Meseta, montaña, naturaleza, los ocres colores de los robredales en otoño y un aire capaz de recibir al visitante con el vigor del más cálido abrazo son los puntos sobre los que se ancla un total de 18 localidades capaces de cautivar, aunque sea por un breve espacio de tiempo. La naturaleza se da la mano con la historia en todas y cada una de las provincias, cuya riqueza trasciende del patrimonio y de la gastronomía. Estos son algunos de los escenarios que bien podrían protagonizar la más tierna de las leyendas y que ofrece Castilla y León

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    Candeleda

    Al sur de la provincia de Ávila se encuentra el quinto municipio con mayor población, con algo más de 5.000 habitantes, mirando, desde el sur, a la Sierra de Gredos. Se trata de un enclave natural prolijo en gargantas naturales, como la de Santa María. Asimismo, la localidad es propensa para las rutas en plena naturaleza, de todo tipo, tanto para senderistas expertos como para iniciados, así como paseos a caballo. También destaca por su patrimonio histórico, palpable en los muros que erigen la Iglesia de Nuestra Señora de La Asunción o la Ermita de San Blas. Visita obligada merece El Raso, yacimiento arqueológico, que data del siglo V antes de Cristo, donde los vetones se asentaron.

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    Arévalo

    La ruta del Levante del Camino de Santiago encuentra en esta localidad, al norte de la provincia abulense, con casi 8.000 habitantes, Arévalo, custodiada por los ríos Arevalillo y Adaja. El medievo también respira el frescor cada mañana en Arévalo, declarado Conjunto Histórico, merced a su castillo, sus plazas y sus puentes medievales. Destacados nombres como los de Ignacio de Loyola o Isabel la Católica estuvieron ligados a la localidad durante sus jóvenes años, cuando pudieron disfrutar de uno de los platos típicos, el Tostón de Arévalo, un cochinillo asado que supone su insignia gastronómica.

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    Frías

    Ciudad de castillos, como tantas otras en la historia de la literatura fantástica, guardan a sus habitantes su fortaleza y la Iglesia de San Vicente. El Conjunto Histórico de Frías, al norte de la provincia de Burgos y cuyo censo apenas supera los 200 habitantes, cuenta con una muralla medieval, que parte desde el centro de la localidad situada sobre un rocoso cerro. La historia de la localidad enclavada en pleno cerro de la Muela está coronada por la torre del homenaje del Castillo de los Duques de Frías. Otro de los tesoros que guarda es el conjunto de casas colgadas, de dos y hasta tres alturas que, algunas de ellas, penden desde la propia roca.

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    Covarrubias

    Con algo más de medio millar de habitantes, bañado por las frías aguas del río Arlanza, en Burgos, la villa divide su plano en tres barrios, repartidos intramuros, otro que cruza el río y, el último de ellos, en lo alto de la localidad. Los ojos del visitante observan, en todo momento, cómo las estructuras amaderadas, con barro y piedras, evocan la tradición de la región. Guarda varias estructuras reconocidas como Bien de Interés Cultural, tales como la Torre de Doña Urraca o la Iglesia de San Cosme y la de San Damián. Su historia se remonta a su fundación por Chindasvinto, rey visigodo, si bien es cierto que, con anterioridad, tribus íberas ya habían poblado el emplazamiento. Ya con Fernán González llegó su reputación, debido a que el conde acostumbraba a visitar la villa en épocas de asueto.

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    Astorga

    Punto de finalización de la vía romana nacida en Mérida, a la sazón Emerita Augusta. En la provincia de León se encuentra la localidad, con casi 11.000 habitantes, que durante la Edad Media también fue llave de paso del Camino de Santiago. Cabe destacar que se trata de la única ciudad en la que convergen dos de las grandes rutas turísticas, como son la Vía de la Plata y la Ruta Jacobea. Destaca por su palacio Episcopal, que lleva la firma del sempiterno Antonio Gaudí. Capital astur durante el dominio romano, es el perfecto emplazamiento para observar sus cuatro costados desde lo alto, las localidades vecinas de La Cepeda, Páramo, Vegas del Órbigo y del Tuerto y la Maragatería. A sus alrededores, pese a que no consigue escapar de los vientos otoñales, se encuentran los Montes de León y el Teleno, santo y seña de los romanos durante su expandido Imperio.

