Charo Gutierrez Olmedo tras el mostrador del Seamróg con una tortilla y una pinta Guinness

Charo Gutierrez Olmedo tras el mostrador del Seamróg con una tortilla y una pinta Guinness

Valladolid

Del Montesol al Seamróg: un bar vallisoletano con sabor a Irlanda

El bar irlandés de Chari se ha convertido en uno de los más reconocidos en la ciudad vallisoletana

28 julio, 2022 07:42

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Noche de verano en Valladolid, sobre las ocho o nueve de la noche en busca de un sitio del que refugiarte del calor asfixiante que han dejado los 42 grados de la famosa ola de calor. Alrededor de la Plaza de la Universidad, locales como el '10 y 10', el 'Apple Rose' o el 'Bámbola' han empezado su franja horaria de "copeo". Al lado del Bámbola, 'La Central', hasta arriba como siempre con los típicos aficionados al rugby y a la buena sidra.

Continúas en dirección a la Sala Borja y justo enfrente, el pub irlandés de Chari, que abre sus puertas a eso de las siete de la tarde para recibir a los primeros clientes que van llegando a cuentagotas. El local que a simple vista deslumbra por los tonos verdes de su fachada y la luz tenue de las lamparillas, esconde mucha historia detrás. Ya no solo familiar (que también), sino que este ha supuesto una gran oportunidad para que la hostelera pueda rendir homenaje a su infancia.

Más de 25 años sin el Montesol 

Su niñez se remonta nada más ni nada menos que a un bar, pero no un a uno cualquiera, sino al mítico Montesol, que antaño estaba situado al lado de la Plaza de la Universidad. Conocido por los vallisoletanos por sus generosas raciones de tapas españolas y por un trato cercano y familiar, el bar es historia desde hace más de 25 años.

El Montesol en 1978

El Montesol en 1978

“Mis padres eran los dueños del Montesol y yo nací prácticamente ahí. Les ayudaba en el bar desde pequeña. Pasábamos más tiempo allí, que en nuestra propia casa.", apunta la hostelera mientras se apoya en un lateral de la barra. "Los calamares, la tortilla y los mejillones en salsa eran una de sus especialidades. Antes no había tapas tan variadas, servíamos las de toda la vida, pero sin duda lo que más se pedía eran, los calamares y la tortilla.", recuerda Chari.

El Montesol en 1978

El Montesol en 1978

Sin embargo, tras cerrar el Montesol a la familia Gutierrez Olmedo se les presentó una nueva oportunidad para empezar de cero en otro sitio diferente. Pero...¿Por qué un bar irlandés? "Corelaine me atravesó el corazón y yo quería dejar los estudios. Mi padre tenía este bar y lo alquilaba. Justo el año anterior yo había estado en Irlanda viendo a una amiga que estaba con la beca de Erasmus estudiando allí. Al año siguiente le dije a mi padre que me quería quedar con el local, haciendo reforma. No había otra opción en mi cabeza que no fuese hacer un pub irlandés", explica la hostelera veterana. 

Una vuelta por Irlanda 

Chari lleva ya 28 años en el pub Seamróg y cuenta ya con mucha historia detrás. La camarera recuerda los comienzos del bar, donde los estudiantes de las universidades más próximas se apoderaban de las mesas del local para pasar un buen rato en compañía de una buena pinta. "La Facultad de Derecho y la de Filosofía y Letras movían a mucha gente. Cuando Filosofía y Letras se fue al campus nuevo se notó mucho bajón en el bar.", explica.

Fotografía de los cuadros y la decoración interior del Seamrog

Fotografía de los cuadros y la decoración interior del Seamrog

Y es que solo hay que verlo, un paseo por La Central y verás los apuntes de derecho desbordándose por las mesas, mientras que La Tramoya o el Montesol es de gente de Filosofía y Letras. "En el ámbito de colegios mayores también se ha notado mucho el cambio. Antes la gente comía en las residencias y a las dos y media les tenías aquí tomando café, jugando a las cartas y el bar se llenaba. De entrada, se juntaban con los de la universidad que salían a la clase de las cuatro o se la piraban", explica Chari con un tono nostálgico.

"Cada hora tenías que recoger corriendo la vajilla porque ya te llegaba la siguiente tanda de gente. Pero no solo aquí, en el Montesol y en la Central pasaba lo mismo.", continúa mientras se acerca a los tiradores de cerveza para servir una caña. Esta claro que las cosas han cambiado según comenta la dueña, haciendo referencia a que la hora del recreo es la punta para recibir a los universitarios por un tiempo limitado, ya que la continuidad de gente que había en aquel entonces, es ahora un espejismo. 

