El terremoto del pasado martes por la noche estremeció la provincia rusa de Kamchatka con una magnitud de 8,8. Ha sido el mayor seísmo desde el ocurrido en Japón en 2011 y su intensidad ha dejado a varios territorios en alerta por tsunami, como Hawai, la costa estadounidense, China o Japón.
Este evento ha ocurrido en el Pacífico, a casi 9.500 kilómetros de Madrid, pero tiene una historia con protagonistas españoles. Se trata de un grupo de matemáticos de las universidades de Málaga y Sevilla, que han desarrollado algoritmos para predecir catástrofes marítimas.
No solo predicen estos eventos, sino que permiten saber el impacto que pueden tener. Esta última función ha sido la que ha desarrollado el equipo de Macías para poder enviar información a la Protección Civil Europea y valorar si se necesitaría su intervención o no en alguno de los territorios.
Tras el terremoto, han realizado una serie de simulaciones para saber el tiempo que tardarían en llegar las olas a las costas y la altura para saber los daños que podrían causar, cuenta Jorge Macías, profesor e investigador de la Universidad de Málaga (UMA) y uno de los miembros del equipo.
Estos algoritmos permiten predecir cómo puede afectar el fenómeno a las infraestructuras, lo que permitiría proteger edificios como hospitales o centrales eléctricas, como ya se explicó en un artículo anterior de este periódico.
El tiempo que tardan en llegar las olas es algo muy diverso según la distancia de cada costa. La de Japón la alcanzó, aproximadamente, en una hora, pero en Estados Unidos pasaron entre 6 y 14 hasta que llegara a sus costas, según la zona, explica el investigador de la UMA.
En Chile no vieron llegar ese efecto hasta 20 horas después del terremoto, dice Macías, según la simulación de estos algoritmos. "Ha habido mucho tiempo para reaccionar. El gran problema de los tsunamis es cuando el impacto es cercano", señala el matemático en un mensaje de tranquilidad.
No habrá que movilizar ayuda
En Rusia, la zona de Kamchatka registró este miércoles olas de hasta 3 y 4 metros de altura. En otros territorios también se produjo un gran oleaje. Perú emitió una alerta porque esperaba que estas superaran los 2 metros y en la isla de Hawai llegaron a medir más de 1,70 metros.
A pesar de estos datos, Macías no cree que vaya a ser necesario que Europa movilice ningún tipo de ayuda humanitaria. Según la simulación realizada este miércoles por el equipo andaluz: "Los territorios fuertemente afectados son reducidos y, además, serán capaces de enfrentar por sí solos los daños provocados", desgrana.
Manuel Jesús Castro, catedrático de la Universidad de Málaga
El matemático indica que esta situación no tiene nada que ver con la del tsunami que azotó en 2004 al océano Índico y que afectó a muchos más territorios, muchos de ellos sin recursos para hacer frente a sus consecuencias.
Algoritmos ‘made in Spain’ por todo el mundo
Aunque Macías y su equipo trabajan desde Málaga para enviar la información a la Unión Europea, sus algoritmos no se han quedado aquí. Lo han exportado a otros países, como Italia y Chile.
También colaboran con Estados Unidos. La Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOA por sus siglas en inglés) utiliza un código desarrollado por este equipo andaluz en su sistema de alerta temprana.
Estos algoritmos evitan que vuelva a ocurrir algo similar a lo que se vivió en Chile en 2010. Un terremoto de gran intensidad provocó un tsunami con olas de hasta 10 metros de altura.
Las alertas se retiraron demasiado pronto y cuando llegaron más olas se produjo una gran inundación que causó cientos de muertes, recuerda Macias.
Para valorar riesgos como ese hay que tener en cuenta que pueden producirse réplicas tras la llegada de las primeras olas, como ocurre con los terremotos. Tras ese primer tsunami, pueden volver a producirse olas de gran amplitud generadas por la energía del terremoto.
La simulación numérica, que es lo que hacen sus algoritmos, sirve precisamente para evitar este tipo de catástrofes. "Siempre hay que estar muy seguro de que esas olas que pueden llegar posteriormente, no van a ocurrir realmente", subraya el matemático.
Estos sistemas no son los primeros ni los únicos que se diseñan para esta tarea. Lo que los diferencia de los anteriores es que estos tienen una mayor potencia de cálculo, una predicción más fiable y ofrecen las respuestas en menos tiempo.
De hecho, no necesitan ni una hora. Las pueden tener en 10 minutos, como ya contó a EL ESPAÑOL Manuel Castro, otro miembro del equipo y catedrático de la UMA, en un artículo anterior.
Macias celebra que su herramienta se haya usado esta vez en "un desastre natural con pocas consecuencias" y que sean eventos "extraordinarios", aunque sabe que también pueden ser necesarios ante fenómenos con consecuencias más graves.
El matemático y su equipo llevan años, desde 2023, trabajando en este proyecto y les alegra ver que pueden ser de utilidad para tantos organismos. "Estamos muy orgullosos de poder ayudar".