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    Peñalba de Santiago

    Entramado de tranquilidad, se encuentra el Bien de Interés Cultural de Peñalba de Santiago en la provincia de León. Un lugar idílico para perderse en los días libres entre sus bosques poblados de recios robles y cascadas naturales, que dan solera al conjunto del Valle del Silencio, la perfecta percha para abstraerse del ruido urbano de la rutina. Destaca la Iglesia de Santiago, única altura que resiste a los blancos mantos de nieve durante los crudos inviernos, declarada Monumento Nacional, en el año 1931.

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    Ampudia

    Tierra de Campos, tierra de mar de trigo, en Palencia. Tierra de Ampudia, gobernada por su castillo, parada obligatoria en la Ruta de los Castillos de la provincia y amparada por la colegiata de San Miguel o, también, conocida como la Giralda de Campos. El cereal mecido por los vientos de una meseta que sólo escapa a la más absoluta planicie con altos palomares rodea una localidad de tradicionales casas castellanas, erigidas con paredes de adobe, capaces de mantener fresco su interior durante el cálido verano y cálido en el frío invierno.

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    Aguilar de Campoo

    Villa románica anclada en el norte de la Montaña Palentina, con cerca de 7.000 habitantes, cuenta en su haber con la tradición rodeada de una muralla con siete puertas de entrada, en origen, bajo la sombra del castillo y de la Iglesia de Santa Cecilia. Cántabros, romanos y visigodos poblaron la que hoy es la villa galletera, que llegó a contar con hasta cuatro fábricas de la industria que plagaban sus calles de aroma a desayuno, lloviera, nevara o apretara el sol. El Monasterio de Santa María la Real, del siglo XII y principios del XIII, reconvertido en instituto, es una de las joyas de la corona de la localidad, junto con la Iglesia de San Miguel.

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    Ciudad Rodrigo

    Una de las más emblemáticas localidades de la provincia de Salamanca, Bien de Interés Cultural y Monumento Histórico Artístico, dado su prolijo patrimonio de los siglos XV y XVI, guarda a sus habitantes entre los muros que aún permanecen al paso del tiempo, dentro de los cuales se alzan su catedral y su castillo. Rodrigo González Girón, ‘culpable’ de la repoblación de la localidad hace nueve siglos, da nombre al lugar en el que refriegas como la Guerra de Sucesión y la Guerra de la Independencia tuvieron lugar. Cuenta, asimismo, con un Parador en la torre del homenaje del castillo, al que se accede por una de las puertas de entrada a la ciudad, la Puerta de la Colada.

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    La Alberca

    Al sur de la provincia charra, la Peña de Francia, con el santuario de la Virgen Negra, y la Sierra de Gata guardan la localidad con influencias judaicas y árabes. Famosos son sus telares, pieza material que simboliza la localidad de amplia tradición ganadera y agrícola, además de textil. El cerdo ibérico es uno de los habitantes que ha estado, está y estará presente, otorgando solera de joya gastronómica al municipio.

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    Pedraza

    A más de 1.000 metros de altitud sobre el nivel del mar se encuentra la localidad segoviana, en lo alto del cerro, idílico para contemplar, desde las alturas, la frondosa vegetación que baña sus alrededores, ricos en sabían, encina y roble negral. Como tantas otras en la Comunidad, la villa, amurallada, cuenta con la denominación de Patrimonio Histórico, desde 1951. Siglos atrás, Enrique II de Castilla eligió a Don Fernando Gómez de Albornoz como Señor de Pedraza. La mayoría de su urbanismo se encuentra presente en Pedraza desde los siglos XVI y XVII, lo que genera un aura medieval a todo visitante, cuando la lana de oveja merina fue más cotizada, compitiendo, incluso, con la industria textil de Flandes.

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    Sepúlveda

    También en la provincia segoviana se encuentra, escoltada por los cerros de Somosierra y de La Picota, la Villa Medieval de Sepúlveda, a algo más de 1.000 metros sobre el mar. Nada que envidiar tiene a los espectaculares paisajes naturales mostrados en el cine puesto que Las Hoces del Río Duratón impresionan, a visitantes a pie y a remo, por sus ocres colores, máxime, durante el otoño. No debe asustarse el visitante cuando le dirijan a la cárcel, puesto que, actualmente, se trata de la oficina de turismo. Cerca de ella se encuentran, en plena Plaza de España, los torreones del castillo. Además, el turista puede deleitarse con el considerado como edificio románico más antiguo de la provincia, la iglesia de El Salvador, del siglo XI.

