Nerea, Verónica y Manuela, en el piso de Asprosub Fundación Personas
Dentro de los pisos tutelados de Asprosub: "Vivir aquí nos permite tener libertad y aprender más cosas"
Una red de 14 viviendas en la provincia de Zamora, donde personas con discapacidad intelectual forman parte de un proyecto integral donde cada uno es protagonista de su vida.
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Nerea, Verónica y Manuela tienen su piso más ordenado de lo que muchos quisiéramos. Las tareas de cada una están claras y, si hay dudas, un planning en la nevera de la cocina marca qué hace cada una cada día y cada semana.
Todo es tan cotidiano y tan normal, que a simple vista, su hogar podría parecer el de tres mujeres que comparten piso sin mayor importancia. Pero es muchísimo más.
Esta vivienda en la calle Obispo Nieto de Zamora es todo un proyecto de integración de Asprosub Fundación Personas, al que se suman otras siete casas en la capital, tres en Morales del Vino, dos en el Puente de Sanabria y una más en Toro.
Nerea, Verónica y Manuela, en su vivienda tutelada
Son los popularmente conocidos como 'pisos tutelados', donde personas con discapacidad intelectual tienen la oportunidad de vivir una vida independiente y adulta, bajo el amparo de la asociación más importante y querida de Zamora.
Este servicio tiene una doble finalidad: ofrecer un hogar de por vida a personas con discapacidad intelectual, con todos los apoyos necesarios para una vida plena, y cubrir la vivienda temporal de quienes, por motivos familiares u otros, requieren asistencia puntual.
Más allá de ofrecer simplemente un techo, Asprosub brinda un apoyo personalizado y formación en habilidades personales y sociales.
El objetivo es promover la vida independiente, servir como alternativa a la vivienda familiar o en residencias, y favorecer el desarrollo de competencias como autocuidado, habilidades sociales y domésticas, salud y seguridad, ocio, autodeterminación y habilidades académicas funcionales.
Una vida independiente, pero con apoyo
En este piso de Obispo Nieto viven seis chicas, cada una con su rutina y responsabilidades. "Nos levantamos a primera hora, nos vestimos, nos duchamos y hacemos las tareas: baños, cocina… todo", explica Verónica.
Aunque el apoyo es constante: siempre hay una persona de referencia disponible y, por la noche, otro turno con una cuidadora asegura que ninguna necesidad quede desatendida. Todos estos cuidadores tienen formación especializada en atención sociosanitaria y, además, suelen ser psicólogos, graduados en magisterio o trabajo social.
La atención integral 24 horas convierte la vivienda en un entorno dinámico donde los residentes participan en la toma de decisiones que afectan a su vida. "Rutinas, normas y programas de apoyo se implementan para acompañar, nunca para limitar", subrayan desde Asprosub.
Las viviendas se organizan según la edad, afinidades y las necesidades de los residentes. Algunos pisos son mixtos, aunque la mayoría separa por género y nivel de autonomía.
"Hay chicos que son súper independientes y otros que hay que ayudarle a prácticamente todo", explica Diana Falcón, psicóloga de Fundación Personas.
Por lo que que intentan formar grupos homogéneos en función de afinidades. "Así cada uno se encuentra a gusto y puede salir, ir a diferentes eventos o tomar un café, sin sentirse limitado", detalla Diana.
La selección de quién puede vivir en estos pisos se basa en el deseo de los propios usuarios de tener oportunidades distintas a las que ofrecen las residencias. Es el caso de Verónica, que hace muchos años vivía en la residencia de Morales del Vino, sede por excelencia de Asprosub en Zamora.
"Quería aprender más cosas de lo que se hace en el centro de Morales. Allí solo hacías la cama; aquí hacemos tareas domésticas y aprendemos a ser más autónomos", relata, tras explicar que estuvo años pidiendo vivir en un piso tutelado. Ella pasó de las primeras viviendas de Morales, abiertas hace 26 años, a un piso de Zamora.
Tras tantas experiencias, Verónica confiesa que la ciudad le ofrece lo que ella siempre quiso y pidió durante años: "Vivir aquí nos permite tener libertad y aprender más cosas. Aquí no tienes que coger el bus; tienes todo alrededor". Y esa es la idea clave de los pisos tutelados de Asprosub: ser un proyecto integral donde cada persona es protagonista de su vida.
