Simba y Scar, los leones que volvieron a caminar gracias a un tratamiento pionero desarrollado en León

Simba y Scar, los leones que volvieron a caminar gracias a un tratamiento pionero desarrollado en León

León

Simba y Scar, los leones que volvieron a caminar gracias a un tratamiento pionero desarrollado en León

El Hospital Veterinario de la Universidad de León logra revertir una patología inédita en grandes felinos provocada por déficit de vitamina A.

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En una historia que mezcla ciencia, instinto y esperanza, dos jóvenes leones africanos nacidos en el Parque de la Naturaleza de Cabárceno han vuelto a moverse con normalidad tras superar una enfermedad que amenazaba con condicionar su vida para siempre.

Lo han conseguido gracias a un tratamiento desarrollado por el Hospital Veterinario de la Universidad de León (ULE), que ha logrado revertir los efectos de una patología neurológica rara y prácticamente desconocida en grandes felinos.

Los protagonistas se llaman Simba y Scar, dos cachorros nacidos en primavera de 2024 en condiciones ya poco habituales. Su madre decidió parir lejos de los recintos de control, escondida en una zona del parque que dificultó el acceso del personal veterinario.

Profesionales del Hospital Veterinario de la ULE trabajando con los leones del Cabárceno

Profesionales del Hospital Veterinario de la ULE trabajando con los leones del Cabárceno

Durante semanas, nadie supo cuántos eran ni en qué estado se encontraban. No fue hasta que los pequeños asomaron a la pradera cuando el equipo de cuidadores pudo confirmar que eran dos machos… y que algo no iba bien.

Uno de ellos empezó a cojear. Al poco tiempo, el otro también mostraba dificultades para caminar. Lo que al principio parecía una lesión muscular, acabó revelando un caso extraordinario.

Una enfermedad invisible

Las pruebas iniciales no mostraban fracturas ni signos traumáticos. Pero los temblores y la ataxia (falta de coordinación muscular) iban en aumento.

Uno de los leones

Uno de los leones

El equipo veterinario de Cabárceno, liderado por Santiago Borragán, comenzó a investigar en busca de respuestas y halló una pista clave en una publicación israelí: una deficiencia grave de vitamina A podía estar detrás de un cuadro similar en leones.

Con esa sospecha, se activó el protocolo. Los animales fueron trasladados a León, donde el equipo de la Universidad de León aplicó todos los medios técnicos del Hospital Veterinario para llegar al fondo del problema.

TAC, resonancias magnéticas y análisis exhaustivos permitieron confirmar lo impensable: la falta de vitamina A había provocado malformaciones óseas que presionaban el cerebelo y la médula espinal, alterando su movilidad.

El equipo de profesionales de la ULE, atendiendo a uno de los leones

El equipo de profesionales de la ULE, atendiendo a uno de los leones

El tratamiento y la recuperación

Diagnóstico claro, tratamiento específico. Los leones recibieron suplementación controlada de vitamina A y seguimiento clínico. La reciente revisión ha confirmado lo que todos esperaban: una notable mejoría, especialmente en el león más afectado.

Las estructuras óseas han dejado de comprimir el sistema nervioso y los temblores han desaparecido. “Las expectativas de mejora son altamente positivas”, afirma Borragán con satisfacción.

Más allá del éxito clínico, el caso representa una aportación inédita al conocimiento veterinario internacional, como recuerda el catedrático Luis Anel, coordinador del equipo de la ULE.

“Estas patologías apenas están descritas en grandes felinos, y lo que hemos documentado puede ser útil para que, en el futuro, otros equipos puedan diagnosticar y tratar con mayor rapidez casos similares”.

Dos décadas de colaboración entre León y Cabárceno

Esta historia no nace de la nada. El vínculo entre la Universidad de León y el Parque de Cabárceno se remonta a 2003, cuando ambas entidades firmaron un convenio pionero para desarrollar programas de reproducción asistida del oso pardo. Aquel proyecto, también liderado por Anel, sentó las bases de una relación sólida entre ciencia y conservación.

Con el tiempo, la colaboración se ha ampliado a otras especies, formación de estudiantes, desarrollo de técnicas reproductivas y, como en este caso, tratamientos clínicos de vanguardia. “Pensamos que lo mejor era empezar con los osos, porque qué mejor que ayudar a una especie en peligro de extinción en nuestro propio territorio”, recuerda Borragán.

Hoy, más de dos décadas después, esa alianza vuelve a dar frutos. Simba y Scar ya no se tambalean. Caminan con paso firme, mientras la ciencia les observa como lo que son: dos leones jóvenes que han vuelto a levantarse… y un símbolo de lo que sucede cuando el conocimiento se pone al servicio del bienestar animal.