Varios de los testimonios recogidos por la última Nobel de literatura, Svetlana Alexiévich, en su escalofriante Voces de Chernóbil inciden en la misma idea: hasta el 26 de abril de 1986, la sociedad estaba mentalmente preparada para los peligros de las bombas nucleares, pero nunca para su versión amiga: la utilización de lo nuclear como fuente de energía. 

Ese día se producía la que se considera la mayor catástrofe nuclear de la historia, en una central nuclear de la antigua URSS (actual Ucrania) de nombre hasta entonces desconocido para todo el mundo y actual sinónimo de muerte y devastación. 

Aunque los expertos insisten en que las centrales nucleares son seguras y que el caso de Chernóbil se puede atribuir simultáneamente a fallos humanos y a deficiencias en el diseño, la realidad es que éste no fue el primer accidente nuclear de la historia y, desgraciadamente, tampoco el último.

Según el portavoz de las campañas nucleares de Ecologistas en Acción, Francisco Castejón, no se puede decir que un accidente como el de la central exsoviética no se va a volver a repetir.

Aunque según reconoce a EL ESPAÑOL el también investigador en el CIEMAT se aprendieron lecciones de Chernóbil, la humanidad no fue capaz de evitar Fukushima. "Es una carrera perdida hacia la seguridad", afirma el científico, que apunta a lo que pueda pasar en regímenes "menos democráticos" como Corea del Norte o China, donde existe mucha actividad nuclear. 

Repasamos algunos de los otros Chernóbil que han tenido lugar desde la introducción de la energía nuclear, con el deseo de que la lista sea la definitiva. 

Windscale Sellafield

El peor accidente nuclear en la historia del Reino Unido se produjo el 10 de octubre de 1957 y no tuvo lugar en una central nuclear al uso, aunque tampoco fue fruto de una bomba atómica. Entre 1950 y 1951 se construyeron en la localidad de Sellafield dos reactores para producir plutonio que podría emplearse en la construcción de armas nucleares. Un incendio en uno de ellos acabó con esta intención, pero también con la vida de 240 personas, que no fallecieron de forma inmediata, sino años después, por cáncer debido a la liberación de yodo - 131,entre otras sustancias radiactivas. El accidente alcanzó un nivel 5 -de 7- en la Escala Internacional de Eventos Nucleares (INES, de sus siglas en inglés) y los expertos lo achacan a un mal diseño de las instalaciones. 

Three Mile Island

El mayor accidente nuclear en la historia de Estados Unidos tuvo lugar el 28 de marzo de 1979 en el reactor 2 de la central de Three Mile Island, en Pensilvania. Se debió a un fallo técnico, que provocó que casi se fundiera el núcleo del reactor, como destaca Castejón. La consecuencia fue un escape radiactivo que también alcanzó un nivel 5 en la escala INES. Las consecuencias sólo han podido deducirse de estudios epidemiológicos, por lo que no se pueden atribuir víctimas directas al accidente. El suceso dio mucha fuerza a las campañas antinucleares. 

Tokaimura

El 30 de septiembre de 1999 se produjo un accidente en la planta de tratamiento de combustible nuclear de Tokaimura (Japón), donde se enriquecía uranio. Decenas de personas tuvieron que ser evacuadas y murieron dos operarios de la central. El incidente se clasificó con un 4 en la escala INES. 

Vandellós

Aunque no hubo víctimas directas, España también tuvo su versión ultralight de Chernóbil, en forma de accidente en la central nuclear de Vandellós I, clasificado como nivel 3 en la escala INES. El 19 de octubre de 1989 se declaró un incendio en la zona de turbinas, pero no escapó ningún material radiactivo al exterior. 

Fukushima

Hubo que esperar 25 años para que volviera a producirse un incidente nuclear del nivel más elevado en la escala INES. En esta ocasión fue la naturaleza la responsable. Un seísmo de 9 en la escala Richter y el posterior tsunami provocaron daños en las vasijas de contención del reactor 2 de la central nuclear de Fukushima. Según Castejón, lo más destacado de este incidente, que liberó un 40% del material radiactivo que Chernóbil, fue la contaminación masiva del agua que, según el ecologista, aún no sabemos qué efectos tendrá. Según la Organización Mundial de la Salud, curiosamente, el mayor efecto del accidente sobre la población se vio en su salud mental, por la percepción de los riesgos asociados a la fuga. 

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