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Ricardo Rivero: "Si hubiéramos optado por un modelo telemático se habría ocasionado un daño irreparable a la universidad"

30 enero, 2021 16:58

Carlos Tabernero / ICAL

Aterrizó en el puesto hace ya tres años, encontrándose y asumiendo la celebración del VIII Centenario de la universidad más antigua de España. En ese momento, la conmemoración de la efeméride parecía el mayor de los desafíos que tendría que afrontar en su mandato, pero la pandemia del coronavirus ha empequeñecido y, en parte, enmudecido aquel reto. Ahora, Ricardo Rivero Ortega (Palencia, 1969) inicia el último año de su primera legislatura al frente de la Universidad de Salamanca como uno de los mayores defensores del modelo de la presencialidad, ya que "la actividad educativa no es la causa ni está correlacionada con el incremento de contagios" por COVID-19. Además, espera comprensión con la decisión, porque "optar por el modo telemático es la postura fácil, de evitar problemas, esfuerzo y tensiones", pero hubiese ocasionado "un gran perjuicio al entorno" porque "recuperar la imagen de institución universitaria internacional hubiera costado años".

Llegó con los actos por la conmemoración del VIII Centenario iniciados pero se encargó de virar el rumbo para lograr más visibilidad de la Usal en el mundo, principalmente con la iniciativa de establecer Salamanca como epicentro del Espacio Euroiberoamericano de Educación Superior. ¿Se considera satisfecho de lo logrado en 2018?

Lo dije en su día: el 2018 salió bien gracias, en gran medida, al trabajo previo que se venía realizando. Esto hay que reconocerlo, porque la mayor parte de los acontecimientos estaban programados. En cuanto a aportaciones nuevas, incluimos la línea de convertir Salamanca en el referente del Espacio Euroiberoamericano del Conocimiento y la Educación Superior, así como el vínculo con el centenario de la reforma universitaria de Córdoba. Esto profundizó nuestros lazos con Iberoamérica porque el 2018, en el panorama universitario español, estaba enfocado en el VIII Centenario de la Universidad de Salamanca, pero en América se estaba celebrando el centenario del hito contemporáneo más importante para las universidades del otro lado del Atlántico, que fue la reforma cordobesa. Hablé, nada más tomar posesión de mi cargo, con el rector de la Universidad de Córdoba y hermanamos las dos efemérides, de manera que el VIII Centenario de la Universidad de Salamanca estuvo presente también en el encuentro de educación más importante de ese año en América: el que la Unesco celebró en la ciudad argentina de Córdoba. Se añadió así otro gran escaparate de visibilidad del sistema universitario español y de la Universidad de Salamanca, aunque la mayor parte de la programación venía ya dada por el trabajo de los equipos anteriores.

¿Cree que se ha diluido demasiado rápido el efecto del VIII Centenario, principalmente ahora como consecuencia de la pandemia?

No, volverá. Durante todo este tiempo, incluso en la pandemia, nuestra comunicación con las universidades más importantes de Iberoamérica ha seguido siendo muy activa. Nuestros convenios internacionales se multiplican, la presencia de estudiantes de Máster y Doctorado en nuestras aulas no se ha visto negativamente afectada por la crisis COVID gracias a un gran esfuerzo de promoción, y el prestigio internacional de la Universidad de Salamanca se pone de manifiesto cuando comprobamos que hoy hay más de diez ministros en gobiernos iberoamericanos formados en nuestras aulas. Son solo algunos ejemplos. El VIII Centenario fue un momento de celebración pero esta es una universidad que tiene un gran pasado y un presente prestigioso.

Uno de los grandes proyectos con los que contaba la efeméride era la reforma profunda del edificio del antiguo Banco de España para acoger el Centro Internacional del Español, que primero iba a estar listo en 2019 y posteriormente se retrasó su apertura hasta 2022. ¿Cómo marcha ese proyecto? ¿La pandemia ha parado su ejecución?

Al contrario. La ejecución de las obras del Centro Internacional del Español se han visto aceleradas porque la pandemia, que tiene grandes desventajas y comporta sufrimiento para todos, también ha tenido otros efectos distintos y uno de ellos es que algunas obras han avanzado rápido. Además, la Junta de Castilla y León ha adelantado sus aportaciones económicas en volumen superior a lo programado para acompañar esa agilización de la ejecución del proyecto. Es decir, el Centro Internacional del Español tiene un estado de ejecución adelantado.

¿Ha trasladado la Universidad de Salamanca su apuesta por el español al formato 'online', con la creación de la plataforma virtual para hispanistas junto a Oxford, el desarrollo de glosarios con la RAE disponibles en la red, y el freno a la apertura del hasta 2019 exponencial crecimiento de las Escuelas de Lengua Española por el mundo? Es decir, ¿será Salamanca epicentro de un español más virtual y menos presencial?

