Ángela Centeno durante la sesión de maquillaje con Natalia de Molina para convertirla en Loly Álvarez

Ángela Centeno durante la sesión de maquillaje con Natalia de Molina para convertirla en Loly Álvarez Cedida

Valladolid

La maquilladora vallisoletana que triunfa en la serie de los Javis: “A Madrid llegué con una mano delante y otra detrás”

Ángela Centeno, nacida en Olmedo, ha conquistado el prestigioso Premio InStyle por su trabajo en la serie Superestar dando vida a personajes como Tamara o Leonardo Dantés: “ Se puede vivir de esto. Aunque haya momentos duros”.

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Hay quienes crecen soñando con lo que serán algún día. Hace años se soñaba con ser futbolista, astronauta o médico. Hoy, por desgracia, se sueña en ser influencer. En algunos casos, ese sueño se diluye con el tiempo; en otros, permanece como una brújula que señala el camino.

Ese es el caso de Ángela Centeno, maquilladora nacida en Olmedo (Valladolid) y recientemente galardonada con el Premio InStyle en Serie al Mejor Maquillaje por su trabajo en la exitosa serie Superestar, de Los Javis.

Una distinción que reconoce no solo su talento, sino la perseverancia de una profesional que ha construido su carrera sin padrinos, a base de implicación, horas de trabajo y una exigencia férrea consigo misma.

Centeno recuerda con claridad que desde niña tenía claro que quería dedicarse al maquillaje dentro del mundo del cine y la televisión. Mientras otros soñaban con profesiones más comunes, ella ya imaginaba brochas, caracterizaciones y escenarios.

“Siempre supe que lo mío era el maquillaje. Lo demás no me llenaba”, cuenta a EL ESPAÑOL Noticias de Castilla y León.

Se formó en Valladolid en el IES Ramón y Cajal, donde realizó un Grado Superior de Caracterización, pero pronto comprendió que su entorno se le quedaba pequeño.

Con solo 18 años, decidió marcharse a Madrid “con una mano delante y otra detrás”, buscando “oportunidades reales”. Al más puro estilo de los actores que viajan a la capital.

La primera llegó en forma de prácticas en la productora Diagonal. Fue un comienzo duro, de insistir, de llamar a muchas puertas (demasiadas) y demostrar que tenía algo que aportar. Pero lo consiguió. Y desde entonces, Madrid se convirtió en su casa y en el escenario de una carrera que dura ya más de una década.

La vallisoletana posa junto a un espejo

La vallisoletana posa junto a un espejo Carla Oset Cedida

Aunque desde fuera pueda parecer lo contrario, la olmedana insiste en que maquillar es apenas una parte de su trabajo. Detrás hay planificación, desgloses de guion, organización extrema, comprensión del personaje y del actor, estudio técnico y de saberlo todo sobre el proyecto.

“Ser maquilladora en cine no es maquillar, es saber estar en un set, respetar jerarquías, anticiparse, leer los tiempos de un rodaje. Es una profesión enorme”, se sincera.

También es incertidumbre. Entre proyecto y proyecto, la llamada puede tardar, o no llegar. “Por mucho que hayas hecho un buen trabajo, necesitas que alguien te vea y quiera volver a verte. No hay garantías. Es un mundo tan grande y tan pequeño a la vez…”.

Tras sus primeras prácticas, llegaron pequeños proyectos, luego su primera serie: Centro Médico, donde permaneció dos años. Aquello la curtió, pero también le enseñó que no quería quedarse estancada en una rutina que no la hacía crecer.

A partir de ahí su trayectoria se expandió: Promesas de Arena (Túnez), La Casa del Dragón, Jack Ryan, The Night Manager, y otros proyectos internacionales donde su nombre comenzó a sonar con fuerza.

Uno de los puntos de inflexión fue cuando Amazon Prime la eligió como jefa de maquillaje en Los Farad . Dirigir un equipo ya formado y llegar como responsable fue un reto titánico. “Ese proyecto me cambió. Me hizo encontrar otra versión de mí”.

La oportunidad de su vida

La propuesta llegó de la mano de Los Javis, sí, de rabiosa actualidad, y de la maquilladora Mariló Osuna, con quien Ángela había trabajado previamente en La Mesías.

Los directores la habían visto trabajar y confiaban en ella para liderar el departamento en una de las series más esperadas del año.

Sabía que iba a ser un proyecto complejo, enorme y emocional. También sabía que sería un antes y un después. “Cuando me llaman los Javis y me lo ofrecen, solo supe decir Guau y sí”, bromea.

“Superestar tiene todo lo que una maquilladora quiere hacer a lo largo de su carrera. Técnicamente es dificilísima”.

Para lograr que los personajes fueran reconocibles —auténticos iconos de una época televisiva— dedicó horas y horas a visionar Crónicas Marcianas, recopilar fotografías, estudiar gestos, texturas, épocas. Era el momento de dar vida a Tamara, Margarita Seisdedos, Leonardo Dantés y toda la tropa.

Además, decidió aplicar personalmente todas las prótesis del equipo artístico. De ahí jornadas de tres horas y media de caracterización de intérpretes como Ingrid García-Jonsson o Natalia de Molina.

El nivel de exigencia fue tan alto que, al terminar el rodaje, Ángela necesitó tres meses de descanso. “El proyecto te absorbe. Tienes que hacer un reset total cuando terminas”.

Las prótesis usadas para la serie

Las prótesis usadas para la serie

De Superestar guarda un sinfín de anécdotas. Como los “chupitos de ibuprofeno” que compartía cada mañana con Ingrid García-Jonsson para afrontar la jornada. O el cariño que le tiene a Carlos Areces, pese a que él “odia el frío” y cada crema o prótesis suponía un reto entre risas.

La conexión entre maquilladora y actor es esencial. Pasar horas tocando el rostro del otro requiere confianza, delicadeza y crear una zona segura.

“Ellos se ponen en nuestras manos. Y tenemos la responsabilidad de cuidar su energía tanto como su piel”.

El premio

El Premio InStyle al Mejor Maquillaje llegó por sorpresa. Primero la noticia de la nominación, luego la llamada oficial de la revista. Pero incluso entonces, no se hacía a la idea.

“Cuando estás nominada, ya sientes que has ganado. Nunca imaginé subir a recoger un premio así”.

La noche de la gala fue un torbellino. Subir, agradecer, bajar, sin tiempo para asimilarlo. Lo asimiló después, en casa, con calma.

Ángela Centeno posa con el premio obtenido

Ángela Centeno posa con el premio obtenido Cedida

“Esa noche pensé en todo. En la niña que sabía lo que quería ser. En la mujer que soy ahora. Y en el camino que queda”.

Centeno reconoce que, aunque el audiovisual vive un momento de producción intenso gracias a plataformas y nuevas cadenas, también existe una saturación: se produce más de lo que se puede consumir.

Pero aun así, afirma: “Se puede vivir de esto. Si yo he podido, cualquiera puede. Aunque haya momentos duros”, alerta.

El premio, la repercusión y el éxito de Superestar la han colocado en un lugar privilegiado. Pero Ángela mantiene los pies en el suelo.

“La nube pasa. Yo sigo siendo Ángela. Y ahora espero que suene el teléfono”.