dolorosa alba

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Salamanca

Sermón de la Dolorosa ante Santa Teresa en Alba de Tormes

30 marzo, 2018 23:58

La iglesia del sepulcro de Santa Teresa en Alba de Tormes acoge este sábado a las 17:00 horas el famoso sermón de la Dolorosa, especial no sólo por realizarse desde hace varios siglos ante la famosa imagen del escultor Pedro de Mena, sino también por ser Año Jubilar Teresiano.

Como explica el padre Miguel Ángel, "el dolor es realidad histórica y designio de Dios. El Señor sufre golpes, insul-tos y salivazos, pero el Padre le ayuda y le enseña el sentido del dolor. San Pablo canta a Cristo que "se despojó de su gran-deza y tomó la condición de esclavo. En la Pasión afronta el sufrimiento y sabe que todo está dispuesto por el Padre".

1.- Cristo, varón de dolores. El sufrimiento de Cristo puede medirse cuantitativamente y es enorme, pero el valor del do-lor radica en su cualidad: Jesús es el hombre perfecto, que vi-ve el sufrimiento con perfección; es el Hijo de Dios, por tanto es Dios mismo quien sufre en Él; es el Redentor del mundo y asume el dolor dándole poder salvador. En su pasión y muer-te, el dolor es realidad histórica y también mística, solidaridad con nosotros, y justificación del hombre pecador, misterio de salvación. La pasión nos lleva a contemplar a Cristo en el mis-terio del dolor: dolor discretamente manifestado en el Cenácu-lo ante la traición de Judas o frente a la discusión de los dis-cípulos sobre primeros puestos. Dolor extremo en Getsemaní, hasta derramar sangre a causa de la soledad y el peso del pecado. Dolor inefable del amor renegado por Pedro; dolor dignísimo del amor burlado por la soldadesca; dolor noble del inocente condenado por el poder dominante; dolor sagrado por la deshonra que le ha sido infligida al ser pospuesto como criminal; dolor físico de los clavos traspasando sus manos y pies, y el último dolor de la agonía. Cristo "varón de dolores y familiarizado con el sufrimiento" que acoge en su cuerpo y en su alma todo dolor y toda pena.

2. Cristo no está solo en su dolor. En medio de sus dolores, "el Señor le ayuda". En Getsemaní el Padre le envía un ángel para confortarlo. Camino del Calvario le acompañan las muje-res, "que se golpeaban el pecho y se lamentaban por él". Cru-cificado a la derecha está el buen ladrón, que proclama la inocencia de Jesucristo: "Éste no ha hecho nada malo". A lo largo de la pasión ha sentido el abandono del Padre y su ínti-ma e inefable compañía y por eso puede exclamar al expirar: "Padre, a tus manos confío mi espíritu". La glorificación del do-lor de Cristo está en la confesión del centurión: "verdadera-mente este hombre era justo", en el arrepentimiento de la mul-titud que "volvía a la ciudad golpeándose el pecho" y mediante el anuncio de las mujeres que han acudido al sepulcro: "No está aquí. Ha resucitado". Ni Dios ni el hombre dejaron a Cris-to solo en el dolor. “Olvidará sus dolores…”.

3.- El dolor tesoro escondido: El hombre actual tiene miedo del dolor. Quisiera eliminarlo, arrancarlo de la vida humana y animal. Como si el dolor fuera solo mal abominable; como si la gran batalla de la historia actual fuera contra el dolor en lu-gar de a favor del hombre. Hay que reflexionar sobre esto: lo-gramos destruir el dolor, pero de tal manera que destruimos también algo del hombre. Los padres, para que sus hijos no sufran les dejan hacer todos sus caprichos, pero... ¿no están de esta manera perjudicándolos? A los ancianos, a los enfer-mos terminales les amortiguan los dolores con medicinas que les hacen perder en gran parte la conciencia. ¿No se les hace perder así libertad y nobleza de espíritu ante el dolor? No abogo por el sufrimiento en sí, es necesario aliviarlo, abogo por la asunción humana del sufrimiento. No se conoce, no se ha descubierto el tesoro escondido en el dolor. Es un tesoro escondido de humanización. Para el cristiano es un tesoro es-condido de asimilación del estilo de Cristo, de valor redentor. S. Juan Pablo II ha tenido la osadía de hablar del Evangelio del sufrimiento; del sufrimiento de Cristo, pero, junto con Él, del sufrimiento del cristiano. Estamos llamados a vivir este Evangelio en las pequeñas penas de la vida y a predicarlo con sinceridad y con amor.

4.- Consuelo en el dolor. El consuelo espiritual suaviza los sufrimientos. Las obras de misericordia espirituales (instruir, consolar, confortar, sufrir con paciencia) y corporales (dar de comer, dar techo, vestir al desnudo, visitar al enfermo y al preso, enterrar a los muertos), son formas tradicionales de ayudar al hombre en su dolor que continúan siendo indispen-sables. Importa tener conciencia de que como cristianos he-mos de acompañar a los hombres en su dolor, solidarios con sus penas, aliviar sus sufrimientos. Es una buena forma de alivio enseñar a los que sufren a dar sentido y valor a sus su-frimientos.