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    Ágreda

    Cabeza de la comarca que lleva su nombre, en la provincia de Soria, hace las veces de puente entre la meseta castellana y el valle del Ebro. Enclavada en las faldas del Moncayo fue cuna de las tres culturas que coexistieron, en armonía, durante siglos, la árabe, a judía y la cristiana. Muestra de ello son los restos de las dos puertas, de origen califal, de la muralla, así como las calles de la judería y la muestra cristiana en forma de iglesias, conventos y ermitas.

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    Calatañazor

    Soria también cuenta, rodeada de sabinas centenarias y con el río Milanos de cerca, con una calzada romana que culmina en la localidad en la que el moro Almanzor perdió su tambor. Edificada dentro de la muralla, el castillo gobierna Calatañazor. Desde lo alto de la fortaleza se aprecia su calle principal, que termina en la Plaza de Armas y es el preludio a construcciones típicas de madera, adobe y piedra, en las que destacan sus chimeneas de teja partida.

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    Urueña

    No sólo por estar rodeado del rubio campo castellano, esta localidad vallisoletana es conocida. El único pueblo del país con más librerías que bares sirvió como frontera entre León y Castilla durante la Edad Media. Las puertas del Azogue y de la Villa, con arco apuntado, abren el enclave al visitante, que puede rodear toda la localidad desde lo alto de su muralla. Para la Historia queda el año 1154, cuando Doña Sancha protegió la Capital de la Merindad del Infantazgo de Valladolid desde el castillo de Urueña.

    Diputación de Valladolid
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    Peñafiel

    Vino por sus cuatro puntos cardinales. Caldo de dioses y de reyes, quienes pasaron por la ‘capital’ de la Ribera del Duero. El yacimiento arqueológico de Pintia se encuentra, también, en las inmediaciones de la vallisoletana localidad, un lugar del que se extrajeron pruebas de que la elaboración del jugo fermentado de uva ya tenía lugar hace más de 2.500 años. El castillo y su intimidante fortaleza medieval de piedra, similar a la estructura de un galeón, se encaraman sobre un cerro que tutela la panorámica del valle del Botijas y del Duratón. Donde otrora alzaban grandes pendones, hoy se encuentra el Museo Provincial del Vino. Además, la Plaza del Coso compone un ambiente medieval en el que las casas muestran sus balcones amaderados a la luz del día.

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    Puebla de Sanabria

    Zamora guarda uno de ‘Los Pueblos más bonitos de España’, un sello de calidad cuyo Mercado Medieval está declarado como fiesta de interés turístico en Castilla y León. Desde la lejanía ya se observa su castillo, del siglo XV, en el que descasa la biblioteca municipal. Cuenta, también, con el Museo de Gigantes y Cabezudos, con un total de 43 figuras que componen parte del patrimonio de la villa desde mediados del siglo XIX, cuando la tradición del desfile en las fiestas de las Victorias comenzó. Cercano al Lago de Sanabria, el mayor de la Península Ibérica y uno de los principales, de origen glaciar, del viejo continente, de 3.158 metros de longitud y más de media centena de metros de profundidad. Cabe destacar, en su amplia historia, el año 1220, cuando constituyó la defensa de los reinos leoneses frente a Portugal.

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    Toro

    Cuna del vino, en la provincia zamorana, da nombre a una ruta de este caldo en la localidad que aún conserva restos de su Alcázar. Ciudad vaccea, conocida, antaño, como Arbocala, cuenta con numerosas rutas por las que perderse, momentáneamente, como la ruta de las fuentes, con un total de 83 catalogadas. Permite al visitante otear el horizonte, en días soleados, hasta más allá de 20 kilómetros de distancia o, también, la Colegiata, con el río Duero a sus espaldas. Rico en pinares, Toro debe su nombre a parte del monolito ‘verraco’ que aún permanece y da nombre a la localidad.