La anguila eléctrica (Electrophorus electricus) es una especie que puede llegar a emitir descargas de hasta 850 voltios. Este animal utiliza esta habilidad para paralizar a sus presas o defenderse de aquellos depredadores que las atacan. Sin embargo, pese a lo que siempre se ha creído, esto no ocurre sólo dentro del agua. Las anguilas eléctricas son capaces de saltar fuera de los ríos y aterrizar sobre sus atacantes para dispensar tremendas sacudidas (como si de una pistola Taser se tratase) si se sienten amenazadas.

Una nueva investigación publicada en la revista Current Biology ha revelado ahora detalles clave sobre cómo las anguilas ejecutan esta estocada eléctrica. El trabajo, llevado a cabo por Kenneth Catania, profesor de Biología de la Universidad de Vanderbilt (Tennessee, Estados Unidos), tiene una singularidad que lo hace más llamativo al común de los mortales: el propio investigador ejerció de conejillo de indias, dejando que el pez descargara su furia contra su brazo derecho.

Catania colocó a un ejemplar de anguila procedente de las cuencas del Orinoco y el Amazonas en una urna con agua, cogió un amperímetro y colocó los cables de éste en su brazo para medir la potencia de la descarga. Acto seguido, sumergió la mano en la urna. La reacción del pez, tal y como se puede ver en el vídeo que grabó para la investigación, no se hizo esperar. La anguila se acerca lentamente a su extremidad y, en una sacudida, se levanta sobre sí misma y emite una descarga sobre su brazo sin clavarle los dientes, tocándole con su cabeza.

Alexander von Humboldt, un famoso viajero del siglo XIX, ya había descrito este comportamiento de las anguilas hace algunos años. Según los escritos de este aventurero alemán, los nativos de Venezuela utilizaban a grupos de caballos para atraer a las anguilas y cazarlas en aguas poco profundas del Amazonas. Éstas saltaban y atacaban a los animales, que caían aturdidos fruto de las descargas. Sin embargo, tal y como reconoce Catania, "nadie terminaba de creérselo". O "si lo hacían, pensaban que se trataba de un comportamiento extraño".

Inspirado por Von Humboldt y un reciente vídeo viral en el que un pescador era atacado por una anguila que salía fuera del agua, el biólogo estadounidense decidió ponerse manos a la obra en su laboratorio. El año anterior ya había conseguido demostrar que las anguilas podían saltar a la superficie y electrificar a sus atacantes. Pero aún desconocía en qué medida afectaban sus descargas a animales vivos.

El científico eligió una anguila relativamente pequeña, de unos 40 centímetros de largo, cuya descarga eléctrica máxima alcanzó los 43 miliamperios. Catania comprobó que, tras el ataque, la electricidad fluyó desde la cabeza del animal hacia su brazo, hacia el agua y hacia la cola, como si de un circuito se tratase. El investigador recibió 10 descargas como ésta. Así, los datos que extrajo del experimento le permitieron medir la capacidad eléctrica de estos animales y extrapolarla a otras anguilas de mayor tamaño (que pueden llegar a medir hasta dos metros y medio de largo).

Según el biólogo, este trabajo demuestra que las anguilas utilizan la electricidad para disuadir a las especies que las amenazan y que pueden emitir descargas capaces de paralizar a otros animales, superando ampliamente los umbrales del dolor. "No sabemos aún cuál es el motor de comportamiento, peor lo que sí está claro es que necesitan disuadir a los depredadores. Y puedo decirles que son realmente buenas en eso", apunta Catania. "No puedo imaginar a un animal que reciba esta sacudida y que se quede pegada a su alrededor".