Salamanca será el epicentro de la enseñanza del español en los formatos físico y virtual. En los físicos está el Centro Internacional del Español, que estará ejecutado antes de los plazos previstos y será un gran foro de encuentro de quienes se interesan por nuestra cultura, lengua y literatura. Los números de estudiantes de cursos internacionales van a crecer sin duda, una vez se recupere la movilidad internacional. Los grupos de investigación son muy potentes y nuestras alianzas estratégicas con la RAE o el Instituto Cervantes están reforzadas. Y, al mismo tiempo, estamos muy bien posicionados en el ámbito de lo virtual a través del SIELE y de la reorientación, en plena pandemia, de la oferta académica de Cursos Internacionales al formato telemático, en tiempo récord y con éxito. Además, quiero recordar que firmamos un convenio con un desarrollador chino para la multiplicación de las escuelas de español de la Universidad de Salamanca en China, lo que va a tener un efecto de multiplicación exponencial del número de franquicias. Esto no se observa ahora, por la situación de la pandemia, pero va a tener efectos muy rápidos inmediatamente después.

Ha mencionado ahora la recuperación de la movilidad internacional. ¿Hay temor a que no se recupere en los niveles anteriores, por las consecuencias de la pandemia, y que ello ponga en peligro la sostenibilidad de un sistema universitario español que apostó tan fuerte, en los años previos, por la internacionalización?

La movilidad internacional no se va a ver drásticamente afectada después de la pandemia COVID, o al menos no tanto como algunos apocalípticos y agoreros vaticinan. En la interpretación del futuro de la movilidad internacional se observa un sesgo de lo que se llama presentismo, que es la interpretación del futuro a partir de las circunstancias presentes. Pero una vez se desplieguen los planes de vacunación en los países desarrollados, y en otros países también, el temor a los viajes decrecerá y las medidas de limitación de cruce de fronteras serán menos contundentes y drásticas. Ha habido gravísimas pandemias, guerras y todo tipo de calamidades que ha superado la humanidad, y ninguna de ellas ha frenado el afán humano de aprender en otros países donde se encuentra el saber. Yo creo que volverán muchos miles de estudiantes internacionales a Salamanca. Claro que esto dependerá de la capacidad de cada institución y de su atractivo, porque no todas las instituciones universitarias han podido mantener el número de estudiantes extranjeros en condiciones tan adversas. Pero el interés por estudiar en universidades de prestigio como es Salamanca se mantiene intacto. La gente está esperando y quiere volver.

¿Es este uno de los motivos de apostar tan claramente por la presencialidad en las aulas, de la que usted es uno de sus más firmes defensores? ¿Qué razones le daría a los detractores de ese sistema, que hoy miran con recelo el aumento de los contagios en Salamanca mientras se celebran los exámenes del primer cuatrimestre de manera presencial?

No hay ninguna correlación, y mucho menos una causalidad, entre la tercera ora y la educación presencial. La tercera ola ha sido propiciada por comportamientos sociales fuera de las aulas justo en el momento de interrupción de la actividad académica. La actividad educativa no es ni la causa ni está correlacionada con el incremento de contagios: los datos lo demuestran. Además, si hubiéramos optado por un modelo telemático, hubiéramos ocasionado un daño irreparable a la universidad, y esto se verá claramente con el tiempo.

Quiere decir que, sin la presencialidad en la Universidad de Salamanca, ¿están en peligro la ciudad y su economía? Es decir, ¿se puede combatir realmente la crisis que viene y la despoblación sin una Universidad de Salamanca presencial?

La primera razón de apostar por el modelo de presencialidad segura es la calidad en la educación superior. La experiencia universitaria es una experiencia completa que requiere el encuentro, en condiciones sanitarias adecuadas en este momento, entre los estudiantes, los profesores y la comunidad académica, por el efecto de facilitación social, que es lo que se produce cuando muchas personas coparticipan en una actividad conjunta. Pero además, la Universidad de Salamanca tiene un compromiso decidido con su entorno en Salamanca, Ávila, Zamora y Béjar. Si la Universidad de Salamanca hubiera apostado por una postura fácil, de evitarse problemas, esfuerzo y tensiones, sacrificando la calidad, hubiéramos optado por el modo telemático, que es una tentación constante porque es lo más sencillo. Pero hubiéramos ocasionado un gran perjuicio a nuestro entorno, además de haber afectado negativamente a la calidad de nuestra educación superior. Y ese perjuicio a nuestro entorno no es solo de presente, porque recuperar la imagen de institución universitaria internacional, perdida durante todo un curso académico, hubiera costado años. Un curso plenamente telemático de la Universidad de Salamanca hubiera puesto las cosas mucho peor.

¿No hubiese sido deseable mantener una línea única, en cuanto a la presencialidad, en todo el sistema universitario español? ¿Ha dividido la pandemia a la comunidad universitaria española?

