
José Ignacio y Ángel, en la calle Santa Clara
José y Ángel, barrenderos de Santa Clara: "Para la gente no somos invisibles y es un honor ser parte de las procesiones"
Son parte de la bien llamada 'cofradía del último paso' y su trabajo es uno de los más importantes durante estos días.
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La Semana Santa de Zamora ya está en marcha y con ella miles de personas se agolpan a diario en sus calles para disfrutar de las majestuosas e impresionantes procesiones de su Pasión. No en vano, hablamos de una de las celebraciones más relevantes de nuestro país.
Grandes grupos escultóricos y procesiones que recorren durante horas la Perla del Duero acompañados por miles de cofrades, cuyo silencio solo rompen las bandas que los acompañan, son el santo y seña de la Pasión de Zamora.
Pero detrás de tanta devoción, arte, cultura y tradición van unos profesionales vitales para que la ciudad continúe siendo funcional tras el paso de las procesiones: el servicio municipal de basuras y limpieza viaria.
La bien llamada 'cofradía del último paso', que barredora o carro en mano, recogen los miles de kilos de basura que se generan en cada desfile para que Zamora continúe luciendo como la Perla del Duero que es.
Durante los días centrales de Semana Santa, la ciudad triplica su población. Lo cual hace necesario un refuerzo importante del servicio habitual de limpieza. Por eso, el Ayuntamiento de Zamora y la concesionaria del servicio, Prezero, han establecido un protocolo especial con diez trabajadores más de los habituales para el barrido manual en horario de tarde-noche, hasta las 23.00 horas.
Y en este servicio especial están José Ignacio Vicente y Ángel Pino, veteranos barrenderos de la céntrica calle Santa Clara, que desde hace años tienen el honor y la responsabilidad de ser parte, de alguna manera, de las procesiones de Zamora.
En uno de los días fuertes de la Pasión zamorana el trabajo tiene una doble dificultad: el aumento del número de desperdicios y las aglomeraciones de personas. "Para nosotros es complicado, hay más volumen de trabajo, pero sobre todo es que es difícil moverse", explica José Ignacio.
Él y Ángel ya son conocedores de esta especial situación y, por lo tanto, expertos en "buscarse las vueltas" para intentar no coincidir con el desarrollo de la procesión, atajando por otras calles o esperando a que termine.
Por lo que tienen que estar muy al tanto de los horarios y los recorridos porque "en la noche del Jueves al Viernes Santo, que la procesión sale a las cinco de la mañana, nos pilla todo el follón".
También tiene que primar la seguridad de los miles de asistentes a las procesiones, por eso Ángel, conductor de una barredora municipal, tiene que "andar con cien ojos". Su trabajo se complica porque debe controlar todos los puntos de la máquina para no hacer daño a nadie.
La vista privilegiada de una ciudad en calma
Con el tremendo bullicio de gente y procesiones en el que se transforma Zamora durante la Semana Santa, este servicio municipal tiene que adaptar sus horarios a tan excepcional circunstancia. De este modo, el personal habitual, en lugar de entrar a las 13 e irse a las 19.30 horas, se retrasa su entrada a las 19 horas.
Así que una vez los cirios se han apagado y los cofrades regresan a casa, ya capirote en mano, llega el momento de los barrenderos. Pocos ojos pueden disfrutar de una Zamora prácticamente vacía y ya en calma esos días.
José Ignacio explica que esos momentos le recuerdan a la época de la pandemia del COVID, cuando los ciudadanos no podíamos salir de casa. "Estamos casi solos por la calle con el carro y se siente todo en calma", explica.
Una labor que no pasa desapercibida
En 2024, el servicio municipal de basuras y limpieza viaria de Zamora recogió nada menos que 581 toneladas de desperdicios en los 10 días de Semana Santa. Solo en los días centrales se eliminaron 124 toneladas: 59 el Jueves Santo y 65 toneladas el Viernes Santo.
Un trabajo casi titánico y que muchas veces pasa desapercibido para los zamoranos y visitantes, que esos días corren de un lado para otro para acudir a las procesiones. Pero afortunadamente para bastantes ciudadanos estos operarios y su trabajo no son invisibles.
José Ignacio y Ángel explican que, durante estos días, "hay mucho personal trabajando", por lo que consiguen mantener a la basura a raya. Y es que antes de empezar cada desfile, un camión vacía las papeleras situadas a lo largo del recorrido. "Creo que la imagen que damos desde fuera es muy buena", añade José Ignacio. "La gente de fuera se sorprende mucho", apunta también Ángel.
