La obra 'Joven deshojando una margarita', de Raimundo de Madrazo (1890)
Conviene buscar novia en un cuadro de Madrazo
"La gente busca cada vez en rincones menos propicios para el amor... O el amor cada vez es menos propicio para los rincones. El amor es menos amor, que es ocuparse poco de uno mismo y tiene más de amor propio"
Hay lugares propicios para el amor, es una cosa que saben los poetas, por eso lo escribió Ángel González. Lo que nunca encuentras es el rincón y por tanto tienes pendiente el amor hasta que te asalten al mismo tiempo los dos.
El amor no es un tratado urbanístico, por descontado, pero conviene ponerle cimientos y no empezarlo por el tejado. Uno debe enamorarse «de una niña de Triana... al olor de los naranjos, en una mañana de Feria», como cantaban los Siempre así. O en mitad de la niebla en Valladolid, porque la niebla es un lugar como cualquier otro de la ciudad. Hay rincones y rincones... Lo importante del amor es que sea denso, para cosas vaporosas ya tenemos esta sociedad líquida.
Lo que yo no sabía es que todos los rincones propicios para el amor los pintó Madrazo, Raimundo. No José, ni Federico. Todos los rincones para el amor llevan pintados desde el siglo XIX en un lienzo y nosotros sin enterarnos. Y en cada rincón pintó una chica. O tal vez todas sean la misma porque en sus molduras todas tienen ese aire de haberse enamorado antes de ayer y de estar esperando carta, una propuesta, un envite. De estar en casa justo antes de que la vida se les revolucione.
Y entre tanto, todo el mundo preocupadísimo de buscar al amor de su vida por las esquinas, que es despreciar el amor y los rincones. Es imposible que encuentres a la madre de tus hijos en una discoteca. Es inútil buscarla en una terraza a deshora, por la Quinta Avenida de Nueva York al amanecer con croissants y vestido de Givenchy. Casi seguro tampoco en Tinder, aunque conozco a más de uno que acabó felizmente en el altar. La gente busca cada vez en rincones menos propicios para el amor... O el amor cada vez es menos propicio para los rincones. El amor es menos amor, que es ocuparse poco de uno mismo y tiene más de amor propio.
Todo lo que conviene ya es echarse novia en un cuadro de Madrazo, que es un amor ensimismado, que permanece por los siglos. Un amor duradero de los de verdad.
Paseando el otro día la exposición de la Fundación Mapfre me sentía como Gary Oldman en 'Drácula' de Bram Stocker al ver muchachas de las que sólo nos quedan los ecos. Y entre todas, ella. La chica del cuadro, desojando margaritas atemporales y a conciencia porque ella sabe lo que es el amor; como si hubiera cruzado océanos de tiempo por mí.