Los fertilizantes que se usan en la agricultura intensiva tienen principalmente tres nutrientes: nitrógeno, potasio y fósforo. Éste último es el más escaso. Desde hace años se habla de conflictos diplomáticos y comerciales derivados de la futura falta de fósforo, e incluso, de un pico similar al del petróleo. Como ocurre con el crudo, el fósforo está en manos de unos cuantos países. De hecho, el 72% de las reservas existentes están en manos de Marruecos y el Sáhara Occidental. China, Estados Unidos y Jordania se reparten el resto.

Sin embargo, para el petróleo tenemos sustitutos, pero para el fósforo no.

Ahora, un nuevo estudio publicado en Nature Plants por investigadores de las universidades de Brown y Vermont analiza qué pasará si los países tropicales en vías de desarrollo siguen, como ocurre actualmente en Brasil, intensificando sus cultivos para pasar de una agricultura tradicional a una profesional, capaz de satisfacer su creciente

demografía.

Además del incremento en el uso de fosfatos para fertilizar las tierras, Eric Roy, ahora investigador en la Facultad de Medio Ambiente y Recursos Naturales de la Universidad de Vermont, descubrió que el fósforo se fijaba más fácilmente a las tierras tropicales, con lo cual no llega a potenciar el crecimiento de las plantas con la misma eficacia. "El hallazgo más sorprendente para mí fue esta baja eficiencia del uso de fertilizantes con fósforo en cultivos de soja", explica Roy a EL ESPAÑOL.

Calcularon que, al menos, el 50% del fósforo añadido se quedaba en el suelo y no llegaba a la planta. Roy y sus compañeros pensaron que, tras 2 ó 3 décadas de cultivo intensivo con fósforo, el suelo se acostumbraría y podrían empezar a reducir el uso de fertilizante manteniendo una producción alta en las cosechas.

Sin embargo, al consultar a los agricultores de la región de Matto Grosso no vieron evolución alguna en aquellos que llevaban años usando fertilizantes con fósforo y, por supuesto, no pensaban en reducir la cantidad a corto plazo. "Los estudios del suelo apoyan esta idea, ya que parece que la mayoría del fósforo está retenido de forma que es difícil o imposible que llegue a las plantas".

Mapa del mundo en función de la capacidad del suelo para fijar fósforo. EE

El estudio llegó a la conclusión de que el suelo en países tropicales podría retener cada año entre uno y cuatro millones de toneladas métricas de fósforo. En comparación, Estados Unidos emplea cada año dos millones de toneladas métricas para alimentar a sus casi 400 millones de habitantes. En resumen, los países tropicales en vías de

desarrollo tendrían que usar más cantidad de fósforo por kilómetro cuadrado para mantener la producción. A esa cantidad extra, los investigadores la bautizaron "el impuesto del fósforo".

"La intensificación agrícola se ha desarrollado en otros países tropicales más allá de Brasil", comenta Roy, "hay ejemplos en todas partes de Latinoamérica, África subsahariana y el sudeste asiático". Y muchos de estos lugares tienen en común con el país brasileño que "el rendimiento de los cultivos se mantiene relativamente bajo y el acceso a los fertilizantes sigue siendo difícil", explica este experto, que menciona que, aunque algunos expertos sitúan a África como el "granero del mundo" en 2050, es aún difícil de predecir debido a factores como el fósforo.

En Europa, por ejemplo, la escasez de fósforo ha inspirado varios proyectos de investigación para, por ejemplo, recuperarlo de las aguas residuales. Uno de los más prometedores el PHORWater, liderado por la Universidad de Valencia y la empresa Depuración de Aguas del Mediterráneo, y que ya está dando resultados. A partir de los residuos de las estaciones depuradoras están obteniendo estruvita, un mineral fosfato que puede emplearse como fertilizante reduciendo la dependencia del fósforo mineral. En resumen, cerrar el ciclo del fósforo.

Estruvita extraída de aguas residuales en la Comunidad Valenciana. PHORWater

Para Roy, otras de las estrategias a emplear para no causar un colapso global en el futuro incluyen "emplear cal en vez de fósforo, mejorar las técnicas de fertilización mediante la agricultura de precisión o micro-dosificación, o repensar las dietas ricas en carne", ya que reducir la cantidad de comida desperdiciada contribuiría, según este experto, a gestionar el fósforo mundial de forma más sostenible.

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