Castilla y León

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Palencia

Juan Fuente y el sueño de un ceramista palentino que culminó en China

16 agosto, 2021 09:00

Obras. Un sinfín de obras salidas de las tersas y agrietadas manos, por el contacto permanente con cerámica y materiales abrasivos al contacto con la piel tras el paso de los años, anidan en repisas, paredes, recibidores y calles. No sólo dentro de las fronteras limitadas por el Cantábrico, Portugal, Francia y el Mediterráneo sino, también, en un recóndito y exótico país como China. Juan Fuente, nacido en la localidad palentina de Guardo, hace 61 años, deja brotar sobre su nuca una leve melena, que ha vivido tiempos mejores, y comparte con El Español-Noticias de Castilla y León la experiencia que culminó toda una trayectoria: su viaje al gigante asiático para, como profesor adjunto en la  Universidad de Diseño y Escultura de Suzhou, trabajar la cerámica, así como otros materiales, y compartir su conocimiento sobre la misma en el país donde la porcelana, “el elemento más puro de la cerámica”, según el escultor, y el culto a ella es litúrgico.

Fue durante el pasado verano de 2018 cuando en, la también palentina, Cervera de Pisuerga y mediante la asociación Centro de Cultura y Arte China – Occidental (CCACO), el ceramista conoció a un grupo de artistas de toda índole y del ámbito chino que le propusieron formar parte, durante dos meses, de uno de los cuerpos docentes relacionados con el arte más reconocidos en el gran país asiático: la Universidad de Diseño y Escultura de Suzhou. Allí, durante su estancia, aleccionó a los alumnos de último curso, además de poder contar con un taller en el que realizó una serie de doce obras, motivadas por diferentes ámbitos.

“Fue un sueño cumplido, conforme, a lo largo de los años, me empapaba de su cultura e historia, las ganas de tener una experiencia en primera persona, allí, aumentaban”, confiesa Fuente, al explicar que tal fue el agradecimiento que sintió por cómo fue acogido que, una de las doce obras que realizó durante su estancia, la donó a la propia universidad. Se trata de una flor de loto o, tal y como la ve él mismo, “la flor más bella de Asia”. La escultura se ubicó en un lago del campus universitario y, al estar tratada con materiales cobrizos y oxidados, el artista trató de representar lo necesario que es que “el ser humano se encargue de cuidar el medio ambiente para no acabar viéndolo como la propia escultura, ajada y oxidada.

Otra de las obras realizadas en el Suzhou fue un racimo de uvas. Aparentemente simple, esta obra se enmarcó dentro de la Feria Internacional de Turismo donde, tras ser invitado y en el pabellón perteneciente a España, optó por representar uno de los elementos más característicos, como lo es el vino, a base de material reciclado, con tubos y hierro. Una de las características de su obra es, a lo largo de los años, la sencillez y una sensibilidad por el arte que se limitó a trasladar en una pequeña representación de una lira “que aúna a todas las culturas a través de la música”.

Pese al poco tiempo que transcurrió desde que aterrizó en China hasta que el avión volvió a despegar, sesenta días después de su llegada, comprobó “la pureza, el detalle, el cuidado con el que allí se trabaja la cerámica”. Cabe destacar que, tal y como comenta el ceramista, la porcelana es “la élite, el elemento más puro de la cerámica que, pese a estar muy basada en la tradición, cuenta con un elemento de diseño, de innovación y estético muy vanguardista, su pureza en la técnica no les impide ser disruptivos e innovar en ningún momento”, reflexiona sobre una de las facetas que más le sorprendió.

De vuelta en casa, a día de hoy se encuentra enfrascado en una serie de proyectos de obra pública, relacionados con la escultura pública de determinadas poblaciones. Merece una mención especial que, por ejemplo, en el ya lejano año de 2002, depositó su estilo y su obra en la vallisoletana localidad de Mojados. Allí realizó una escultura, en bronce, bajo el nombre de ‘Familia bajo un paraguas’, ubicada en la plaza de San Juan. Asimismo, también es reseñable cuáles fueron sus primeros pasos a los mandos de los tornos, marcando teselas sobre grandes placas vacías. Desde que comenzó, mientras aprendía el oficio de la mano de su mentor, y amigo, Aquilino Chacón, se volcó en piezas y bustos de toreros como ‘El Juli’, así como en mosaicos de retratos, hasta que su obra se fue ampliando a, también, paisajes, retratos a grafito, escultura ecuestre y todo tipo de arte plástico.

Sobre este respecto, reflexiona sobre el ‘crowdfunding’, esa herramienta de captación de capital de cara a poder financiar proyectos de todo tipo y, en este caso, artísticos. “No sé si es esencial o no, lo que sí sé es que la situación económica actual no permite que el arte sea financiado, en su totalidad, con dinero público y, por ello, este tipo de acciones en las que, también, se implica al ciudadano a la hora de embellecer una localidad o de crear arte experimentan un auge y un crecimiento, ahora mismo, exponencial”.

Con su sombrero blanco de ala, con una negra cinta sobre su copa, sus rizos aún permanecen sobre su nuca mientras el viento de norte se levanta, ya, en la Montaña Palentina, en Aguilar de Campoo, donde puede que sea agosto pero donde, también y al fin y al cabo, a partir de las ocho de la tarde, hay que llevar una rebequita.