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Las aceitunas rellenas de anchoa son un aperitivo ampliamente consumido en diversas culturas, especialmente en la gastronomía mediterránea. Sin embargo, como señala Manuel Viso, médico, en una de sus publicaciones, "la mayoría de aceitunas con anchoa no llevan anchoa". Esta afirmación puede resultar sorprendente para muchos consumidores que asumen que el relleno de estas aceitunas es auténtica anchoa.

En realidad, en la mayoría de los casos, el relleno consiste en una pasta elaborada a partir de boquerón u otras especies de pescado que simulan el sabor de la anchoa, e incluso en ocasiones se emplean aromas artificiales para replicar dicho sabor. Además, se añaden ingredientes como proteína vegetal, almidones, espesantes y colorantes para lograr la textura y apariencia deseadas. Por lo tanto, aunque el sabor sea similar al de la anchoa, muchas marcas no contienen este ingrediente en absoluto.

Para determinar si un producto contiene realmente anchoa, es fundamental revisar detalladamente la lista de ingredientes. Si en dicha lista se menciona específicamente la palabra "anchoa", es indicativo de que el producto contiene este pescado.

No obstante, es importante tener en cuenta que incluso cuando se indica un porcentaje de pasta de anchoa, este puede incluir otros componentes además de la propia anchoa. Por ejemplo, algunas marcas indican un 6% de pasta de anchoa, pero este porcentaje puede abarcar agua, saborizantes, almidón, grasas vegetales y otros aditivos, lo que significa que la cantidad real de anchoa es mínima. Como advierte Viso, "aunque saben a anchoa, la mayor parte de marcas no tienen nada de anchoa".

Además de los ingredientes mencionados, es común que estas pastas contengan aditivos como antioxidantes, acidulantes o correctores de acidez, y estabilizadores, con el fin de mantener la estabilidad y prolongar la vida útil del producto. Asimismo, se emplean potenciadores del sabor, como el glutamato monosódico (E-621), para realzar el perfil gustativo del relleno.

Viso señala que a veces llevan potenciadores del sabor, por ejemplo, E-621, que es el conocido glutamato monosódico. Estos aditivos, aunque aprobados para su uso en la industria alimentaria, pueden ser motivo de preocupación para algunos consumidores que prefieren evitar sustancias artificiales en su dieta.