Verónica mira el planning de tareas de la semana
La convivencia es un aprendizaje constante y un espacio de interacción intergeneracional. Las cuidadoras jóvenes, como Carla, llegan sin experiencia previa y aprenden junto a los residentes. "Carla tenía 22 años, no sabía cocinar nada y ahora es una cocinillas", explica María Jesús Vara, responsable de viviendas.
También ellas les aportan su visión juvenil y desenfadada a las usuarias. "Se han estado pintando las uñas juntas, y nos aporta frescura y energía al piso", comenta María Jesús. Esta dinámica de enseñanza y aprendizaje mutuo fortalece la autonomía y genera vínculos afectivos muy valiosos para las residentes.
El primer piso tutelado y el apoyo de una ciudad
La primera vivienda tutelada de Zamora capital se abrió en la avenida Cardenal Cisneros en 2003, tras la experiencia inicial en Morales del Vino. Más de 22 años en las Viñas, donde estos usuarios son ya parte vital del ecosistema del barrio.
Los vecinos les conocen desde hace años; se saludan a diario, les ayudan con la compra "y se sientan a tomar café con ellos", explica María Jesús, y añade que "les hablan y les tratan con una familiaridad, que no lo podéis imaginar".
Por tanto, es evidente que la relación es cercana y positiva, y desmonta cualquier rumor sobre que generen algún tipo de incomodidad. "Somos parte de la ciudad y del barrio. La vida aquí es normal, ellos siguen sus horarios y rutinas y jamás molestan", añaden.
De hecho, solo hay que darse un paseo por la zona para encontrar a vecinos que están "encantados" con que estos chicos vivan en el barrio. Algo que se extiende a toda la Fundación Personas, la cual goza de una imagen intachable y muy valorada por los zamoranos desde hace ya 63 años.
Una agenda de actividades frenética
El ocio es otra pieza clave de la vida en los pisos. Los residentes participan en actividades culturales, deportivas y recreativas casi a diario. Una agenda frenética, donde no hay tiempo de aburrirse.
Son asiduos, por ejemplo, al cine, donde ya son una especie de 'clientes VIP', ya que una veintena de ellos acude cada miércoles y jueves sin falta a ver la película que deciden en votación.
Los paseos, las visitas a parques, el seguimiento de los equipos zamoranos de toda índole, los viajes y rutas locales se coordinan en función de los intereses y capacidades de cada uno. "Algunos quieren ir al pabellón, otros a misa o a tomar chocolate. Las cuidadoras acompañan según demanda, respetando la autonomía de cada residente", explica María Jesús.
Nerea, Verónica y Manuela charlan en la cocina de su piso tutelado
Aunque la palma se la lleva el deporte. Dentro y fuera de la pista, muchos usuarios de Asprosub no fallan en su cita el fin de semana para acudir a todos los partidos del Zamora CF, el Balonmano Zamora, el CB Zamora, el River Zamora o el Zamarat. "A veces, vamos del pabellón Ángel Nieto al estadio Ruta de la Plata con el bocadillo preparado, porque no nos da tiempo de parar", detalla Diana.
Pero también son activos deportistas. Nerea participó en un campeonato mundial de Rugby adaptado; Verónica jugó en China al bádminton, y otros compañeros han competido en Berlín en Balonmano. "Muchos son deportistas y también aficionados. Se aprovechan todas las oportunidades que ofrece la ciudad", añade Diana.
Ceramistas, carpinteros y, sobre todo, artistas minuciosos
Otra de las patas fundamentales de la integración y desarrollo de Fundación Personas son los talleres ocupacionales del centro de Morales del Vino. Allí, los residentes trabajan en cerámica, carpintería, textil, artes gráficas y viveros, produciendo artículos que se venden a particulares, empresas y mayoristas de toda la provincia.
"Hacemos de todo: llaveros, cajas para guardar vino o jamón, regalos para bodas, comuniones o bautizos, y todo lo hacemos nosotros", detalla Nerea, toda una experta carpintera. La experiencia combina formación, responsabilidad, creatividad y empleo, fomentando habilidades prácticas y sociales.
Además de los talleres ocupacionales de formación, Asprosub cuenta con un centro especial de empleo en el que trabajan personas con discapacidad que sí perciben un salario. "Allí se encargan de tareas profesionales, como la producción y venta de plantas, jardinería y encargos especiales para empresas y particulares", explica Diana.
Este régimen complementa la formación de los talleres, ofreciendo una experiencia laboral real y fomentando la autonomía económica de los participantes.