La hostelera veterana hace un repaso cronológico por las épocas del año no dejándose ni un detalle por el camino. "En verano o en invierno la gente sobre las ocho de la tarde hasta las diez podían estar tomándose la caña antes de irse a casa. Ahora esto ya no es un lugar de paso. La gente sale del colegio o de sus trabajos y lo primero que quiere es llegar a casa, porque no pueden estar gastando todo el día", aclara.

Los eventos más clásicos 

Y es que al tratarse de Irlanda no puede pasar desapercibido el 17 de marzo, el día de San Patricio. Chari se lo conoce bien y por ello, en su bar se hace un auténtico ritual.

El Seamrog ya comienza a estar decorado desde primera hora de la mañana, y no solo eso, sino que la ambientación juega un papel principal en el evento. "La música irlandesa, solemos hacer el estofado irlandés, la gente que viene a tomarse algo desde la una de la tarde ya se lo ponemos. Alguna vez para el desayuno he hecho pastelitos, pero de siempre hacemos el desayuno irlandés y hay veces que hay gente que nos los encarga específicamente para ese día.", subraya Chari, quien asegura que su clientela es muy fiel cuando se trata de celebrar estos eventos.

Y por la tarde...pintas de Guinness por todas partes. "Sobre las 7 u 8 de la tarde marcamos el comienzo de la fiesta que hace Guinness, ya sea con camisetas o con el típico gorro de San Patricio, a veces la gente hace hasta colección de los detallitos", continúa explicando.

Fotografía de uno de los detalles que ofrece el bar

Fotografía de uno de los detalles que ofrece el bar

La dueña apunta que ese día "es obligatorio venir al bar y juntarse con gente que lo mismo no ves en todo el año, tomarte una pinta, 2 o las que sean, celebrar San Patricio y cantar las canciones típicas."

Pero la fiesta no termina aquí, Chari recuerda la temporada donde también se estuvo celebrando Arthur´s Day. La hostelera reconoce que la festividad cayó en el olvido con respecto a la de San Patricio. "Aquí las fechas clave son San Patricio, el 20 de diciembre que es el aniversario del bar.", dice mientras se le ilumina la mirada.

Y es que el aniversario es también sagrado para el Seamrog, ya que lo celebra por todo lo alto. "Justo la celebración de los 25 años caía en domingo y yo quería hacer una serie de actividades, entre ellas traer a gente a tocar a la Sala Borja como en otras ocasiones en las que he hecho conciertos. La pandemia vino y tuvimos que cerrar.", recuerda.

Chari reconoce que este año el Covid aún sigue haciendo estragos, llevándose a muchas víctimas por delante. Esto ha supuesto un parón rotundo en las celebraciones que tenía el bar programadas."Me da igual hacer el aniversario del 26 o 27 años, la cosa es celebrarlo y que esté todo bien cuanto antes para que se pueda hacer una buena fiesta y la gente disfrute. Lo mismo coincide y puede ser este año si está bien la cosa.", la hostelera lanza el deseo al aire esperando a que se cumpla lo antes posible y que esta situación vaya cada vez a menos.

Y más celebraciones…

"Importantísimo también el famoso evento de Torneo de las Seis Naciones, empieza en febrero/marzo, hasta mediados de marzo y todo el mundo viene a ver los partidos. También ahora hay menos gente, antes era de los pocos sitios en los que se ponía rugby.", explica

Bufandas conmemorativas del torneo situadas en el techo del bar

Bufandas conmemorativas del torneo situadas en el techo del bar

Aunque Chari reconoce que aún así al bar siguen yendo los incondicionales, los de toda la vida. Aún así la dueña del bar no deja de innovar siempre que tiene oportunidad. "Los diez últimos años he estado yendo la última semana de enero a Irlanda para ir a por regalos. Compraba la camiseta oficial de Irlanda, merchandaisin, bolsas de 6 naciones…lo traía al bar, decoraba todo el local con ello. Con cada pinta de Guinness a los clientes les iba dando un numerito y en el segundo o tercer partido hacía sorteo.", así lo comenta la joven quien ya tiene mucha experiencia en esta clase de eventos.

Chari explica que ella no trata de diferenciarse de ningún otro pub Irlandes de la ciudad, sino que hace las cosas a su manera, con un cariño especial. "Es el alma, adoro Irlanda, he disfrutado muchísimo allí. Cuando me encargan desayunos irlandeses me encanta ese olor a las salchichitas y ya me meto como si estuviese allí. Y la gente lo nota muchísimo, a veces vienen aquí a que les hables de Irlanda que les cuentes historias y obviamente que sepa de lo que les estoy hablando.", concluye emocionada por la conversación. 

