Imagen de Román Linacero junto a uno de sus murales en Nava de la Asunción, Segovia

Imagen de Román Linacero junto a uno de sus murales en Nava de la Asunción, Segovia

Sociedad

Un muralista que por amor al arte ha llenado de vida, color y realismo un pueblo de Segovia: "Hay hasta una ruta turística"

El pintor Román Linacero ha decorado la localidad con más de 20 murales gigantes sobre diferentes temáticas, que hacen confundir la ficción con la realidad

19 febrero, 2024 07:00

Uno de los pueblos más vivos, coloridos y artísticos de la provincia de Segovia es, sin lugar a dudas, Nava de la Asunción. Un pequeño pueblo de poco más de 2.700 habitantes, que llama la atención por los impresionantes murales que luce en muchas de sus fachadas. Más de una veintena de ilustraciones cargadas de realismo, que son obra del pintor y muralista Román Linacero, también conocido como Sr. Momán.

"Hay hasta una ruta turística", que el Ayuntamiento de la localidad ha creado a través de un mapa, para que vecinos y visitantes puedan contemplar estos murales, los cuales ya han logrado conquistar a cientos de personas que se han trasladado a la localidad expresamente para ver las obras. 

Tal y como ha confesado el artista madrileño a EL ESPAÑOL - Noticias de Castilla y León, la idea surgió a raíz de su afición por la pintura. Él llevaba años trabajando como redactor para una agencia de publicidad. Sin embargo, el hecho de que hace 14 años empezase a sentir que su profesión no le terminaba de llenar, le llevó a tomar la decisión de probar suerte en el mundo del arte. "Hice primero un ciclo de artes aplicadas a la escultura, que me gustó mucho, y cuando lo terminé empecé a pintar y a hacer formaciones relacionadas. Cuando adquirí nuevas habilidades y destrezas, decidí que quería dedicarme exclusivamente a la pintura, así que dejé la publicidad y abrí mi propia escuela, la Academia Punctum", ha confesado. 

Román Linacero junto a uno de sus murales de Nava de la Asunción

Román Linacero junto a uno de sus murales de Nava de la Asunción

Tiempo después, se le despertó el interés por la pintura mural y, como no tenía muchas opciones de practicarla, decidió proponerle a su cuñado, residente en Nava de la Asunción, que le dejara pintar algo en una de las paredes exteriores de su casa. 

Después de que este accediera, Román le pintó una rosa con espinas, con la que consiguió llamar la atención de algún que otro vecino, que le pidió que hiciese más murales en el pueblo: "Hace unos 12 años hice el primer mural. Siempre me había interesado, pero nunca había tenido lugar para hacerlo. Entonces, cuando pinté la pared del hermano de mi pareja - originaria de Nava de la Asunción - otro chico de allí me dijo que hiciese algo para el pueblo y que él me montaba los andamios", ha expresado. 

Así, poco a poco, "cuando hacía bueno y en ratos libres", el artista fue dejando "esos pequeños regalitos" por toda la localidad. 

Hoy ya hay más de 20 murales repartidos por todo el municipio. Y es que, aunque, tal y como ha reconocido el autor, "algunos van cayendo" por el tiempo e incluso por la propia acción urbanística, todavía sigue sorprendiendo con otros nuevos. 

Por lo general, él no suele rehacerlos, salvo que pueda aportar algo nuevo, como ocurrió con el de su cuñado: "Yo prefiero hacer una pieza nueva y algo que no se haya visto antes, aunque sí hay alguno que me gusta rehacerlo para volverlo más pictórico y realista. Por ejemplo, el de la rosa, que como fue el primero y entonces no me atrevía a meterme en trabajo realista, estaba dibujado como con una estética de cómic, de dibujo plano. Por eso, cuando salimos de la pandemia, decidí hacerlo completamente realista", ha revelado. 

Primer mural de Román Linacero en Nava de la Asunción

Primer mural de Román Linacero en Nava de la Asunción

Lo más curioso de todo es que todos los murales realizados por Román en Nava de la Asunción han sido pintados de manera totalmente desinteresada y altruista: "El pueblo me ha dado mucho y me apetecía hacer algo por él, entonces todos los años intento hacer una o dos piezas, lo que voy pudiendo", ha explicado. 

Si bien, no siempre regala su trabajo. Él cobra por enseñar a pintar en su escuela, por los trabajos que realiza en su taller con pintura en lienzo al óleo tradicional y también por los murales que le encarga cualquier particular. 

