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Región

Chinchibarra, el montículo del ocio

25 febrero, 2018 10:19

En un mundo tan célere y alocado como el actual apenas sobreviven los recuerdos que van más allá de un lustro. Ésa es la barrera que marca la pervivencia de la información en internet, pero hay otra mucho más valiosa que aún se atesora en álbumes de fotos escondidos en recónditos cajones, esos que ya apenas casi se ven en familia, y sobre todo, una información guardada a fuego en la memoria de quienes vivieron cada momento. NOTICIASCYL ha iniciado una serie dominical que repasará la evolución de los barrios de Salamanca a través de los recuerdos de niñez de sus habitantes.

Hoy es el turno para Chinchibarra, la continuación de la expansión urbanística de la ciudad hacia el norte tras desarrollarse Labradores y Salesas, como hemos visto las dos semanas anteriores. Un barrio cuyo nombre parece derivar del vasco, debido al origen de sus primeros pobladores, según apuntan algunos expertos en la historia de Salamanca. Una zona desarrollada en torno al depósito de agua que se construyó a mediados del siglo XX. Fue inaugurado en 1945 con motivo de la festividad de San Juan de Sahagún y ampliado un lustro más tarde debido al rápido crecimiento de población en Salesas y Garrido.

Foto: Gombau

Entonces se proyectó construir hasta doscientos bloques de viviendas, algunos de ellos de nueve plantas de altura, entre la hoy avenida de Alfonso IX de León, avenida de San Agustín, Federico Anaya y paseo de los Olivos. Pero ese ‘boom’ urbanístico se quedó en papel y apenas se edificaron una decena de bloques de tres plantas de altura. Poco a poco el ladrillo fue ocupando el teso, cubriendo las tierras vacías entre Garrido y la carretera de Valladolid. Promociones que se fueron prolongando hasta finales del siglo XX, alcanzando el actual parque Würzburg.

La Chinchibarra es una mezcla de viviendas y espacios públicos gracias al desarrollo de las leyes urbanísticas para dotar de más suelo dotacional al amparo de los edificios de pisos. Es decir, parques como el que rodea al depósito de agua y edificios para servicio público como son el centro de salud, la biblioteca Torrente Ballester, el Conservatorio Superior de Música de Castilla y León o las piscinas municipales (aunque se denominen de Garrido están dentro del perímetro de la Chinchibarra), además de residencias y recientemente pisos para personas con esclerosis múltiple.

Pero como siempre sucede, en el origen estuvo la nada, y esa nada eran tierras donde los habitantes de Garrido y Salesas daban rienda suelta a su niñez. El teso de la Chinchibarra era, debido a su singular orografía, utilizado por pandillas a modo de parcelas donde cada una tenía su propio ‘búnker’. Entre las hendiduras del terreno se fabricaban casetas con cajas de cartón o madera, incluso las había con colchones, y allí se pasaban las tardes entre juegos los más pequeños y fumando a escondidas o realizando las primeras incursiones amorosas los adolescentes.

Foto: DMGV Blog / Libro Loren Ruano

El teso también fue utilizado entre finales de los años setenta y comienzos de los ochenta como recinto para las atracciones de las ferias de septiembre que hoy día se instalan en La Aldehuela. La expansión urbanística en la confluencia de las avenidas de Villamayor y Portugal, lo que hoy es la Glorieta de Don Bosco, obligó a buscar otro lugar para las ferias y la Chinchibarra fue una solución temporal.

Mucho antes de eso, a comienzos del siglo XX, la parte que daba hacia la plaza de toros fue graderío futbolístico. Junto a la plaza de toros se comenzaba a jugar a un deporte en el que dos equipos de hombres corrían tras una pelota dando patadas para introducirla en la portería contraria. El germen del deporte rey congregaba a cientos de aficionados y curiosos que hacían de la Chinchibarra su asiento. Porque este teso siempre fue un lugar perfecto para el ocio de todas las generaciones. Entonces al aire libre, hoy día en recinto más asociados a la cultura.