Ser deportista de élite implica mantener la constancia y disciplina en el ejercicio físico y la alimentación. Algunos se lo toman más en serio que otros, sin embargo, y llegan a convertirse en 'fanáticos' de determinados patrones alimentarios que no siempre cuentan con aval científico.
Es el caso del jugador del Atlético de Madrid, Marcos Llorente, según explica él mismo en una entrevista en la Cadena Ser. Se define como un entregado a la dieta paleolítica un patrón alimentario donde se priorizan alimentos presuntamente "naturales" y se excluyen cereales o lácteos, que no habrían llegado a nuestra alimentación hasta el desarrollo de la agricultura y la domesticación del ganado.
La dieta 'paleo' trata de cumplir con la alimentación llevada a cabo por nuestros antepasados cazadores-recolectores: alimentos silvestres y no cultivados. Sus defensores abogan por consumir lo que acompañó la evolución del homo sapiens: carnes magras, pescados, huevos, fruta, verdura, raíces, tubérculos, nueces y semillas. A su vez, habla de eliminar cereales, legumbres, lácteos y derivados, azúcares refinados, alimentos procesados y aceites industriales.
Llorente sostiene que "va al 100%" con esta dieta. "Es un estilo de vida y una forma de vivir. Con eso viviré y con eso moriré. Lo hago por salud y no por el fútbol. Tengo claro que cuando acabe mi carrera, me seguiré cuidando igual o más que ahora. Como de todo, carne, pescado y verduras, pero no tomo ni lácteos ni pasta, de carbohidratos solo como patata, boniato y yuca".
Actualmente no existe una versión única de esta dieta, sino muchas variaciones. Realmente se basa más en la exclusión de alimentos "prohibidos" o "eliminados", como los cereales, legumbres, lácteos y ultraprocesados, más que por unos objetivos determinados de macronutrientes.
Si nos centramos en los beneficios de la dieta paleo, algunos metanálisis sugerirían que potencia la pérdida de peso, reduce el IMC, la circunferencia abdominal y parámetros metabólicos como colesterol total, LDL y triglicéridos. También se habrían sugerido mejoras a nivel de control de la glucosa y sensibilidad a la insulina a corto plazo.
Al reducir los ultraprocesados, la densidad nutricional total de este tipo de dieta suele ser mayor . Además, su potencial saciante parece ser superior a otras dietas, lo cual parece asociarse a su mayor contenido proteico y mayor densidad de los alimentos enteros, dando lugar a una ausencia de picos glucémicos al evitar el consumo de carbohidratos refinados.
De hecho, aunque los estudios focalizados en deportistas son escasos, algunos pequeños trabajos sí sugerirían que la dieta paleo puede colaborar en la recomposición corporal. Es decir, reducir masa grasa sin comprometer masa magra, al menos en periodos cortos de duración.
Por contra, las limitaciones de la dieta paleo también son conocidas: muchos de sus estudios se han realizado a corto plazo, con apenas unas pocas semanas o meses de duración y muestras de voluntarios reducidas. Además, su definición varía mucho dentro de los mismos estudios científicos, y algunos de sus beneficios podrían asociarse simplemente a la reducción del consumo de ultraprocesados.
Por su parte, en casos de deportistas de alto rendimiento, sus capacidades podrían verse afectadas en modalidades de alta intensidad. Recordemos que deportes como el fútbol, donde se producen esfuerzos intermitentes de elevada intensidad como los sprints o cambios de ritmo, una ingesta inadecuada de carbohidratos puede perjudicar seriamente el rendimiento físico. Si se reduce el nivel de carbohidratos en exceso, en estos casos sí podría darse una clara limitación funcional.
Por otro lado, al excluir lácteos, aunque existen otros alimentos alternativos en este aspecto, es posible llegar a sufrir un déficit de calcio y vitamina D, algo que es compensable si se consumen suficientes verduras de hoja verde, pescados grasos o incluso suplementación si fuese necesario.
Respecto a la restricción de legumbres y cereales, su problema sería el bajo aporte de fibra fermentable y vitaminas del grupo B, e incluso minerales como magnesio, zinc o hierro. De nuevo, la dieta debería planearse adecuadamente para evitar estos potenciales déficits.
Finalmente, la elección de las grasas debe ser adecuada: si se consumen grasas saturadas en exceso, o grasas de baja calidad, los potenciales beneficios de esta dieta podrían verse obstaculizados y llegar a sufrir un aumento del riesgo cardiovascular en lugar de una reducción del mismo.