Más del 85 por ciento del sistema está manteniendo la presencialidad en la evaluación y el discurso de todo el sistema es favorable a la presencialidad. No hay una división importante en esto. Las diferencias están en cuanto a las medidas de seguridad. Por eso hay que agradecer a la Junta de Castilla y León el apoyo al sistema DIANCUSAL o a los cribados masivos. Y, además, tenemos el sistema de vigilancia epidemiológica SiViUsal, que otras universidades nos pidieron para replicarlo por su éxito. Es cierto que cada medida adicional que se despliega supone mucho trabajo de muchas personas, mientras que pasar al formato telemático hubieses sido mucho menos costoso y más sencillo. Pero optar plenamente por ese formato hubiese sido un error. Y además, los estudiantes nos han pedido siempre y hasta el día de hoy presencialidad.  

Precisamente hablaba ahora del apoyo de la Junta de Castilla y León a la presencialidad segura. ¿Qué le diría a aquellos que entienden incoherente que el Gobierno regional, por un lado, les diga que es seguro ir a clase o a un examen pero, desde ese mismo altavoz, les estén instando a confinarse en casa?

Creo que la determinación de la Junta de Castilla y León en la protección de la salud es inequívoca. Pero el autoconfinamiento se refiere a la vida social. Los contagios no se producen en las aulas, ni se producen en espacios donde se respetan los protocolos de seguridad. Se producen, según dicen los expertos, en reuniones sociales entre no convivientes, en las que se descuidan las garantías de salud. Entonces creo que cuando se nos pide que nos autoconfinemos, lo que se nos está diciendo es que evitemos una interacción social que presenta esos riesgos. Y, en ese sentido, me sumo a los llamamientos a extremar las precauciones y a la responsabilidad individual, porque tampoco se puede parar todo el sistema productivo y el sistema educativo cuando se están cumpliendo las medidas de seguridad. La tercera ola se genera justo durante el tiempo de cierre de las aulas, luego las personas no se han contagiado en las aulas, sino, la mayor parte, en interacción social.

Dada la situación actual, ¿considera posible llevar a cabo algún proyecto de los que la pandemia interrumpió hace un año? En ese caso, ¿cuál será la prioridad?

No hemos interrumpido nada. Todos los programas de renovación generacional de la plantilla se han seguido desplegando y seguirán desplegándose. La captación de estudiantes internacionales y de otras provincias españolas se ha mantenido sin interrupciones, incluso en un año tan difícil como este, hasta el punto de no perder estudiantes. Y los programas propios de investigación se han incrementado. Por supuesto, la pandemia ha obligado a trabajar el doble o el triple, porque ha habido que hacer todo lo normal y las tareas COVID, que han supuesto como un trabajo en sí mismo. Pero lo cierto es que la comunidad universitaria ha demostrado su capacidad de reacción con el trabajo de todos. Ahora, la tarea para lo que resta de 2021 es salir primero de la crisis COVID y, después, espero que para la segunda mitad del año, poner todos los recursos de la universidad al servicio de la reactivación y, en particular, de la gestión de los fondos europeos. Porque cuando pase la pandemia, todavía vamos a tener muchísimo trabajo y muchísimos problemas y exigencias, y ante ello necesitamos perseverancia.

Como usted mismo ha reconocido en anteriores ocasiones, esa dureza y esa doble o incluso triple carga de trabajo que está implicando la gestión de la pandemia está generando desgaste en el equipo rectoral. De hecho, hubo cambios en el mismo este verano. ¿Prevé más relevos en los próximos meses o este será el equipo con el que trabaje hasta las elecciones?

Yo estoy muy agradecido a todos los vicerrectores y vicerrectoras: han dado lo mejor de sí. Si alguno de ellos en algún momento aprecia que eso comporta sacrificios personales inasumibles, procederé a los relevos que se produzcan, porque yo no puedo obligar a nadie, y la gente tiene que saber que los vicerrectores, así como yo mismo, trabajamos casi todos los domingos desde que empezó esto, sin vacaciones de ningún tipo, lo que explica lo extraordinario de la situación. Pero eso tiene un coste familiar y humano muy alto. Ahora, mientras las personas estén en condiciones de seguir con este ritmo, voy a seguir contando con ellas.

Y, de cara a las elecciones, ¿tiene previsto presentarse a la reelección en diciembre de 2021?

Yo ahora mismo solo pienso en trabajar. No dedico ni un minuto a esa cuestión, porque mi única prioridad es superar la crisis COVID y seguir gestionando toda la universidad. Si estuviera ahora pensando en unas elecciones que se van a producir dentro de muchos meses, me estaría equivocando, porque toda mi atención tiene que estar puesta en superar esta crisis y conseguir los objetivos de la universidad. Dicho esto, con todo lo que he explicado sobre el coste humano de una gestión en una crisis de estas características, con todo lo que comporta desde el punto de vista del esfuerzo, yo me encuentro, en este momento, con mucha más energía que la que tenía al iniciarse el año 2018. La crisis COVID no ha menoscabado mi afán de servir a la universidad. Ahora bien, ese afán están volcado exclusivamente en la superación de la crisis, porque es pronto para pensar en otras cosas.