Conjunto Histórico de Miranda del Castañar

Conjunto Histórico de Miranda del Castañar Archivo

Salamanca

El pueblo de Salamanca que deslumbra en una prestigiosa revista por su forma única de 'espina de pescado'

Su trazado medieval, su muralla centenaria y sus leyendas templarias han cautivado a una de las revistas más influyentes del panorama turístico nacional.

Más información: Así reescribe una antropóloga visual salmantina el arte rural español en el siglo XXI

Publicada

Noticias relacionadas

Hay pueblos que parecen diseñados para Instagram, y luego está Miranda del Castañar: uno que no necesita filtros ni frases inspiradoras para dejarte con la boca abierta.

En lo alto de la Sierra de Francia, entre bosques de alcornoques y viñedos, se esconde una joya medieval que acaba de conquistar a una de las revistas más influyentes del país: Viajar.

Y no es para menos. Desde el cielo, su trazado parece una espina de pescado, como si alguien lo hubiera dibujado con tiralíneas hace siglos. No es solo bonito: es ingenioso. Ese diseño servía para canalizar el agua de lluvia y proteger las cuadras situadas en las plantas bajas.

Hoy, esa curiosidad arquitectónica se ha convertido en uno de los motivos por los que este pueblo ha saltado al radar turístico nacional.

Una cápsula del tiempo entre murallas

Cuatro puertas marcan el acceso a este pequeño universo amurallado: la de Nuestra Señora, San Ginés, el Postigo y la de la Villa. Detrás de ellas, el tiempo se detuvo hace casi mil años. La muralla, de unos 600 metros de perímetro, sigue en pie. Las casas, muchas de ellas con blasones y balcones de madera, parecen decorados de una serie de época.

En el centro, una de las plazas de toros más antiguas de España, con más de cinco siglos de historia, y un castillo levantado entre los siglos XIV y XV que corona el conjunto. Las leyendas dicen que los templarios pasaron por aquí. Lo cierto es que este lugar fue cabeza de señorío y núcleo clave en la Sierra de Francia durante siglos.

Milagros, vírgenes y uvas intactas

El pueblo no solamente guarda piedras con historia: también vive de tradiciones que parecen sacadas de un cuento. Una de las más queridas es la de la Virgen de la Cuesta, que, según cuentan, se apareció hace siglos en el hueco de un olivo junto a la confluencia de dos ríos. Desde entonces, su ermita asoma al precipicio como una madre vigilante.

Otra costumbre sorprendente ocurre en la Puerta de San Ginés, donde cada año se cambian unos racimos de uvas que sostiene una imagen del patrón. ¿Lo curioso? Que siempre aparecen intactos. Y sí: los vecinos se los comen, casi como si se tratara de un pequeño ritual milagroso.

Declarado Conjunto Histórico-Artístico y miembro de la red de los pueblos más bonitos de España, este rincón salmantino sigue siendo un secreto para muchos. Un secreto bien guardado entre montañas, piedra y silencio.

Ahora, cada vez más personas deciden cruzar una de sus puertas y descubrir que, a veces, lo mejor de Castilla y León no está en las guías, sino en los lugares que aún no se han rendido al turismo de escaparate.