En cuanto a las temáticas de los murales, el madrileño ha confesado que se tratan de propuestas personales: "Yo hago un poco lo que la pared pide. Dependiendo de lo que vea, hago una cosa u otra, porque la pared demanda cosas concretas. Es como que ves un marco y te inspiras en una dirección", ha reconocido al respecto. 

Además, sus creaciones juegan con la particularidad de que no tienen título, y esto se debe a una razón: "Ni siquiera me molesto en ponérselo porque al final cierra un poco la idea y me parece que es más agradable no dar las cosas tan masticadas", ha añadido. 

Llegados a este punto, cualquiera podría pensar que los murales de Román Linacero únicamente se exhiben en Nava de Asunción. Pero nada más lejos de la realidad. Según ha puntualizado el artista, sus creaciones también han llegado a otros pueblos de Segovia, como a Fuente de Santa Cruz, donde el Ayuntamiento le contrató para pintar el frontón; a Marugán, donde hizo una pintura en la biblioteca; a Cantimpalos, donde trabajó para un particular; a Coca; y hasta a San Pietro, un pueblo de Italia. 

Mural del pintor en un pueblo de Italia

Mural del pintor en un pueblo de Italia

"Estos dos últimos veranos me han estado contratando para pintar allí. El año pasado hice un mural de dos niñas de Nava, cuando volví al pueblo, pinté a dos personajes de San Pietro y al regresar otra vez a Italia, volví a pintar a un niño de Nava. Estamos empezando una especie de hermanamiento artístico genuino entre pueblos para que haya un acercamiento cultural entre ambos", ha concluido. 

Los murales de Nava de la Asunción

Nada más entrar al pueblo, ya se puede observar el primer mural de Román Linacero. Este refleja una hoja de papel en la que hay pintada una casa, junto a un lápiz y un sacapuntas. 

Siguiendo el camino hacia el centro del pueblo, se llega a la plazoleta que hay junto a la Ermita. A pocos metros de la misma, en la carretera de Coca, te topas con un impresionante mural de un reloj del que asoma un colorido cuco. 

Callejeando un poco nos encontramos con la rosa con espinas que el autor pintó en la fachada del hermano de su novia. En la calle Damián Gómez se ubica otra pintura que muestra a un niño rodeado de edificios que, en determinados momentos, parece que se va a caer al vacío. 

En la carretera Migueláñez se pueden observar otros dos más, uno de un pastor meditando en el campo y rodeado de su ganado, y otro de un cuadro colgado en una pared, con diferentes tipos de plantas. El siguiente se ubica en la calle Esteban Marugán. Allí, una mujer de gran tamaño echa el humo de un cigarro a una persona que se acerca a verla. 

Pero esto no es todo. Nava de la Asunción también cuenta con una ilustración formada por diferentes retratos en varios colores, sobre los que se puede leer, "si en los ojos de los jóvenes vemos el fuego, en los ojos de los ancianos vemos la luz". 

Detrás de unas viviendas de la calle Constitución, encontramos un retrato de un niño. Próximo a este, otro que invita a reflexionar sobre nuestras acciones más comunes; y un tercero que refleja el cotilleo a través de dos personas que tratan de escuchar mediante un vaso de cristal colocado en la pared. 

Mural del pintor Román Linacero

Mural del pintor Román Linacero

El siguiente se puede visitar en la calle Inés Lozano y muestra a una persona tumbada en el bosque con una parte de sus pies metidos en un río; mientras que el de la calle del Pintor Solana es un auténtico homenaje al poeta Jaime Gil de Biedma, cuyos versos decoran una de las paredes del frontón del pueblo. 

En la calle Teodoro Lázaro se ubica un nuevo mural, en este caso, de una mujer sentada sobre la naturaleza con un paraguas de la mano. Este transmite un sentimiento totalmente opuesto al de la última vivienda de Nava de la Asunción, en el que el pintor refleja la desobediencia de los más pequeños. Y es que, desde este se puede ver el siguiente, una obra en la que una mano empieza a quitar una especie de lámina, tras la que se oculta un paisaje lleno de verde. 

Llegados a este punto, no podemos dejar de mencionar la imagen de un niño disfrazado con una espada en la mano, en el Camino Trinidad; ni tampoco el del hombre conduciendo un coche con una joven sentada en el techo del mismo. 

Si bien, cabe destacar que estos no son todos los murales de Román Linacero que llenan de vida, luz y color Nava de la Asunción. Hay alguno más, pero lo mejor es verlos en vivo y en directo yendo al pueblo y siguiendo la preciosa ruta organizada por el Ayuntamiento, o, en su lugar, revisando sus trabajos publicados en su perfil de Instagram (@romanlinacero).