Además, se aplica un líquido anticera para facilitar la limpieza posterior por parte de la maquinaria, que cuenta también con ambientadores incorporados. Por eso muchos transeúntes "nos paran para darnos las gracias", indican.
De hecho, Ángel ha tenido que parar y abrir la ventana de su barredora porque así se lo han pedido para felicitarle y "agradecerle" por su buena labor. "Es una satisfacción para nosotros no ser invisibles para la gente", apuntan.
La cara más incívica de la Semana Santa
Pero no todo es positivo en el trabajo de estos operarios. Y es que al abrigo de la noche no solo se encienden cirios, sino también las cabezas, sobre todo alimentadas por el alcohol.
Es popularmente conocida la celebración de un gran botellón en el parque de San Martín durante la madrugada del Viernes Santo. Incesantes han sido los intentos del Ayuntamiento de Zamora por frenar esta fea costumbre, pero cada año, los servicios municipales recogen miles de kilos de basura en el lugar.
Pero pese a lo que se pueda creer, Ángel explica que "no es el peor sitio" al que tienen que enfrentarse esta sagrada madrugada. El operario confiesa que "hay otros sitios más escondidos que son peores", como la Costanilla, sus calles cercanas o la trasera del Ayuntamiento de Zamora. Y es que allí, muchos son los incívicos que deciden evacuar todo aquello que han bebido de más.
"Es un reguero constante", añade, aunque explica que "para nosotros ya nada es complicado". Y es que se une su extensa experiencia y que Prezero les facilita todo el material y maquinaria necesaria para que este desagradable trabajo sea más cómodo. "Se ponen muchos medios y eso se nota", apunta.
La 'cofradía del último paso'
Aunque la tarea más insigne que pueden tener estos días es la de acompañar a las procesiones en su paso por la ciudad. Tal es el compromiso de la ciudad con la limpieza que, tras cada procesión las calles deben quedar como si nada hubiera ocurrido.
Así que, operarios de limpieza cierran literalmente los recorridos con sus barredoras y carros, como si se tratara de un último paso. Además, aquellas procesiones que desfilan con caballos, como la Real Cofradía del Santo Entierro, también cuentan con un trabajador cuyo cometido es recoger sus excrementos al momento.

"Nos sentimos muy orgullosos de poder acompañar a las procesiones, creemos que formamos parte de ella y que los apoyamos", explica Ángel. Un trabajo que no es precisamente un paseo sin más. Algunos de los recorridos procesionales de Zamora duran entre 5 y 6 horas, en los que estos barrenderos tienen que 'tirar del carro' de principio a fin.
Una tarea que las cofradías y hermandades de Zamora valoran enormemente y así se lo hacen saber. "Nos dan las gracias por el trabajo e, incluso, a algún compañero le han dado alguna propina", detallan. Además, les informan de cualquier cambio o imprevisto, como un hermano más.
Conjugar trabajo y devoción
La Semana Santa en Zamora trasciende el ámbito religioso. Es parte de las entrañas de sociedad y de las propias familias zamoranas. El sentimiento semanasantero se crea desde niños y muchas familias se reúnen en esta época del año, retornados de aquellos lugares a los que se tuvieron que ir.
"Eso es lo que tiene de especial", explican José Ignacio y Ángel, "la gente se implica mucho y se vive en primera persona, lo vivimos de una forma cultural y nos importa que deja mucho dinero en la ciudad", añaden.
Por eso, aunque sean días de mucho trabajo, Ángel es hermano de muchas de las cofradías de Zamora. En esta intensa Semana de Pasión, el operario hace malabares con su horario de trabajo para poder salir en el Traslado del Nazareno (tarde-noche del Jueves de Pasión), la Tercera Caída (tarde-noche del Lunes Santo), el Vía Crucis (tarde-noche del Martes Santo), Jesús Nazareno (madrugada del Viernes Santo) y Nuestra Madre (noche del Viernes Santo).
Y no contento con eso, el resto de días colabora en la elaboración de las meriendas para los descansos de las procesiones. Porque, como decíamos, la reunión familiar es parte insigne de la Semana Santa en Zamora y congregarse frente a la tortilla, las empanadas y los dulces en las estaciones de las procesiones es parte fundamental de estos días.
Así que si en estos días disfrutan de la Semana Santa de Zamora, recuerden prestar atención también a la 'cofradía del último paso', gracias a la cual la ciudad luce limpia y cuidada a pesar de la vorágine de estos días.