados, el truco está en dar un golpecito y seco y rápido para crear una pequeña fractura, que luego deberá expandirse cuidadosamente con los dedos.

Y es que, según la mecánica de la fractura, una vez realizada una fisura, ésta sólo se expandirá un poco hasta que se aplique la fuerza necesaria para crear toda la grieta, como cuando se pisa un estanque helado con una pequeña fractura que finalmente acaba rasgándose completamente después de andar un poco sobre ella.

Todo parece sencillo y muy similar a como suele hacerse, pero el problema normalmente consiste en la falta de paciencia; ya que, o bien se da un golpe excesivamente grande y se rompe del todo la cáscara, o bien nada más hacer la fractura se meten los dedos en ella, sin esperar a que se abra la grieta.

Así que, para tener manos limpias y tortillas sabrosas, pero no crujientes, el truco está en utilizar la física y, sobre todo, la paciencia. Mucha paciencia.

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