Sergio Medina posa con material realizado por su empresa.

Sergio Medina posa con material realizado por su empresa. Cedida

Valladolid

Sergio, autónomo vendedor de banderas en Valladolid: "No nos forramos, pero ahora con lo de Palestina va bien la cosa"

Sergio Medina (26 años), propietario de Estandartes y Banderas, reconoce que las protestas, Eurovisión o el deporte hacen que todo se traduzca en venta de banderas: "Nosotros no nos metemos en cómo se utilizan. Ese es un tema de cada persona", afirma.

Más información: Las empresas de Castilla y León mantienen con preocupación sus exportaciones a Israel: "No entramos en política"

Publicada

Desde las protestas internacionales hasta Eurovisión o la final de Champions, todo se traduce en telas de colores ondeando en balcones, gradas o plazas.

El ciclista segoviano Pedro Delgado hizo un comentario en plenas protestas propalestinas por el que fue muy criticado y se está demostrando que llevaba razón. “Qué gran negocio el que las haya vendido”, afirmó al ver las carreteras llenas de la panárabe.

En plena vorágine internacional, con el conflicto entre Israel y Gaza ocupando titulares, las banderas vuelven a convertirse en un símbolo de identidad y protesta.

Y eso se traduce en negocio para empresas como Estandartes y Banderas, la marca creada hace seis años en Valladolid por el joven emprendedor Sergio Medina, de 26 años.

Su empresa, que nació como un marketplace 100% online, se ha especializado en atender tanto a clientes particulares como a empresas y administraciones públicas.

Desde banderas personalizadas para peñas y negocios hasta pedidos oficiales de ayuntamientos, colegios o incluso destacamentos del Ejército, la firma ha encontrado un hueco en un mercado tan tradicional como sorprendentemente vivo.

También hacen banderolas (fly banners), reposteros para cofradías, mástiles, carpas, etc, y es que este sector “nunca pasa de moda”, apunta a EL ESPAÑOL Noticias de Castilla y León.

“Tenemos que estar un poco en contacto con la actualidad”, reconoce Medina. Y eso significa que cada acontecimiento político, deportivo o cultural se refleja directamente en las ventas.

La prueba más reciente la han dado las banderas de Palestina, que han experimentado un repunte en las últimas semanas. “Fundamentalmente han sido particulares los que nos las han pedido, aunque también alguna tienda ha comprado para revender”, explica el empresario.

El negocio funciona con márgenes ajustados, muy lejos de los tópicos sobre empresarios “forrados” con las banderas. “No es para tanto”, admite el joven emprendedor. Una bandera de tamaño medio (100x150 cm) puede costar entre 25 y 35 euros, mientras que las más pequeñas rondan los 22 euros.

La ventaja competitiva está en la rapidez de entrega. “Si un cliente hace un pedido un jueves por la mañana, el viernes lo puede tener en casa. Fabricamos en 24-48 horas y nunca hemos tenido problemas de desabastecimiento”, asegura.

Algo similar ocurre con la bandera de España cuando juega la selección, o con pedidos específicos durante campañas electorales.

“Entre nuestros clientes también se encuentran partidos políticos, así que en elecciones puede haber picos de demanda”, añade. De esta manera, ya se preparan para los próximos comicios autonómicos de marzo.

Para Sergio Medina, cada bandera que vende es mucho más que un producto, es un pedazo de identidad, orgullo o reivindicación que alguien quiere mostrar al mundo.

Eso sí, de política no quiere saber nada. “Nosotros no nos metemos en cómo se utilizan. Ese es un tema de cada persona. Nuestro trabajo es hacerlas llegar, personalizadas u oficiales, en el mejor tiempo posible”, resume.

Personalización, el producto estrella

Si hay un producto que marca la diferencia en su catálogo es la bandera personalizada. “Es nuestro número uno en ventas. Mucha gente no solo quiere la bandera oficial, sino añadirle el escudo de su peña de fútbol, de su equipo o incluso una imagen personal”, cuenta Medina.

Las anécdotas abundan. Desde un cliente que encargó una bandera de España con la cara de su perro hasta pedidos extravagantes con rostros de amigos o personajes inventados. “Es lo que más gusta, porque te da la posibilidad de tener algo único”, subraya.

También recuerda que son bastantes las personas que solicitan una bandera nacional para cubrir féretros de personas fallecidas en acto de servicio. “Esto es todo un orgullo para nosotros”, afirma.

Aunque su sede está en Valladolid, los pedidos llegan de toda España. Madrid es uno de los principales focos de demanda, especialmente en momentos de tensión política o de grandes celebraciones deportivas.

La empresa también trabaja para clubes y entidades deportivas. Medina recuerda con orgullo el enorme cubregradas para la final de Copa del Rey de Rugby del VRAC Quesos Entrepinares, confeccionado en su taller.

Vistas al futuro

Medina no oculta sus planes de crecimiento. De momento trabaja como autónomo, pero su intención es dar el salto en los próximos dos o tres años y abrir una fábrica propia para reducir costes y ampliar capacidad.

El emprendedor insiste en que la clave del sector está en la continuidad: “La bandera es un producto que no pasa de moda. En cada calle hay una, ya sea en un edificio público o en un balcón”.

Además, es un artículo sencillo de distribuir: no pesa, no se rompe y se adapta fácilmente al comercio online.