Paisaje del invierno en Valladolid
Castilla, vieja dama congelada
"La gélida Castilla, que había más allá de Palos de la Frontera, es una madre recia que lanza a sus hijos al mundo a buscar horizontes templados para que germine la modernidad"
Hoy que ya hace frío, un frío que no es nuevo porque es un frío con solera. Un frío plateresco y civilizado. Un frío con tantos siglos como nosotros. Un frío antiguo que heredamos con el carácter y el apellido. Un frío que no necesita de nieve para ser implacable. Se despierta todo suspendido como si hasta el aire se hubiese congelado durante la madrugada. Valladolid, fruta escarchada. Aquí las bajas temperaturas son un monumento más de nuestra historia entre Isabel la Católica y Miguel Delibes.
A días pienso que la modernidad del mundo, que empezó en Castilla, se debió al frío. Imagino a Colón en el Atlántico, en mitad de la inmensidad de la mar océana y la incertidumbre, acordándose del frío. La gélida Castilla, que había más allá de Palos de la Frontera, es una madre recia que lanza a sus hijos al mundo a buscar horizontes templados para que germine la modernidad.
El problema del frío es que no es cómodo y en Valladolid a estas alturas del año es cuando se forja el carácter. El frío sólo se resuelve con capas y con ganas. Para sobrellevar las tardes cortas hay que inventar las mañanas, para tener tardes alegres hay que encender chimeneas, para las noches hay que hacerse un edredón de libros y de ideas, porque las ideas no se congelan. Las ideas se trabajan como el campo en estas fechas. Se siembran en invierno para que den alegres primaveras.
En noviembre hay cosas que hacer a todas horas para no destemplarse y para que el año vaya sólo. Lo pensaba ayer mientras amanecía a cero grados en La Mudarra y tras los cristales no se movía la mañana. Estaba todavía congelada, como si aún no se hubieran inventado los pájaros, el ruido, la vida... Toda la vida aquí es hacia dentro, un barroquismo interior que exige trabajar cada esquina del alma. Valladolid es una ciudad de buenos poetas porque algo habrá que hacer mientras el fresco aprieta afuera. Con frío se curan los jamones y el alma.
Por Valladolid no pasa el tiempo como si el frío le fuese bien al cutis, a la memoria y a la piedra. Castilla, vieja dama congelada entre el Pisuerga y el Orinoco.
La niebla es tan sólo un decorado para los que no han entendido nada más. Éste frío es directo, no hay quien lo esquive. Es lo que hay.