Llevo dando vueltas a este tema desde hace mucho tiempo. No es fácil desarrollar este concepto, pero en un clima de descontento máximo como en el que nos encontramos en España en este momento quizás resulte más fácil de entender.

Escribir ahora mismo sobre la situación que se ha desencadenado después del acuerdo alcanzado por Pedro Sánchez con los independentistas abona todas las tesis que sitúan a la clase política en unos niveles de desacreditación máximos.

Corredor Mediterráneo

Asistí el jueves pasado al acto de impulso y apoyo al Corredor Mediterráneo, que han organizado los empresarios y las fuerzas vivas que se sitúan en los territorios por los que discurren las infraestructuras de comunicación previstas, para dar con mayor desarrollo económico a esta zona de nuestro país.

Como en cualquier otro acto de estas características, los asistentes al mismo estaban en la entrada del Palacio de Congresos de IFEMA en Madrid y los medios de comunicación pedían declaraciones a los más famosos, entre ellos a Juan Roig, a los presidentes de las Comunidades de Murcia, Valencia, etc.

Se trataba de un acto de reivindicación de fuerza de un sector empresarial, que estaba representado allí por más de 1.800 empresarios. Vaya por delante, que sentí la fuerza de un empresariado pujante y lleno de energía que como voz social activa es capaz de organizarse para exigir a las Administraciones públicas que cumplan los compromisos adquiridos.

El acto comenzó con la intervención del presidente de los empresarios valencianos, Vicente Boluda, que hizo una critica constructiva a los acuerdos de Pedro Sánchez con los independentistas.

Continuaba el acto con intervenciones de distintos representantes de empresas y sectores implicados en el corredor Mediterráneo para dar su opinión y aportar datos sobre la repercusión que todo lo que se está realizando tendrá en la economía.

Intervención política 

Cuando llegó la intervención de David Lucas (se preguntarán quién es él) pues el secretario de Estado de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana. Un miembro más del Gobierno de España, a quien la presentadora agradeció que estuviera allí, teniendo en cuenta su apretada agenda y quehaceres, vamos, esto es lo que se dice siempre. A David cuando comenzó a hablar no se le ocurrió otra cosa que poner de manifiesto que Pedro Sánchez estaba en ese momento consiguiendo ser investido presidente, con los votos de la mayoría de la Cámara de manera democrática y cumpliendo la legalidad. El abucheo que se desató en ese momento fue general y sonoro.

Seguramente David pensó que el público iba a permanecer calladito y sumiso escuchando la lección que estaba impartiendo, pero no fue así.

Ha llegado un momento en el que la sociedad ya no quiere quedarse callada, ni siquiera cuando esta en un acto tranquilo y pacifico como el que se celebraba. Esta sociedad esta ya harta de la clase política. El problema es que el hartazgo ha ido creciendo de manera progresiva y se extiende por todos los estratos y niveles de la sociedad.

En esta línea, los empresarios tuvieron también que mostrar su malestar recientemente en su Congreso de Empresa Familiar celebrado en Bilbao cuando el presidente Urkullu, decidió hacer buena parte de su discurso en vasco, ante la atónita mirada de simple y llanamente personas que no estaban entendiendo nada de lo que les decía.

Ustedes se imaginan por algún momento en dirigirte a un auditorio en un idioma que sabes que no conocen, al tiempo que hablas un idioma que sabes perfectamente que hablan todos los que están allí. Claramente a nadie con un mínimo de sentido común se le ocurre.

Crisis de confianza 

La clase política está provocando una desafección de la sociedad hacia ella muy importante. Da igual con quien hables cuando te montas en un taxi, o vas a un bar, o al gimnasio, todos te dicen lo mismo: los políticos son todos iguales, sólo están preocupados por el puesto que ocupan y que no se le mueva nadie.

No tiene buen pronóstico esta situación a la que hemos llegado, hace no demasiado tiempo la clase política tenía credibilidad, los ciudadanos tenían confianza en los compromisos y en las acciones que se desarrollaban, existía un clima de respeto y creencia en que los políticos estaban ahí para propiciar el avance del bienestar social y la mejora de las condiciones de vida.

De un tiempo a esta parte se ha perdido toda fe y convicción del papel que desarrollan los políticos en nuestra sociedad. Cada vez se les ve más como una especie de okupas de lo público, que sólo quiere permanecer en las estructuras de gobierno para procurarse un medio de vida absolutamente ajeno al progreso social y económico que la gente espera de ellos.

Hechos como los que Pedro Sánchez ha liderado para llegar a ser presidente del Gobierno en contra de estructuras institucionales de este país muy importantes, como lo es la judicatura y de un clima social crispado, no son en absoluto una buena receta para creer en las políticos.