El plato fuerte

Si estamos hablando de algo que destacar del Seamróg, sin duda no se nos puede pasar nombrar su tortilla. Y es que, si pasas por el bar de Chari, raro es si en la terraza no te encuentras con varias personas con un pincho sobre su mesa. "La tortilla, la famosa tortilla viene del Montesol, la receta viene de ahí. Por así decirlo casi nazco entre tortillas, ya estaba mi madre con una ‘barrigota’ enorme. Yo nací en el Sagrado Corazón y mi madre se tuvo que ir corriendo porque casi da a luz haciendo tortillas.", explica entre risas la joven hostelera.

La tortilla del Seamrog y una pinta de Guinness

La tortilla del Seamrog y una pinta de Guinness

"Para hacerla, sartén de 28cm, 10-12 huevos, 3 kilos de patatas y aceite de girasol. Y para dar la vuelta…ya lo decía mi madre “con mucho cuidado”", termina.

Chari lanza una mirada al pasado recordando sus inicios en el mundo de la hostelería "Cuando abrí el bar me dieron un diploma en la Cámara de Comercio de joven emprendedora, por abrir el bar a una temprana edad. Con 20 años como tenía en esos momentos no estaba nada mal que me diesen un reconocimiento de ese calibre.", explica con una sonrisilla.

Es obvio que la hostelera tiene un cariño incondicional a su trabajo y que esa pasión la transmite desde el minuto uno que atraviesas la puerta del local. "El bar es como un núcleo de unión entre la familia y el trabajo. No he tenido hijos, pero he tenido el bar que me ha ocupado tanto tiempo como si fuese un hijo y me ha dado tantos disgustos como si hubiese tenido uno. Le quieres tanto que acaba formando parte de ti, es el que prácticamente me ha dado todos los buenísimos amigos que tengo.", reconoce. 

Foto del interior del bar

Foto del interior del bar

La conversación se ve interrumpida por la voz de sorpresa de la camarera. "¡Mira! hay una cosa aquí muy significativa para mí, cuando el bar cumplió 20 años mis amigos me regalaron esta placa.", Chari se aproxima con entusiasmo dentro de la barra del bar hasta llegar a un lugar enfrente de los tiradores, donde se encuentra una placa dorada con una frase grabada en el centro. Estaba escrita en gaélico, pero tiene la traducción debajo “Escoge bien tu compañía antes de elegir tu bebida”. "Para mí, esta frase hace mucha referencia a que al final tu gente, tus amigos, son aquellos que escoges para disfrutar los mejores momentos de la vida.”, apunta siguiendo con el dedo la frase a la vez que la pronunciaba.

Placa regalo 20 aniversario del bar

Placa regalo 20 aniversario del bar

De vuelta a los inicios

Chari sale del bar con dos platos a rebosar de tortilla, al mismo tiempo un grupo de chicos se acomodan en una de las mesas de la terraza esperando a ser atendidos. “¿Qué va a ser?”, pregunta la hostelera. “Dos pintas, un ladrón de manzanas y tres pinchos de tortilla”, contestan.

Chari entra de nuevo al bar dirigiéndome una sonrisa de complicidad. La camarera se da la vuelta a mitad del mostrador y sale al trote de nuevo a la calle. “Chicos, con o sin mayonesa, que se me había olvidado preguntaros”, los chicos se miran entre sí y sonríen “Con mayonesa todas Chari, como siempre”. Entra de nuevo al bar, corta tres pinchos de tortilla y les pone una capa de mayonesa.

En la bandeja las dos pintas bien tiradas y los lustrosos pinchos de tortilla se posan en la mesa de los chicos. El grupo alucinados por el tamaño de la tortilla sueltan sorprendidos al unísono. “¡Hala, menudo pincho!”, Chari se da media vuelta sonriendo y les suelta “Pues hoy me ha salido baja”.

Y es que ya lo había dicho ella, “cuando sirvo un pincho de tortilla, un desayuno irlandés, cuándo pongo una pinta, ahí es cuando realmente me emociono y disfruto del bar como si fuese el primer día”, y se notaba, vaya si se notaba. La música irlandesa acompañada del olor a tortilla y de cerveza Guinness inundaba las fosas nasales de aquellas personas que quisiesen traspasar la puerta del local. Se podría decir que Chari estaba en su salsa, como un pez en el agua, moviéndose a un lado y a otro de la barra. En el bar, aquel lugar al que tantas horas había dedicado, que siempre había sido parte de ella, antaño en el Montesol y ahora en Seamróg, su casa.